Ovidio Roca
De lo que recuerdo en tiempos de mis abuelos, la primera
mitad del siglo anterior, la gente vivía mayormente en el campo, también tenía
casa en el pueblo y todos se reunían y se agrupaban alrededor de su familia, su
comunidad o pueblo y de la iglesia.
El oriente y desde siempre, estuvo aislado del Estado
andino central vinculado a las minas y la explotación de la mano de obra indígena.
La autoridad gubernamental local estaba constituida por el Prefecto y cuatro
pacos.
Por la total desvinculación, la economía local era de autoconsumo y el trabajo de la gente se iniciaba en el campo al amanecer (a prima), unos iban al chaco y otros a atender las vacas y demás animales; el trabajo era arduo y terminaba al caer el sol, (a la oración). En la casa del patrón similar a las del resto, como un lujo había una radio a pilas en la que por la noche, echados en las hamacas, se escuchaba la BBC de Londres que tenía buena señal, no así las nacionales, si es que había.
La familia extendida, de abuelos, padres, tíos, primos,
etc. era la base fundamental y se buscaba protegerla y consolidarla, pues
además del apoyo emocional que prestaba, estaba el económico y que constituía
el seguro social de esa época. En los casos difíciles de enfermedad o pérdida
de ingresos, la familia extendida era el apoyo para todo y todos.
Esta construcción social era una actitud activa y
constructiva de la gente: construir una familia, una nación o una iglesia,
requiere de virtudes y esfuerzo. Era además la época en la cual los hombres se
casaban con mujeres y tenían hijos y todos trabajaban juntos para hacerse un
futuro. La mayoría trabajaba en el campo, en la agricultura y ganadería y en la
estancia se hacía artesanalmente todo lo imprescindible, desde el azúcar baya,
la miel, el charque, el jabón de lejía, las velas de sebo, los muebles, las
hamacas, etc. No había supermercados para comprar artículos chinos.
Entre las personas había de todo, también algún frescos y algunas marimachos, pero muy escasos. Estos trabajaban en lo que les quedaba más cómodo: en la cocina, lavandería, haciendo pan y queso o cuidando las huachas.
Era una sociedad provinciana pobre y en general se
juzgaba a las personas por sus valores personales y no por su posición social u
orientación sexual. Recuerdo que en la Estancia, en la punilla de la casa,
había una mesa muy larga donde se servía entre las cinco y las seis de la
mañana el desayuno para todos: los patrones, los mosos y a los viajeros que
pasaban por allí. Despues de esa hora, no se encontraba nada ni a nadie.
En este modelo de pertenencia: familiar, nacional y religiosa
las personas se comprometen a trabajar,
a sacrificarse y mirar más allá de sí mismos.
En este siglo XXI al margen del avance tecnológico y
de la globalización, en el plano humano se dan muchos cambios, ahora mucha
gente se siente vinculada a los llamados grupos identitarios, las minorías
raciales y los de género, tales como los grupos LGBTI. En este contexto los
grupos de género y raza sustituyen a la pertenencia de la familia, la Iglesia y
la nación.
Cuando algunos tradicionalistas, opinan ahora, que el
matrimonio debe ser como antes entre hombre y mujer pues es una institución al
servicio de la reproducción de la especie, los identitarios consideran que se está
ofendiendo a los homosexuales y cuando alguien defiende el control de fronteras,
se lo tilda de racista y xenófobo, etc. y se les castiga como tales.
En general los grupos identitarios actúan formando
alianzas políticas exclusivas con otros miembros de este mismo grupo y cada vez
menos en partidos políticos tradicionales con propuestas ideológicas y
económicas.
Estos grupos identitarios no se imponen deberes, ni convocan
al esfuerzo y trabajo, sino a la autocompasión y la reivindicación.
ovidioroca.wordpress.com
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