Ovidio Roca
Recuerdo la gran
inflación que vivimos en los años ochenta durante el desgobierno de la UDP; una
inflación de veinte mil por ciento anual que nos dejó locos a todos, enriqueció
a muchos vivos y empobreció a la gran mayoría.
Ahí aprendimos que en
estos procesos de transición de políticas y modelos económicos hay que tomar
medidas drásticas, no escapar por la tangente y aplicar políticas macroeconómicas efectivas como las del famoso Decreto 21060: liberalización del mercado financiero, supresión
de los controles de precios, del comercio exterior, y el bolsín como
mecanismo de fijación del tipo de cambio flexible.
Al igual que en esa época, cuando se derrumbe el proceso
de cambio cocalero, que entrampo y deformó nuestra economía, se hará necesario
tomar medidas de ajuste serias, entre estas:
El Estado debe hacer su
trabajo constitucional con eficiencia y dejar su actual rol de empresario
incapaz, su estatismo y
centralismo.
Se necesita de forma urgente; garantizar la
propiedad y las inversiones; liberalizar el comercio, solucionar la sobrevaluación del peso boliviano que
actualmente promueve el contrabando y las importaciones y encarece las
exportaciones; liberalizar la economía procediendo a la privatización de las empresas estatales que en manos del Estado han
fracasado y establecer un sistema de desregulaciones masivas que evite
convertir los monopolios estatales en monopolios privados; en fin garantizar
libertad y seguridad jurídica para que la gente pueda trabajar e invertir.
Este tipo de decisiones que afectan a la actividad
económica y el empleo, hace que el proceso de transición del populismo hacia
una economía de mercado productiva y formal, sea dificultosa y bastante
resistida por una parte importante de la población que actualmente en la
informalidad y piensa que es la única forma que tiene para sobrevivir.
Esta
actitud de la población es reflejo de su vivencia en un país que no ha podido construir
hasta ahora un tipo de economía formal, diversificada y sostenible. Un país
donde el setenta por ciento de su gente se dedica a las actividades informales,
pues carece de formación técnica para conseguir su trabajo y su sustento por lo
que se dedica al contrabando y otras actividades comerciales y de servicios de
baja calificación, complementadas con el negocio de la coca y el narcotráfico.
Todo esto en un Estado Plurinacional con funcionarios públicos elegidos por su
insuperable e innegable incompetencia, su llunkerio, sus sombreros y ahora sus trajes
shaolin para hacer juego con el jefazo.
Además reciben
el permanente mensaje tanto etnicista como populista de parte de un liderazgo que
promueve el sentimiento de nacionalismo étnico aimara quechua, con lo que el
gobierno ha logrado cautivar a una parte importante de la población andina y
migrante. Igualmente promete, ofrece y en ocasiones provee de
algunos regalos a sus seguidores, buscando generar confianza y mantener la dependencia
de sus bases; grupos corporativos que viven en un ambiente de permisividad, impunidad
y de libertad controlada, donde se puede hacer de todo menos enfrentar al
partido y donde la norma fundamental es el acatamiento al jefazo y su combo.
Las reformas, como toda forma de terapia,
tienen sus costos y la gente que los sufre piensa que lo anterior fue mejor,
olvidándose que está sufriendo las consecuencias de una intoxicación populista.
Por esto y para conducir el tránsito de modelo económico del populismo y
estatismo hacia una economía liberal y de mercado, son indispensables los
políticos profesionales, personas no improvisadas, pues la transición no es meramente
un problema académico, es un asunto tanto ideológico como de acciones prácticas
y como se trata de realizar un verdadero cambio político y de modelo de
economía se requiere necesariamente de partidos políticos serios y con programa;
militantes preparados y decididos a impulsar y apoyar las reformas, hacer campañas
de concientización y ganar el apoyo ciudadano.
Todo
esto hace dificultoso, aunque no imposible, el conseguir apoyo de los grupos
informales para la transformación de la economía y las políticas; sin embargo
el agotamiento del populismo, como sucedió con el comunismo en la Unión
Soviética, seguro que ayudará.
Contar con ayuda internacional es importante
pero es solo marginal, pues todo el peso de la herencia del desastre populista
cae en los ciudadanos. Estos costos de la transición que necesitan ser compartidos
pues no pueden recaer solamente sobre las espaldas de los grupos más débiles y menos
organizados.
Y aunque es impolítico, es necesario
decir siempre la verdad y ser claros en cuanto al esfuerzo que demanda este
proceso: se puede prometer libertad y oportunidades aunque no resultados,
porque los resultados dependen de la gente, de cómo ella utiliza la libertad y
aprovecha las oportunidades.
ovidioroca.wordpress.com
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