Ovidio Roca
Populismo y Estatismo o Democracia y
Libre Empresa
Podemos ver una paradoja en los sistemas dictatoriales. En
los gobiernos de Pinochet y Castro ambos dictadores y asesinos, el uno
aterrorizo al país pero éste progreso y el pueblo lo expulso del poder utilizando un Referendo y amparado en la institucionalidad chilena. El otro
también aterrorizó al pueblo, destruyo la economía y la moral de sus habitantes
y sigue por sesenta y más años. Una explicación posible es que Pinochet no
logro destruir el espíritu de libertad e iniciativa personal de su pueblo, cosa
que ampliamente logro Castro.
La experiencia muestra
que la receta socialista, estatista y populista, esclaviza moralmente y hacen
dependiente al pueblo, les elimina la iniciativa personal, el amor propio, el
alma; por eso es que Qananchiri postula como parte fundamental de su programa
político y de dominación: “Quitar el alma
a los q'aras”.
Para comprobarlo vayan a Cuba, Venezuela, Chile y vean;
podrán verificar que el problema está en que receta que aplicaron: populismo y
estatismo o democracia y libre empresa
En las últimas décadas, varios países latinoamericanos
fueron afectados por una fuerte marea populista y estatista y al reflujo de la misma
en Bolivia se instaló el Estado Populista Corporativo Cocalero (EPCC), enemigo
de la libre empresa y la libertad.
El EPCC es una complicidad de intereses entre un grupo
político estatista con ansias de poder y grupos corporativos micro
capitalistas, informales. Grupos corporativos que están en permanente pugna
entre sí y con el resto de la sociedad; cada uno defendiendo sus propios intereses
y utilizando su capacidad de movilización para presionar a quienes detentan el
aparato de Estado, demandando que les aseguren impunidad y otorguen prebendas. En
lo que todos estos grupos sí están unidos y sin discrepancias; es en su afán de
amedrentar a los ciudadanos de modo que no reaccionen y los dejen disfrutar del
poder y pretenden hacerlo por siempre. El Líder cocalero repite permanentemente: “Al Palacio hemos llegado no de paso, no somos inquilinos; los
movimientos sociales hemos llegado para quedarnos toda la vida, hermanos y
hermanas”.
Con el llamado proceso de cambio se construye una
sociedad de temor y desconfianza, donde las leyes son mecanismos discrecionales
para castigar el pensamiento independiente, la moral, la iniciativa y cualquier
forma de asociación y movilización de los ciudadanos en defensa de los derechos
humanos, civiles, económicos y políticos y así destruyen el Estado de Derecho,
el que se ve arrinconado por la demagogia y la oclocracia.
Inmediatamente de apoderarse del poder, los populistas
toman cuenta de todas las instituciones, las descuartizan, las modifican, las centralizan
y las adecuan a sus intereses; aunque para la exportación mantienen el marco
formal democrático. Escriben una nueva Constitución y leyes para su propio beneficio;
promueven la reelección indefinida y eliminan los contrapesos y lo hacen
amparados en una supuesta voluntad popular.
Las instituciones son rápidamente cooptadas y apropiadas
y no ejercen las verdaderas funciones institucionales y propias del ámbito
democrático: no garantizan el orden público, la gestión eficiente, la
administración de una justicia igual para todos y dejan a la ciudadanía expuesta
a la inseguridad, el abuso y la violencia. Estatizan la economía y usan a su
arbitrio el presupuesto nacional y la fuerza pública y se instala una burocracia
partidaria, clientelista e ineficiente y con una cultura de la prebenda y la
corrupción. En el ámbito internacional se vinculan con movimientos populistas
similares, para hacer negocios privados, defensa mutua y afianzar su poder.
El Presidente Morales defendiendo la política de centralización
del poder, declara: “Cuando la derecha pide permanentemente
independencia a los poderes del Estado, hasta pienso que quieren descuartizar toda estructura del Estado Plurinacional”.
En esta Distopía plurinacional, los escribas del “Ministerio
de la Verdad” y otros ayucos ministeriales, reescriben permanentemente la
historia y la falsifican (de la misma forma como lo describe Orwell en su
novela profética, 1984) para confundir y engañar al pueblo.
Con esto el populismo tiene asegurado su permanencia
por varios años; tiene un pueblo temeroso, un pueblo sin pensamiento libre y
sin decisión de afrontar y construir su destino y termina prevaleciendo una
mentalidad dependiente y sumisa al caudillo, del cual todo lo espera y
consiente.
Su objetivo explícito es disfrutar del poder para
siempre y es más que probable que los grupos corporativos que actualmente son socios
del Gobierno, los seguirán sustentando pero en la medida que respondan a sus
intereses de grupo, por lo que está claro que los masistas solo podrán seguir
disfrutando del poder y la riqueza, mientras el pueblo les tema y los grupos
corporativos informales los apoyen.
Cuando la burocracia gobernante no sea útil ni sirva a
los intereses de los “movimientos sociales” éstos los tumbaran, pues desde
siempre hemos visto que: la lealtad y
los apoyos terminan cuando los beneficios se acaban.
ovidioroca.wordpress.com
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