Ovidio Roca
Todos los sábados en “Dialogo por Panamericana”
escuchamos a destacados políticos, los que con excelente y abundante verba analizan
y comentan lo que ocurre en el país. Unos lo hacen con lentes populistas y otros
democráticos. Sus relatos parecen provenir de mundos y realidades totalmente diferentes.
Por su parte los oyentes que ven los hechos con lente
democrático, al escuchar a los masistas no terminan de creer que alguien
argumente y explique los sucesos del país con tanta mentira y cinismo y tampoco
logran entender que se nieguen aceptar la evidencia, aunque la tienen frente a
los ojos. Sin embargo, luego de observar su trayectoria y ascenso político
producto de su tremenda habilidad sofistica y crematistica, terminan por entenderlos
y admiran su estilo, su habilidad por el doble discurso: En fin su tremenda capacidad
actoral y como resultado sus abundantes ganancias. Ocurre lo mismo que en el Teatro;
el actor que interpreta el papel del malo y hace bien su papel, recoge el odio
del público pero cobra muy bien.
Los científicos nos
dicen que nuestros ojos y oídos captan las imágenes y las palabras; pero lo que
el cerebro ve y escucha está condicionado por lo que ya conocemos y por lo que
esperamos y deseamos. Tanto las palabras como las
imágenes tienen la capacidad de generar una cierta realidad
y es a través de ellas que transmitimos la representación que cada
uno de nosotros tiene y quiere del mundo, y así creamos (o
destruimos) la vida ajena y nuestra propia vida.
Nuestra mente compara lo que ve
con lo que sabe y quiere, esto porque las personas solo ven lo que quieren ver
y solo recuerdan lo que quieren recordar.
Las palabras son poderosas
y su poder radica en que toda palabra es una intención, que al expresarse se cumple,
por lo cual son un poder como el de los eximios poetas clásicos que
creían tener la potestad de construir mundos a través de la palabra.
Los políticos que procuran
o ejercen el poder, conocen de esto y han usado la enorme fuerza de las
palabras y la publicidad para convencer y orientar el comportamiento popular,
por lo que todo su discurso está orientado a cambiar la realidad en
la mente de las personas para favorecer su proyecto político y de dominación.
El concepto es que las
palabras no solamente sirven para comunicar ideas, sino que pueden crear y
modificar las realidades, de ahí el interés por parte del Poder de nombrar las
cosas para apropiarse de ellas o para frenar su fuerza emancipadora. Sin
embargo, las palabras no solamente sirven para atraer cosas positivas a nuestra
vida; también pueden modificar nuestro presente e incluso nuestro pasado.
Para construir realidades e influir en la opinión
pública los ideólogos y propagandistas políticos, utilizando ahora los medios de
comunicación y las redes sociales, hacen llegar su mensaje ideológico aplicando
diferentes modalidades comunicacionales: la repetición de expresiones,
eufemismos, estereotipos y disfemismos, con las que condicionan la visión de
quienes reciben estos mensajes y son influidos por ellos.
Dadme una palanca y moveré el mundo. Arquímedes.
Dadme la palabra y moveré a las masas. Pukymon.
ovidioroca.wordpress.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario