ECONOMIA PUBLICA Y PRIVADA, UNA PERSPECTIVA DESDE EL LLANO
Ovidio Roca
Ufano y exultante, sube a su lujoso avión y al
aterrizar en el aeropuerto lo espera su nuevo helicóptero con el que llega rápidamente
a la cancha de fútbol del pueblo; allí juega varios minutos, mete un gol y es vitoreado
ruidosamente. Luego sube al auto para ir a servirse unas y frías y un platito
con los amigos. Qué pena que el satélite Chino fue un cuento chino (aunque un
buen negocio por las comisiones) y no pueda trasmitir su goles para su hinchada
en el Chapare. Piensa luego, si mejor será ir a Irán, o quizá a Cuba antes que
Fidel se muera. No vale la pena ir a Venezuela, pues ese Maduro es un estúpido
y no tiene plata; nada que ver con Chávez; pero antes estará en Oruro
entregando unas canchitas de pasto sintético.
Que sacrificada vida para este empleado del Estado, en
su ardua pega de gastar la plata de los otros: Esto es la economía pública, y
mejor dicho la apropiación de los recursos públicos por la burocracia.
Un trabajador privado sale temprano al trabajo, toma
el colectivo y se pasa el día lidiando con los clientes y las llamadas de atención
de su jefe. Su mujer lo pasó peor; primero ocupada en su trabajo y luego
haciendo las labores de la casa; cuidando a los niños y buscando como hacer
rendir el sueldo; si lo hace bien, a lo mejor se podrá comprar unos zapatos este
mes: Esta es economía privada. Es
decir generación de ingresos por el trabajo, la innovación y el emprendedorismo.
La percepción de las cosas y especialmente de la
economía; es diferente desde el poder y desde el llano. Por esto y basados en
su propia experiencia, las personas cuando ven la crítica que se hace a los
burócratas porque no gastaron toda la plata del presupuesto, ya sea del
Ministerio, de la Gobernación o de la Alcaldía; no terminan de entenderlo. Quizá
por el eufemismo usado: “baja ejecución presupuestaria”.
El pueblo ve y se maravilla que en el sector público,
gastar la plata de los demás es bueno y mientras más gastan mejor. Totalmente
lo contrario de lo que ocurre en su vida, donde gastar irresponsablemente la
plata ganada con el propio esfuerzo, no solo es malo sino peligroso.
Se habla del gasto, pero casi nunca se destacan los
asuntos referidos a la prioridad y calidad de la inversión realizada, la viabilidad
y pertinencia de la misma, el cumplimiento de los cronogramas y el precio
competitivo de la inversión ejecutada, o parcialmente ejecutada y peor aún, pagada
y no ejecutada.
En nuestro hogar si durante el mes logramos pagar las
cuentas de los servicios básicos, si paramos la olla, si disfrutamos de algún evento
familiar y además conseguimos ahorrar; es de maravilla. Nuestro indicador es el
bienestar familiar y contar con una economía sana y un ahorro para las
eventualidades, por eso cuando llegamos al fin de mes y hemos ahorrado algo podemos
decir que todo está bien.
Por esto es imprescindible para el bienestar y
progreso de la población, reencausar la economía pública, con un Estado mínimo,
eficiente y sólido y con funcionarios idóneos y no el Estado populista que mientras
más pegas públicas ofrece mejor y mientras más gastos realiza, mucho mejor. Así
como exigimos que el cocinero sepa cocinar, el mecánico sepa arreglar los
vehículos, debemos exigir que cada cargo público sea llenado por mérito, con
funcionarios profesionales eficientes e idoneos para cada cargo.
Mientras que en la economía privada se obtienen los ingresos
por el esfuerzo personal, la explotación de su propio capital o de la
combinación de ambos. En la economía pública se obtiene los ingresos de los
impuestos y el endeudamiento, que en nuestros países es cada vez más acelerado.
Los burócratas populistas, viven y gastan el fruto del trabajo de los otros, a
quienes sacan impuestos y cargan las cuentas de las deudas cada vez más
abultadas en las espaldas de nuestros hijos y nietos.
En la vida y economía privada, los riesgos de una mala
inversión y las pérdidas por mal manejo las tiene que asumir la persona
responsable; mientras que el burócrata público no corre ningún riesgo y los
fracasos de sus malas inversiones se los traspasan rápidamente al pueblo
trabajador.
Es por esto y sobre todo en regímenes populistas, que
todos aspiran a tener una pega en el gobierno, en las instituciones públicas,
pues allí la melea es fácil y abundante. Como decían los cambas de antes, “es
como melear en tacuara”.
ovidioroca.wordpress.com
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