Ovidio Roca
“Lo único que
hace bien el populismo, es empoderar y enriquecer a sus Jefes políticos y
empobrecer a la gente”. Pukymon.
Los pueblos atrasados económica
y culturalmente, se sienten temerosos y excluidos del mundo globalizado y tecnológico
en el que vivimos y que se expande rápidamente. Se sienten inseguros e
impotentes ante los constantes cambios que no terminan de entender y esto los
hace buscar alguien que los ayude y proteja, por lo que esperanzados se
entregan dócilmente a los populistas y sus promesas demagógicas.
Estrategia del populismo.
Todo proyecto de dominación busca poder y riqueza y lo consigue de diversas
maneras. El régimen populista cocalero aprovecha las debilidades temores y
odios de la población y como parte de su
estrategia para consolidar su poder, debilitan aún más a las personas destruyendo
la estructura económica y política de la democracia que los sustenta. Lo hacen destruyendo
la propiedad privada, asfixiando a los partidos políticos, silenciando a la
prensa libre; corrompen el sistema de justicia, generan enfrentamientos y
promueven odios raciales entre la población.
Cambian la Constitución y las leyes para su exclusivo beneficio, se especializan
y mejoran la tecnología para realizar sus fraudes electorales.
Asimismo hacen nacionalizaciones y estatizaciones truchas, generando incertidumbre
sobre los derechos de propiedad y los contratos, a esto se añade una inflación
burocrática y del gasto público, que nos está dejando en bancarrota y con
graves problemas.
Esta es su receta, atemorizar a la población y debilitar a toda oposición y
todo ello con el objetivo de empoderarse, enriquecerse y así mantenerse en el
poder indefinidamente.
Una vez apoderados del Estado, son dueños del país y
de todo lo que pueda generar riqueza, que es lo que buscan desesperadamente.
Riqueza y Poder son su meta y como les gusta lo verde, la coca y especialmente
los dólares, utilizando el poder
que les da el dominio absoluto del aparato del Estado se apropian y dilapidan
todas las reservas del país, despilfarran los ahorros de las AFP, se gastan
todo el crédito interno y superan la capacidad de emisión.
Como la sociedad es un proceso dinámico de acción y
reacción, los masistas necesitan mantener a la población en un estado de
tensión y temor permanente, por lo que hacen cercos y bloqueos en los pueblos y
barrios donde viven los opositores y para esto transportan a los empleados
públicos, a los policías y pagan a sus grupos de choque, los interculturales,
para realizar cercos, bloqueos y huelgas
que interrumpen el transporte, paralizan
el aparato productivo y comercial, generando
anomia e ingobernabilidad.
El masismo deslegitimó a la Policía y convirtió a estos guardianes del orden público,
en el cuerpo de apoyo y resguardo de las hordas de Orkos, esos que por orden de
sus Jilakatas atacan a las personas, las golpean, gasifican y matan. De esta
manera el pueblo tiene miedo y desprecio por el gobierno masista y por la
policía, a la que consideran su enemigo.
Milagro
Boliviano
Los
masistas saben que sin plata ya no es posible seguir con el mismo discurso populista,
y ahora como parte de la millonaria y masiva propaganda sobre su “exitoso” gobierno,
han posicionado a nivel internacional (sin mencionar su secreto, la coca) el
relato de “El Milagro Boliviano”.
Se trata del modelo Superluchín, el mago
de la economía: “Social,
comunitaria, productiva con sustitución de importaciones”.
Una receta milagrosa que funciona gracias a los cuatro mil y pico millones
de dólares, que llegan anualmente al país en billetes verdes por la venta de la
“pichicata blanca, parida por la coca verde”.
Con la caída de los hidrocarburos, de los minerales y el cerco a la producción
agropecuaria, la situación económica se complicó y si desapareciera adicionalmente
la mama coca, la situación seria insostenible. Ante la falta de alternativas de
trabajo los millones de contrabandistas, trabajadores informales y
cuentapropistas que abastecen de comida y vituallas a los bolivianos, estarían
sentados y acullicando con llujta, a falta de vico.
Economía
informal.
Actualmente en el tercer mundo el sesenta por ciento
de la población tiene un trabajo informal, lo que no significa que necesariamente
sea ilegal y delincuencial; este es un fenómeno de los países subdesarrollados
cuya estructura económica no tiene capacidad de emplear a grandes grupos de
personas que necesitan trabajar.
En Bolivia esta economía informal y cuentapropista da sustento al ochenta por
ciento de la población, y opera principalmente en el área del comercio,
servicios diversos, el contrabando y la senda de la coca.
El problema no es tanto la economía informal, pues la informalidad es el mecanismo
para la subsistencia de la mayoría de la población que tiene una baja
calificación educacional y técnica; el problema es que se trata de una economía
primaria e insostenible y que está cada vez más integrada al negocio de la
coca, narcotráfico, contrabando y por tanto a la delincuencia y la violencia.
Bolivia necesita ingresar a la formalidad, pero este
ingreso a una economía moderna y productiva debe ser gradual; las políticas del
Estado han de garantizar que no se destruyan oportunidades de subsistencia para
los trabajadores informales, mientras se capacita a la población y se fortalece
y moderniza la estructura y capacidad empresarial del país.
El populismo que no tiene una vocación productiva, promueve
y mantiene la economía informal y cocalera aunque insostenible en el tiempo,
por lo que la informalidad está vinculada con el campo político y electoral.
Como país la mejor alternativa que tenemos, es dejar de lado el Estado
Plurinacional cocalero y avanzar hacia una República Democrática Federal y una
economía formal y productiva, la que exige esfuerzo y responsabilidad, pero es
sostenible.
ovidioroca.wordpress.com
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