Ovidio Roca
“La cuestión regional tiene un doble origen: histórico y democrático.
Por su origen histórico, tiende a la identidad. Por su origen democrático, a la
libertad”. (Jean-Claude Casanova).
Hay huellas y cicatrices que
evidencian esos errores y pautas que se repiten una y otra vez en
nuestra historia Colonial, Republicana y ahora Plurinacional. Durante la era Colonial los distintas
Provincias del Alto Perú hacían su vida de manera más o menos autónoma, aunque respondiendo a los dictámenes de los centros
de poder: el Virreinato de Lima y el Virreinato del Rio de la Plata. Estos Virreinatos coloniales competían entre sí por controlar la
riqueza de Potosí y cuya posesión explica la cruenta y larga guerra que actuó
como la partera de Bolivia.
La Audiencia de Charcas
nació como parte del Virreinato del Perú y cuando en 1.778 se crea el de Buenos
Aires, pasa a pertenecerle. Luego en 1810 cuando se da la Guerra de la
Independencia de las Provincias Unidas del Rio de La Plata, el Virreinato del Perú
recupera a Charcas. Por su parte Charcas que dependía sucesivamente de estos dos
Virreinatos, siempre busco tener una relación directa con la monarquía española
y no a través de sus Virreyes.
La conformación de
Bolivia en 1825 se produjo mediante la adhesión de varias Provincias autónomas que
buscaban un centro aglutinador. Algunos líderes orientales entusiasmados por la riqueza de Potosí, el
prestigio de la Audiencia de Charcas y la famosa Universidad
Mayor Real y Pontificia San Francisco Xavier, optan por unirse a la
naciente República de Bolívar, aunque de nada les sirve pues siguen marginadas
y menos libres que antes.
Instalada la Republica, el Estado Centralista
minero nunca tuvo una relación fluida con las otras provincias y menos con
aquellas alejadas y sin riquezas mineras. Santa Cruz y los pueblos del
oriente eran pobres, estaban aislados, estaban lejos de todas partes y carecían
de las riquezas minerales que movían el interés de los gobernantes, los que pese
a las permanentes demandas, no atendía los pedidos de Santa Cruz para su
vinculación nacional e internacional y las postergaban, como ocurrió por
ejemplo con Puerto Busch.
Santa Cruz se mantuvo aislada hasta
mediados del siglo anterior, cuando en 1953 el Gobierno de la Revolución Nacional
decide incorporarla al país mediante una carretera asfaltada, buscando tener un
área de producción agrícola y un espacio territorial para trasladar los excedentes
poblacionales de los pueblos andinos; migrantes éstos que al llegar actúan como
mitimaes para tener control sobre el territorio y la población.
Con la apertura de las
vías de comunicación la región tuvo acceso a los mercados y como consecuencia la
producción agropecuaria y agroindustrial creció exponencialmente y Santa Cruz
se convirtió en el centro más dinámico de crecimiento económico y poblacional
del país. Pero como la vinculación con el
Estado central era forzada, Santa Cruz mantuvo siempre un espíritu de rebeldía
y autonomía.
En la época actual, la del Estado Plurinacional
cocalero, los masistas cuando hablan del país de la llanura y el chaco, se repiten
y mencionan siempre los mismos calificativos: “separatistas que tratan de
dividir el país, racistas, discriminadores, regionalistas”. Estas ideas reiterativas, obsesivas, muestran sus deseos
y temores; lo que quieren y lo que los asusta y mientras la historia transcurre tumultuosa, diversa y azarosa,
ellos siguen obsesionados con sus mismas ideas fijas.
Desde sus orígenes los pueblos orientales han
querido ser autónomos en sus decisiones, y su orientación ideológica siempre
estuvo dirigida hacia la libertad y el estado de derecho, aquel que garantiza
la convivencia civilizada entre todos los ciudadanos. Sin embargo en los últimos tiempos la dirigencia regional,
por temor y por interés termino tranzando con el poder, y buscando mantener su
bienestar y sus negocios acepto dejar de lado sus principios autonómicos, la
democracia, la libertad de expresión y aceptaron además la economía estatista y
dirigista y políticas económicas y monetarias del Gobierno, pese a que estas
incentivan la informalidad y afectan al desarrollo de la producción y la
competitividad de la región y del país.
La historia deja huellas y cicatrices por
lo que en procura de superarlas y construir un país unido en su diversidad y
donde se respete la cultura e idiosincrasia de cada pueblo, es obligación de
los dirigentes y de los pueblos definir su propio futuro y asumir la
responsabilidad de su destino.
El reto es adoptar el manejo autónomo de la región
como parte de un Estado Republicano Federal, que respete la idiosincrasia de
los distintos pueblos, que promueva una economía liberal y competitiva y trabaje
en el permanente fortalecimiento
de las instituciones básicas, como el poder legislativo, el poder judicial y
electoral, que son los órganos del Estado encargados de preservar los derechos,
garantías y libertades ciudadanas.
Ahora y como antes
también lo fue, la exigencia para los lideres, los intelectuales, los
empresarios, el pueblo, sigue siendo la búsqueda de la libertad, de una democracia
de calidad que es la que nos conduce hacia un mejor y más responsable
desarrollo; un desarrollo sostenible, con una cultura humanista y
tecnológica, con responsabilidad y cuidado del medio ambiente y con más
transparencia, menos corrupción y menos pobreza.
ovidioroca.wordpress.com
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