Ovidio Roca
La sociedad boliviana, aunque con muchas falencias,
procuraba avanzar hacia un mejor relacionamiento social, a la convivencia
civilizada, hacia el respeto al otro. Pero con la llegada del masismo esto se frenó
y se dio un retroceso hacia la barbarie, hacia la condición más primitiva del
ser humano, hacia el odio racial, al enfrentamiento fratricida y esto de manos
de un partido cuya bandera es el indigenismo, la coca para cocaína y cuyos militantes
están decididos a morir y matar por sus jilakatas y por la coca.
El MAS se apodera del Gobierno y en su afán de poder y
riqueza, utilizando el aparato del Estado, promueven el enfrentamiento entre
bolivianos para dividirlos (divide y reinarás) y para esto usan el discurso
ideológico del socialismo y capitalismo chino y del racismo indigenista contra
el ciudadano de este país de criollos mestizos, todos iguales ante la ley.
Fiel a su programa del proceso de cambio, cada día que
pasa vemos como el masismo impulsa el odio y el enfrentamiento en su afán de
avasallar y destruir al otro, al de piel y cultura diferente. Se trata de
imponerse y controlar absolutamente todo y a todos.
Utilizan a su arbitrio las instituciones del Estado y aprueban
normas jurídicas, que en lugar de ayudar a que la ciudadanía conviva en
libertad, paz y respeto, lo hacen aprobando unas que afectan negativamente a la
vida y convivencia de las personas y que están destinadas a controlar, espiar,
encarcelar, castigar, expulsar y destruir a quien ose oponerse a ellos.
Últimamente aprueban
leyes bajo la excusa de cumplir una normativa en el ámbito internacional por
narcotráfico, pero en realidad son para controlar la economía y la vida de los
ciudadanos metiéndoles la mano al bolsillo.
Se trata de un Estado totalitario que usa para sus
fines el aparato represivo formal y el delincuencial, y todo esto hace que la
población desconfíe de las instituciones, especialmente del actual sistema
judicial.
Eber Rojas, el ejecutivo de la Confederación Sindical
Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) declaraba: “Ustedes, Luis Fernando Camacho, Tuto Quiroga
y Carlos Mesa, ustedes son extranjeros que buscan dividir a Bolivia. Nosotros
somos dueños de la patria y vamos a defenderla. La CSUTCB están “calientes”, La
CSUTCB va a estar hasta las últimas, va a derramar sangre”. Ya estamos
calientes contra esos cabrones que quieren nuevamente dividir a Bolivia, no
vamos a permitirlo”.
Los ánimos se caldean, los caldean. Se lee en la
Prensa las permanentes acusaciones del cocalero sobre el separatismo cruceño,
dislate que da pie al intervencionismo de los movimientos sociales e
interculturales ocupando nuevos espacios territoriales, especialmente en el
oriente.
También escuchamos las permanentes consignas de guerra
civil y las proclamas de que “estamos
dispuestos a morir y matar por nuestro instrumento político”, en realidad
por la coca y las pegas. Todo esto es preocupante y peligroso para la paz y
viabilidad del país.
Lo lamentables es que como consecuencia de esta
estrategia perversa de poder, la sociedad vive en una situación de anomia y temor.
Es decir se vive en un Estado sin ley, sin seguridad jurídica y sujeto a los
odios, rencores e intereses particulares del Jefazo cocalero y su combo.
ovidioroca.wordpress.com
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