Ovidio Roca
“Así nomás había
sido”. Cayetano Llovet
El modelo estatista y
populista del MAS, se sustenta en una economía primaria exportadora basada en el gas de petróleo, los
minerales y la coca, y como estrategia para captar apoyo de su militancia
promueve el rentismo, que les permite controlar los bolsillos de sus seguidores
y por tanto su lealdad.
Una parte fundamental del discurso de la cúpula
masista es el indigenismo, con el que se promueve el nacionalismo étnico aimara quechua y usando el Icono “Evo Presidente indígena”,
logran confundir y convencer a una parte importante de la población de origen
andino, la que además con el eslogan “Yo soy Evo” siente aumentada su
autoestima y como resultado; ahora el Icono es más importante que la política y
por tanto insustituible.
Como resultado del
populismo y la inseguridad jurídica; la actividad empresarial privada es cada
vez más dependiente del Gobierno y de sus decisiones políticas dirigistas, y
como consecuencia existen cada vez menos empresas productivas formales. A su
vez los empresarios restantes para sobrevivir prefieran transar con el gobierno
y hacer negocios antes que enfrentarlos políticamente, es decir prima el
pragmatismo sobre los valores éticos.
Por efecto de las malas
políticas gubernamentales, se tiene una débil estructura económica productiva
nacional y una baja formación educativa por lo que se tienen grandes problemas
para ingresar a economías innovativas, tecnológicas y formales. A su vez la
población en lugar de enfrentar el problema espera que otros; alguien, el
Estado, pueda solucionarlos. Se trata de una población con síndrome estatista y
dependiente que pide un modelo económico “desarrollista”; demanda que es satisfecha
por los políticos populistas que ofrecen pegas, negocios, inversiones y planes
fantasiosos dirigidos desde el Estado para felicidad de la población.
Para el
populismo, la burocracia estatal y las pegas públicas son muy importantes, un
mal que luego será difícil de erradicar pues para los militantes masistas dejar
la pega implica abandonar sus fuentes de prestigio, de poder e ingresos y eso
es impensable.
Este discurso masista tiene gran aceptación
popular, pese a que la experiencia muestra que en el actual
mundo globalizado y de acelerado avance tecnológico y de permanente información
las economías primarias y políticas dirigistas y estatistas no tienen mucho
futuro, pero aun así las quieren.
De esta manera y dando gusto a sus bases, los
masistas aplican su receta populista, estatista, racista, dictatorial más unas
hojas de coca, ese su menjunje de tipo socialista que es básicamente el mismo que en otras latitudes ha matado y
destruido los pueblos que lo comieron.
No
se quiere ver la realidad ni la experiencia internacional que muestra que toda
esta política populista conduce al país a la pobreza, informalidad, desorden,
desaliento y corrupción, y de ninguna manera hacia la prosperidad económica y
social. Pues si verdaderamente quisiéramos un Estado y una sociedad exitosa, deberíamos
hablar de institucionalidad y no de etnias: indios, negros, blancos, amarillos
o azules. Tampoco se trata de hacer desaparecer al Estado sino de limitarlo y
controlarlo y para ello no hay mejor solución que fortalecer la sociedad civil
y la libertad económica, contando con ciudadanos que acatando unas normas
básicas de convivencia se organizan y se unen para gestionar su futuro.
La crisis causada por
la caída de precios internacionales y por la ineficiencia y corrupción interna
está mostrando la necesidad urgente de un cambio de mentalidad, de dirigencia y
de modelo de economía, antes que la situación sea caótica e irreversible.
ovidioroca.wordpress.com
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