Ovidio Roca.
Retazos de nuestra
historia cruceña que nos cuentan de dónde venimos y con quien viajamos, para así
planear dónde ir. Por ahora estamos viviendo cerca de
Porongo, compartiendo la naturaleza y la comida con los tordos, carcañas,
socoris, penis, etc, etc. mientras nos deleitamos escuchando sus trinos y
graznidos.
Porongo es un lindo pueblo, el cual el camba Florencio
con sus coplas nos motivaba visitar: “Vámonos
pa Porongo, donde la vida es barata, cuatro quesillos por medio, y una pelada
de yapa”.
La pregunta es, ¿qué hacer con la yapa?. Ni mis amigos ni yo lo sabemos, ya nos
olvidamos.
Cultura camba tradicional: Respetos guardan
respetos.
La cultura tradicional cruceña, implica reconocer y
respetar al prójimo y una actitud de empatía entre las personas bajo el
principio: “Respetos guardan respetos”, como dice el viejo adagio popular.
Siguiendo este dicho nuestros padres nos educaron con principios y valores
y nos enseñaron que todas las personas merecen el mismo trato que exigimos para
nosotros y que observarlo nos lleva a vivir en paz y armonía.
Se respetaba a las personas y también sus preferencias
personales y también sexuales (frescos y marimachos). Esto, mientras respeten la
vida y valores de la comunidad y no generen escándalos.
Se consideraba que la familia, que era numerosa y extendida con los abuelos,
padres y parientes, es la base de la sociedad y que un padre y una madre son el
complemento perfecto para criar hijos sanos y felices.
Actualmente con la cultura de género, que se expande especialmente en Europa, ya no existen hombres y mujeres. La ideología
de género reconoce más de 162 géneros y como ya nada está claro; para
orientarnos y entenderlo debemos utilizar el sentido común y la biología.
La
sanidad y la educación de antaño.
En los tiempos de antes no había postas sanitarias y
cuando alguien, en especial en el campo, se sentía mal visitaba al huesero, al sanador
o al curandero. Para realizar el Diagnóstico
del estado de salud, el Curandero llevaba al paciente a caminar por el campo.
Primero verificaba el ritmo de sus pasos, luego lo invitaba a “hacer chivi”
detrás de un árbol y despues “hacer del cuerpo”.
Rápidamente diagnosticaba: “Tranco largo,
Chorro grueso, Vientre corriente”. Esta Chalinga. Y en otros casos: “Esta Jodido compadre, tómese un mate de
hojas de guayabo y paja cedrón”.
Los niños se educaban en la casa aprendiendo las
labores del hogar y las del campo y especialmente el respeto a todos y por todo.
Ellos se portaban bien sí o sí y no había condescendencia; había disciplina con
Método Pipieta: cariño, comprensión y colaepeji.
Como consecuencia de esta educación, los niños no chillan ni se tiran al suelo,
no gritan en público, no contestan de mala manera. Por educación respetan a los
otros y a las cosas ajenas y así un interminable etcétera, todo para la buena
convivencia.
Lenguaje
popular y su proceso de cambio.
El lenguaje popular en el oriente y como producto la migración
y los medios de comunicación, cambia continuamente. Hoy por ejemplo en Santa
Cruz no vamos a la pulpería, sino a la venta; vamos a la farmacia y no a la
botica; no tomamos caldo de caña sino jugo de caña, las mujeres para salir a la
Plaza no se pinchulean sino que se acicalan y maquillan.
No solo los nombres y expresiones cambian sino que muchas desaparecen
totalmente. Hace
poco revisaba los libros que aún me quedan y encontré aquel de Marceliano
Montero: “Paquito de las Salves” y leí algunos párrafos a mi bisnieta y ella
pensaba que estaba hablando en otro idioma pues nada entendía.
Este libro escrito por los años treinta se inicia así: “Cuando se murió mi tía de pajmo con
arrebato y a pesar de estar jipato, sintiéndome pochecó, resolví correr el
mundo....”. Y así por delante.
Algunos grupos queriendo mantener su identidad cruceña,
están difundiendo un habla que ellos creen tradicional. Lo que yo recuerdo del
habla de antes, en la época de mis abuelos hace al menos setenta años, la gente
hablaba un castellano correcto, sus acentuaciones eran las que corresponden. Se
usaban los regionalismos de origen indígena, especialmente guaraní, para nombrar
a los animales, plantas y artefactos de origen local.
El
mundo actual y los niños Tablet.
Dominados por la tecnología estos niños viven y
habitan lejos de la realidad fáctica y prendidos a su Tablet. Jóvenes y niños que viven en su propio
mundo virtual y solo atentos al móvil, a los juegos y a los mensajes de
las redes; sin prestar atención a la interacción verbal y personal con quienes
le rodean, es decir aislándose de las personas físicas de su entorno.
Son incapaces de dejar el Móvil y evitan la
comunicación verbal directa, e ignoran a los otros. Hay estudios que indican
que el 87 % de los jóvenes prefieren comunicarse por la pantalla por
la dificultad de manejar sus emociones, de ahí que cuando surge un problema
prefieren enviar un mensaje que decírselo cara a cara. Somos lo que podemos y
no lo que quisimos ser, tampoco lo que vimos, ni aquello que queremos.
Una
magnifica reflexión de autor anónimo.
“Se está muriendo la gente que enseñaba a los hombres
el valor de una mujer y a las mujeres el respeto por los hombres. Se están
muriendo los que podían vivir con pocos lujos, sin sentirse frustrados por
ello. Los que trabajaron desde temprana edad y enseñaron el valor de las cosas,
no el precio.
Debemos recuperar y seguir la actitud de esa generación que sin estudios educó
a sus hijos. La que, a pesar de la falta de todo, nunca permitió que faltara lo
indispensable en casa. La que enseñó valores; empezando por Amor y Respeto”.
Anónimo.
ovidioroca.wordpress.com
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