Ovidio Roca
Evolución del hombre: Lucy, homo erectus, homo
habilís, homo faber, homo sapiens, homo económicus, homo videns, homo
Smartphone.
Muy temprano voy a caminar al Parque
los Mangales y allí veo algunas personas que deambulan mirando su Smartphone y lo
hacen sin percatarse de la belleza de los árboles, las flores, los pájaros y tampoco
de los otros caminantes. Las personas no se miran físicamente unas a otras, lo
hacen digitalmente por su teléfono; se trata del Homo videns.
En estos tiempos la juventud ve y vive vía
el celular, los acontecimientos que nuestros padres conocían a través de su
vivencia personal, de los cuentos, relatos y lecturas; comportamiento que los
obligaba a la abstracción, la conceptualización y así imaginaban y razonaban. Ahora mediante la televisión y medios digitales se perciben directamente imágenes,
se anula la conceptualización y se atrofia nuestra capacidad de abstracción y
en consecuencia nuestra capacidad de razonar y entender. Esto es lo que
sucede cuando el homo sapiens es suplantado por el homo videns.
Son múltiples los factores que actualmente se
unen contra nuestra tradicional forma de vida y lo más evidente, aunque no para
todos, son el cambio climático y la pandemia coronavirica que todo lo dramatizó.
Esta pandemia sin embargo nos está permitiendo ver lo bueno y malo que hemos venido
haciendo y también nos debería dar el tiempo necesario para evaluar los
resultados de nuestro comportamiento y eventualmente definir una mejor manera
de relacionarnos con el ecosistema, la actividad productiva, con nosotros
mismos y nuestros semejantes.
Antes de la pandemia y gracias al progreso de la medicina, nos sentíamos
seguros y de paso olvidamos que nuestra vida está siempre en constante peligro
(vivíamos la amnesia de los afortunados). Ahora y como producto de la misma nos sentimos frágiles,
solos, desamparados y en nuestra vida social entramos a la era del
distanciamiento social y el relacionamiento digital, a la que habrá que
acostumbrase porque no será por un periodo breve, quizá dos años. Entonces y
escondidos detrás del barbijo entendemos que somos presa fácil de los virus,
que estamos solos y distantes y entendemos que es preciso fortalecer la salud y
potenciar la investigación y la ciencia.
El populismo cocalero es viral; leía hace poco la
explicación de un científico sobre los coronavirus chino y cocalero: “Los virus son buenos haciendo copias de sí
mismos y haciendo que esas copias entren dentro de nuevos huéspedes, así son
más exitosos y se vuelven más prevalentes hasta que la inmunidad del huésped o
medidas de salud pública lo contienen”. Asimismo es la infección por el
populismo cocalero; vacunémonos y vacunémoslos.
En este nuevo mundo viral y
digital, presos de la angustia y el temor de la pandemia, resurge con fuerza la
fe primitiva; las curas mágicas, los fetiches y los ensalmos. Cada cual se
inventa una cura para el virus y la difunde por “guasap” y la gente se llena de
ensalmos, de pócimas, de hierbas, de químicos y medicamentos diversos, pero
sobre todo de esperanza. Surgen sectas de curanderos y otras hierbas mediáticas
y así se pasan los días, mientras escuchamos machaconamente y por todos los
medios de comunicación las cifras de
muertos e infectados por cientos y miles, de aquí y de acullá.
ovidioroca.wordpress.com
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