Ovidio Roca
Se aproxima el 12 de
Octubre, el día de la Raza y recordé a la abuela Lucy de la familia de los Australopithecus
y Afarensis Rh+, el tronco común de la raza humana, y lo poco que desde su
época hemos avanzado en cultura y respeto al prójimo.
Allá por el Siglo XV los españoles llegaron a estas lejanas
e ignotas tierras, en las cuales se encontraron con inmensos Imperios y ciudades
con magnificas y espectaculares construcciones, especialmente el Azteca y el
Inca y en poco tiempo los conquistaron. Estos no eran Imperios muy amables, en
realidad ningún imperio lo es, sin embargo los conquistadores además de su
tenacidad, traen algo no conocido: el acero y la
pólvora, la rueda y los caballos. También una cultura menos atrabiliaria,
una religión evangelizadora y de paz, la familia y el mestizaje. Todo esto les funciona muy bien para aliarse con las poblaciones tribales
y así aunar fuerzas para conquistar y vencer a esos Imperios despóticos y
opresores.
Todo depende del cristal con que se mira y José Vasconcelos
Filosofo Mexicano, nos comparte su mirada de esta historia: “España no conquistó América; España liberó
América. En realidad no hubo conquista, sino que hubo liberación de
América de toda esa mala yerba del alma; el canibalismo de los caribes,
los cruentos sacrificios humanos de los aztecas y el despotismo embrutecedor de
los incas”.
Esto muestra ser cierto y sus poblaciones no podrían haber
estado muy satisfechas con los Imperios, pues de otra manera cómo se explicaría
que Pizarro con menos de doscientos soldados conquiste el Imperio Incaico de
doce millones de súbditos, aprese al Inca Atahualpa y derrote a los miles de
combatientes que lo acompañaban y que estaban ansiosos de acabar con los
españoles. Y que Hernán Cortés entre en Tenochtitlan y lo haga con menos de
cuatrocientos soldados, aunque esta vez secundado por miles de indios y también
conquiste el Imperio Azteca de alrededor de los diez millones de habitantes.
Pizarro y Cortés poco a poco se fueron acercando y asociando
con las tribus que adversaban a los Imperios Azteca e Inca, ofreciéndoles ser
tratados como iguales a cambio de su apoyo para derrotar al adversario común.
Se casan con hijas de los mandamases tribales, forman familia, producen
mestizaje y generan confianza con la sociedad tribal. De esta manera, “La familia se constituye en un arma política
y de conquista territorial y el mestizaje la fórmula de paz duradera”.
España en lugar de Colonias creó Provincias
y los españoles que llegaron lo hicieron para quedarse y se mezclaron con la
población llevando y compartiendo su cultura y su idioma. Ellos por Orden Real
tenían la obligación de evangelizar y respetar la ley y la autoridad local, y
sobre todo tratar a los “naturales” de las Américas como un igual, como a todo
súbdito del Rey.
Lo que nadie se esperaba fue lo que ocurrió luego con
la pestes, que arrasaron con gran parte de los habitantes nativos. Por su parte
los españoles, sobrevivientes de cientos de años de pandemias por diversos
virus, fiebres y gripes ya estaban más o menos inmunizados luego de cientos de
años de infecciones repetidas.
Al respecto y pocos días atrás, López
Obrador reclamo a España por la ausencia de vacunas allá por los años 1.500: “Cuando llegaron los conquistadores, lo
que es México hoy contaba con 16 millones de habitantes y tres siglos después
México tenía apenas ocho millones, porque se trajo la viruela y en tres siglos
ni siquiera fueron capaces de crear una vacuna”.
Desde las épocas de la abuela Lucy han pasado miles de
años, y durante ese tiempo la humanidad no ha aprendido a convivir en paz y más
bien muchas personas envidiosas usan toda clase de artimañas para destruir a los
grupos exitosos, tanto por su cultura y riqueza.
La población boliviana mestiza y diversa como todas,
ha entrado en el juego de los colores étnicos y las banderas. Los usan los
políticos populistas que necesitan imponerse y lo hacen con el afán de dividir
y enfrentar a unos contra otros, excluirlos, eliminarlos y luego dominar, enriquecerse
y perdurar para siempre. Es su derecho humano.
En este juego de poder utilizan muy hábilmente el
racismo. Este estigma es muy útil pues conlleva un sentimiento de exclusión de
larga data, con el que es fácil manipular las emociones. Se trata de utilizar
los rasgos físicos y el color de la piel de las personas como un mecanismo para
unir a un grupo de interés y apartar y enfrentar a los otros. Esto se lo hace por
interés económico, eliminando la competencia en los negocios, lograr acceso privilegiados
a bienes, tierras y oportunidades.
ovidioroca.wordpress.com
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