Ovidio Roca
Vivimos en los tiempos
del proceso de cambio y de los populistas, quienes han aprendido que la mejor manera
de apoderarse del poder ya no es haciendo revoluciones sino realizando
elecciones. Un ritual que permite dar un aura de legitimidad a los autócratas
castrochavistas quienes usan hábilmente la ciencia del fraude electoral, la
misma que experimentó grandes avances gracias al asesoramiento cubano, por lo cual
los riesgos que enfrentan los caciques autócratas de perder el poder son
mínimos.
Aunque lo ideal es votar
en elecciones libres y limpias por el candidato que nos ofrezca la mejor opción
realista para construir un país democrático y próspero (siendo él mismo creíble
por sus antecedentes personales y profesionales) se presenta el inconveniente que
en Bolivia con un sistema electoral manipulado y digitado por el gobierno, esto
no es posible y se requiere contar con una masiva mayoría que haga presión al
tirano.
Es seguro que en las
elecciones habrá fraude, pero cuando el fraude es demasiado evidente puede
causar fuertes reacciones de la población y de la comunidad internacional; por
eso la necesidad de concentrar el voto democrático y conseguir una mayoría que
de fortaleza a la oposición.
Evo es el síntoma de la
enfermedad populista que aqueja al país y no habrá salud si no atacamos esta
enfermedad, pues mientras permanezca el virus y el icono indígena y mientras sus
operadores sigan manejando todo el aparato del Estado a su favor; todo cambio,
toda terapia para mejor será imposible.
En el Referendo del 21
de Febrero se manipularon los resultados; el Gobierno en el contaje volco a su
favor los resultados de muchas papeletas; en zonas no afectas al gobierno no
llegaron papeletas; en fin se hizo lo posible e imposible para evitar el triunfo
del “No” y también se apeló a la magia de los cubanos en los registros
electrónicos. Con esto se redujo la
diferencia, aunque no se animaron a decir que ganaron y después dijeron
que no se votó por lo que se votó (vale decir por mantener vigente la
Constitución y el articulo 168).
Las próximas elecciones
se darán en el mismo ambiente fraudulento y nuestra opción práctica es apostar
al voto útil, es decir votar por aquel candidato que en las encuestas tenga las
mejores posibilidades. Un voto útil que significa concentrar el voto evitando
la dispersión en múltiples alternativas. Se critica este tipo de voto pero: “lo
perfecto es enemigo de lo bueno”.
La Receta: Consultemos los datos de las preferencias electorales y un mes antes de las elecciones decidamos nuestro voto por aquel que tiene mayoría y con más posibilidades de ganar y trabajemos para que nuestro entorno también vote por este candidato.
El candidato para
gobernar necesita de un equipo conformado por la gente más idónea y preparada del
país y necesitamos identificarla y presionar el Presidente electo para que estos
formen parte del Gabinete que se requiere para la reconstrucción del país quebrado
y maltrecho que dejara el masismo.
ovidioroca.wordpress.com
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