Ovidio Roca
La cuarentena a la que estamos sometidos y por mucho
tiempo más, nos da la oportunidad de meditar entre otros aspectos, sobre nuestro
futuro en relación con el trabajo, la salud, la economía y la política. De comprobar
en la práctica diaria, sobre la esencia del populismo y la del liberalismo que no
se reduce exclusivamente a la propiedad y el capital como se afirma, sino la
libertad humana y en toda su extensión.
Permite ver y meditar sobre las consecuencias funestas
que trae el estatismo y las
expropiaciones de las propiedades de aquellos emprendedores que innovan y producen,
realizada por los Gobiernos populistas, desconociendo sus derechos y libertades
económicas, civiles y políticas. Asimismo evidenciar las inmensas ineficiencias
y distorsiones que generan los monopolios estatales al interior de la economía.
En su tiempo Stalin desmanteló cientos de fábricas en
la Alemania de la posguerra; las embarcó en trenes hacia la Unión Soviética
pero jamás las pudieron hacer funcionar y producir. El Partido Comunista
soviético era el dueño de todas esas fábricas, pero ni eso los salvó de la
debacle económica que por su ineficiencia les sobrevino a finales del siglo XX.
Fidel Castro expropió todas las grandes haciendas
productivas y las empresas privadas de la Isla. Hoy Cuba es uno de los países
más miserables del planeta y el Partido Comunista Cubano es dueño de todo y
produce nada más que exiliados y miseria.
Los masistas, entre otras varias inversiones truchas, compraron
en mil millones de dólares una planta de urea; la pusieron cerca de los cocales
chapareños, lejos y aislada de los mercados y no funcionó. Pero esto no importa
pues la comisión fue más de trescientos millones de dólares, color verde coca.
Esto lo graznó (twitteo) un Urubú que sobrevolaba por la zona y escucho
claramente: el negocio, el “qhatu”, el “deal” que celebraban los interfectos, mientras
acullicaban coca yungueña.
Las dolencias y secuelas del coronavirus chino y el
reforzamiento del populismo, nos están enseñando que cuando se interrumpen nuestros
derechos fundamentales de libertad económica y empresa, todo se distorsiona. Se confirma igualmente que la justicia social tan
cacareada por los populistas no son las dadivas del partido, sino el libre
acceso y en igualdad de oportunidades para todas las personas: a la educación,
a los recursos, al trabajo, la propiedad y al libre mercado.
Por su parte, la izquierda que sabe muy bien manejar los
temores y sentimientos de amor, odio y frustraciones de la gente, está aprovechando
hábilmente el ambiente de anarquía y desazón exacerbado por la pandemia, para aplicar
una estrategia internacional de expansión geopolítica.
Siguen con el conocido método comunista del agit-prop, para generar el caos: movilizan a la población que se encuentra perturbada y le señalan al capitalista y empresario, como el enemigo causante de todos sus problemas. Ellos se desahogan y con violencia producen disturbios, desmanes y destrucción de bienes privados y públicos en las diversas ciudades. Lo vimos en Chile, una de las sociedades más prósperas y estables de Latinoamérica, antes en Ecuador, Perú, Brasil y ahora en los Estados Unidos, causando inseguridad e inestabilidad y sobre todo buscando desmoralizar a la sociedad con sus acciones violentas y debilitar con ello las defensas del Estado democrático.
Siguen con el conocido método comunista del agit-prop, para generar el caos: movilizan a la población que se encuentra perturbada y le señalan al capitalista y empresario, como el enemigo causante de todos sus problemas. Ellos se desahogan y con violencia producen disturbios, desmanes y destrucción de bienes privados y públicos en las diversas ciudades. Lo vimos en Chile, una de las sociedades más prósperas y estables de Latinoamérica, antes en Ecuador, Perú, Brasil y ahora en los Estados Unidos, causando inseguridad e inestabilidad y sobre todo buscando desmoralizar a la sociedad con sus acciones violentas y debilitar con ello las defensas del Estado democrático.
Esta misma violencia es
la que vemos en Bolivia, orientada y extendida mediante los movimientos sociales,
y motorizada por minúsculos grupos de activistas del terror, bien organizados,
motivados, adoctrinados y financiados por el masismo cocalero. Lo vimos últimamente
en K’ara K’ara, Yapacaní, San Julián, Chapare, etc.
Nos enfrentamos a un tremendo riesgo, pues la
población atemorizada y sin rumbo espera que alguien los ayude y solucione sus
problemas y esto lo hace mirando esperanzada
a los líderes políticos populistas y demagogos (Y ahora quien podrá defenderme!!
Yo, el Chapulín colorado/azul).
Con esta actitud las personas pierden su responsabilidad personal, su autoestima, su identidad, su creatividad e iniciativa y se sienten frágiles y dependientes y es sobre esta dependencia que la dirigencia política populista construye los cimientos de su poder y lo hace de manera cínica y demagógica, ofreciendo soluciones que no tienen.
La miseria y sufrimiento social no es
como dicen los populistas, el resultado automático de la aviesa voluntad de la
derecha, sino muy por el contrario el resultado de las fórmulas utópicas y aplicadas
por los socialistas en búsqueda de la sociedad perfecta y como siempre con
nefastos resultados. Las
personas y los pueblos deben madurar y aprender a ser responsables de su vida y
no esperar que los caudillos y caciques los organicen y finalmente los
manipulen.
ovidioroca.wordpress.com
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