Ovidio Roca
En su estrategia política para la conquista
del poder los ideólogos socialistas del Foro de Sao Pablo, diseñaron para
aquellos países con mayoritaria población indígena una estrategia racista y de
enfrentamiento con el mestizo blancoide, al que califican de neoliberal y explotador
del pueblo y de la naturaleza, y en contrapartida dibujaron una imagen del
indígena como persona pachamamista y explotada por el sistema. Hace poco decía el
Evo que eran la “reserva moral de la humanidad”; se refería por supuesto a
quienes lo apoyan, no a los indígenas con criterio propio y que lo adversan.
Luego sacralizaron las palabras racismo,
discriminación, proceso de cambio, que son utilizadas por los grupos de activistas
gubernamentales para manipular la opinión pública y así declarar culpable y
enemigo del pueblo al ciudadano de cualquier color de piel y con pensamiento
propio, por el solo e imperdonable delito de ser opositor al grupo gobernante.
El racismo ha sido siempre un mecanismo
que permite eliminar de la competencia y del mercado a ciertos grupos que nos
perjudican y molestan, y para visibilizarlos y excluirlos se utilizan los
rasgos étnicos, culturales o religiosos. El racismo fue usado durante los gobiernos
“neoliberales” y ahora lo utiliza activamente el grupo de poder masista; primero
contra los blancoides opositores y luego contra todo aquel que se les oponga
sin fijarse si es indígena o mestizo.
En el ejercicio
del poder los masistas rápidamente se olvidan de la pachamama,
especialmente cuando se trata de
incrementar el cultivo de coca, devenida en mercancía y no hoja sagrada;
entonces se tumba el monte a troche y moche, se colocan pesticidas y
fertilizantes para aumentar la producción y en su proceso de industrialización cocainera
se utilizan ácidos y químicos que contaminan los acuíferos y matan la
biodiversidad; y ni hablar de la exploración minera, con el cianuro, el
mercurio y tuti cuanti, así el famosos discurso ecologista termina naufragando.
Así comprobamos que el ecologismo, el pachamamismo, el cuidado de la madre
tierra, es un eslogan que termina cuando hay un buen negocio, sea con la hoja
sagrada, con los minerales de la madre tierra o la madera de los bosques y
áreas protegidas.
Para avanzar y construir país libre y democrático,
es necesario convenir que intrínsecamente todos somos ciudadanos, personas iguales
ante la ley y que ni unos ni otros, hombres o mujeres, más blancos o más negros,
somos mejores o peores y lo que verdaderamente nos identifica y califica es
nuestro aporte personal a la sociedad. Somos lo que somos, no por una herencia
genética sino por nuestro ser social como producto del entorno en que nos criamos,
la cultura familiar, la educación y formación técnica y los valores éticos de
respeto por uno mismo y por los demás; por tanto lo importante es crear
oportunidades de educación, trabajo y riqueza para todos.
Si observamos a los gobernantes y especialmente
a los populistas, podemos verificar que el ejercicio del poder los enloquece a todos
y con más fuerza a quienes no tiene principios y fortaleza de carácter, dejando
salir la calidad de persona que verdaderamente son; pues reiteramos, no es asunto
de sexo, de raza ni de color; sino de ética, de buenos y malos hábitos y peores
gustos.
El presidente cocalero y futbolero, que se
identifica como indígena, hace lo que le place y se satisface en construir aquello
que le gusta para deleitarse observándolo cuando pasea en sus tours nacionales:
coliseos y canchas de pasto sintético, museos personales, elefantes blancos (esto
cuando no está en su avión por el mundo internacional de los VIP’s), prometiendo
prebendas a sus seguidores y prometiéndoles bonos y subvenciones de todo género,
aunque insostenibles.
Migración del
altiplano hacia las tierras bajas la hubo desde los años cincuenta del siglo
anterior; pero colonización orquestada, política y con intención colonizadora,
sustitución poblacional y de toma de territorios, usando las instituciones y
recursos del Estado, se dio con en el proyecto cocalero del masismo. El gobierno populista del MAS de prevalencia aymara en su plan de
expansión de fronteras, busca colonizar un territorio y una población que les
es ajena y que desde su perspectiva racista y centralista considera hostil y
separatista; para ello utiliza discrecionalmente las instituciones creadas por
ley republicana para garantizar el adecuado uso del suelo y la protección de
los bosques (el INRA y la ABT) y en este plan, organiza los traslados
poblacionales andinos, los mitimaes, para promover el avasallamiento del
oriente; tanto de sus tierras como de su gente.
A su vez con nuestra actitud depredadora de
los recursos naturales, hemos desequilibrado al ecosistema, por lo que la
naturaleza se rebela y nos muestra su mala cara: el cambio climático, sequias
inundaciones, incendios, escasez de agua potable y de alimentos y así entenderemos
que el racismo y el ecologismo de los populistas cocaleros es una estrategia de
poder que busca manipular y dominar a la población, enriquecerse hoy y rápido,
sin pensar a que costo social y ambiental, lo que definitivamente es malo para
todos: populistas y opositores.
ovidioroca.wordpress.com
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