Ovidio Roca
El próximo gobierno
democrático, post Estado Populista Cocalero, debe explicitar de inicio la
situación económica y política con que recibe el país y tomar inmediatamente
las medidas de ajuste y corrección para evitar el colapso; atrasarse, darle
vueltas al asunto conduce a una crisis como la que vive, por no actuar a
tiempo, la República Argentina.
Producido el cambio de
gobierno los problemas no se acaban inmediatamente; una parte de la población
no termina de curarse de la borrachera populista y su fuerte acondicionamiento al
modelo del estatismo y extractivismo; un modelo que se aplicó en un ambiente de
altos ingresos gasíferos y de minerales y con importantes reservas de gas
certificadas, las que ahora ya no existen. Se dice que con plata hasta la
pobreza es llevadera, el problema empieza cuando ya no la hay.
El modelo populista
mantuvo y favoreció una economía primaria exportadora, un gasto público
monumental y dilapidador, un crecimiento desmesurado de la burocracia y una práctica
permitida de informalidad, contrabando y narcotráfico, lo que genero un ambiente que ahuyenta las inversiones
nacionales y extranjeras mientras favorece y promueve la informalidad y la
corrupción y todo esto a cargo de
un sistema político estatista, centralista, caudillista y clientelar. Esta es
la receta castrochavista, fracasada en todas partes y cuyos efectos ahora
sufren nuestros amigos venezolanos y nicaragüenses que tuvieron que salir
pelando de sus países, y que pronto nos afectara también a nosotros por lo que
hay que reaccionar y hacer justamente lo opuesto.
Tocará enfrentar el
problema de movimientos sociales del MAS que no son proclives a un Estado de
Derecho y que reaccionaran violentamente contra el nuevo Gobierno, temerosos de
perder su forma de vida informal, contrabandista y cocalera. Estos y los
jerarcas del partido cuidando sus pegas, defenderán el populismo aunque por
suerte ahora con mayores dificultades pues el sistema político internacional y
el de nuestra vecindad ya no les es amigable. Nuestros vecinos han expulsado de
sus países la pandilla populista y los nuevos Gobiernos en defensa de su
soberanía y seguridad no van a permitir el narcotráfico y el contrabando que
atraviesa sus fronteras y eso afectara a grandes sectores corporativos afines
al Gobierno por la disminución de ingresos de las divisas cocaleras que luego alimentan
el contrabando. No olvidemos que solo el tres por ciento de las divisas que se
mueven en la economía son vendidas por el Banco Central y el saldo viene, menos
de la banca y más de la blanca.
Los
ciudadanos que desean vivir en el marco de la legalidad y en concierto con los
países democráticos, tendrán que unirse y enfrentar las presiones y los
problemas de la transición. Como medida educativa y orientadora, el nuevo
Gobierno democrático debe mostrar y explicar la inviabilidad y el fracaso del
dirigismo y el estatismo del modelo populista, las ingentes pérdidas que
producen las empresas estatales, los problemas que acarrea la corrupción e
inseguridad jurídica, la presión fiscal empobrecedora sobre la economía formal
y los bonos y prebendas sin base sustentable y políticas tendientes a hacer
creer que el Estado es el que debe resolver todos los problemas.
Para conocer el rumbo a seguir, hay
que observar qué países progresan y que receta política y económica utilizan y
hacer lo mismo adaptándola al contexto del país y sobre todo evitar las recetas
populistas y los cocineros que ilusionan pero finalmente envenenan al pueblo.
Es una difícil tarea que exige unidad, responsabilidad y trabajo, propuesta que
no gusta a quienes quieren vivir de ilusiones.
En el nuevo país democrático y federal, que
necesitamos construir, debemos asegurarnos que todos los ciudadanos tengan los
mismos derechos e iguales responsabilidades, que todos cuenten con una sólida seguridad jurídica y física, garantías
de neutralidad de las leyes y el respeto a la propiedad privada. Las políticas públicas
deben tender a mejorar la competitividad bajando los costos para llegar a los
mercados internacionales y esto se logra, no con más protección estatal, sino
liberando la economía y las fuerzas del mercado.
Se debe
garantizar todas las libertades ciudadanas y también aquella absolutamente
desconocida en Bolivia, la de libre tránsito, que genera inseguridad y pérdidas
a los productores y transportistas que atraviesan el territorio nacional, pues
si no lo hacemos olvidémonos también de corredores bioceánicos.
En la actualidad, la actividad
productiva está cada vez más relacionada con la tecnología y la innovación y
los empleos siguen la misma tendencia, por lo que es fundamental que se trabaje fuertemente
y centrados en la educación y la economía del conocimiento y la innovación.
En este
nuevo modelo de país, los empresarios deben entender que su rol es orientarse por
factores económicos en un ambiente competitivo, dedicándose a producir más y
mejor, en vez de estar supeditados a los planes de burócratas, permisos de
producción y exportación y pidiendo beneficios y ventajas exclusivas.
La población está cansada de la
corrupción y los abusos y necesita de una voz fuerte para decirlo, para
denunciarlo y que luego se convierta en un coro ciudadano de protesta y acción;
luego se necesita conformar un equipo de gobierno honesto y altamente
calificado, responsable de reconstruir las instituciones y especialmente
garantizar la justicia y ser capaz de tomar duras decisiones de política
económica.
En consecuencia la única opción es
arreglar la democracia, la economía y el sistema productivo, poner en práctica un plan de reconstrucción nacional o salir pelando del
país como hicieron los cubanos, venezolanos y hondureños.
Alea Jacta Est.
ovidioroca.wordpress.com
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