Ovidio Roca
Pasamos por una época en
la cual la población aterrorizada por la pandemia, se encapsula y reúsa ver y escuchar
las verdades que nos muestran la realidad y la vida, favoreciendo así el
discurso demagógico de los populistas.
Hemos tenido una historia poco satisfactoria, la
que necesitamos evaluar y entender para cambiarla y así mejorar nuestra vida.
Esto por supuesto aplicando un análisis realista y objetivo, pues cuando los hechos
están velados por el lente ideológico solo vemos la interpretación sesgada de los
mismos y podemos equivocarnos. Necesitamos investigar, leer y consultar para confirmar
los dichos y los hechos de nuestra vida y obtener los elementos que nos ayuden para
hacernos cargo de nuestro presente y nuestro futuro.
Nunca antes, fuimos capaces de garantizar una
convivencia basada en el respeto y la tolerancia, ahora con el cúmulo de las crisis:
sanitaria, económica y política, puede ser una coyuntura decisiva para
lograrlo.
En una
sociedad democrática, el debate amplio, serio, documentado y con propuestas nos
protege del colapso, pues sin razonar y sin debatir entre nosotros, solo nos quedará
la violencia como mecanismo de interacción.
Sin embargo,
este debate debe tratar de los asuntos que interesan para el bienestar de la
sociedad y no distraccionismos. Por ejemplo en estos momentos de profunda
crisis económica, sanitaria, social y ambiental, los políticos están en plena
discusión sobre la eliminación o reducción de sus salarios, lo cual en si es
una verdadera estupidez. Un trabajador público o privado, lo que debe hacer y con
capacidad y honestidad es un buen trabajo, cobrando por ello el salario que le
corresponde como fruto de su idoneidad y dedicación, pues de esto vive.
Otra cosa es el funcionario público nombrado por el
partido, generalmente no idóneo para la tarea a realizar y cuya fuente de
ingresos proviene de la corrupción utilizando el cargo. A éste individuo el
salario no le interesa.
Un aspecto que resalta en este dramático ambiente de
pandemia y crisis múltiples y que preocupa a toda la ciudadanía, es el futuro
del empleo y del trabajo. Esta preocupación se explica tanto por los riesgos que
vemos al frente, vinculados a la pérdida de empleo por la automatización, la
universalización de nuevos requerimientos en términos de educación, habilidades,
la aparición del trabajo digital y el surgimiento de novedosas y múltiples
formas de trabajo para las cuales no estamos capacitados.
El desafío por tanto es trabajar arduamente en nuestra
formación, pues la baja calidad de la educación formal y la ausencia de
valores, usos y costumbres adecuados, impide competir y prosperar en un mundo y
una sociedad, nueva, dinámica y competitiva.
Y es en este difícil escenario, con
miedo a salir a la calle y al trabajo, no hablemos de viajes y turismo, el
populismo cocalero nos empuja a un proceso electoral. Una elección en la cual,
por
un lado está el masismo, una masa humana aglutinada por la etnia, la coca, el
corporativismo y sobre todo por el afán de retomar el poder. Por otra parte un
conglomerado disperso de demócratas a medias, con afanes de poder y alguno con
celos enfermizos por cualquiera que les haga sombra; con lo que el cocalero se fortalece mientras la oposición se critica y destruye
mutuamente.
Todos los ciudadanos y especialmente los demócratas,
deberían elegir en las próximas elecciones
a quien presente la propuesta más seria y el equipo más capacitado y que
en las encuestas muestre las mayores preferencias. Sin embargo, hasta ahora los candidatos no presentan propuestas sólidas y como van las cosas la
gente irá a votar sin saber qué ofrecen y menos que saben y pueden hacer.
Debería estar claro para nosotros, no los enseña el sentido común, que un servidor público o privado y en este caso el Candidato, debe tener conocimientos, habilidades y disposición para ejercer un oficio. Un mecánico tiene que saber arreglar un automóvil y un gobernante arreglar un país.
ovidioroca.wordpress.com
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