CUENTOS QUE LE CUENTAN A LA GENTE
Ovidio Roca
A la gente le gustan los cuentos y por eso tienen
tanto éxito y audiencia los saca suertes y los populistas. En nuestro país nos
contaron el cuento del socialismo, el mismo cuento que se usó y se usa en todas
partes para engatusar a las masas y que emociona especialmente a las audiencias
de bajo nivel de ingreso y educación. Dependiendo del cuentista y del cliente se
enfatizan cosas como comunitarismo, indigenismo, pachamamismo, patrióticas
nacionalizaciones, empresas públicas y sobre todo, bonos y
subsidios que es lo que más gusta a la
gente.
Los cuentistas también nos asustan con los relatos del
coco neoliberal y nos cuentan de los exorticios y conjuros que hay que realizar
para deshacernos de las empresas capitalistas y lograr la felicidad socialista.
Para empezar hay que demonizar y joder a la empresa privada (la de los
opositores no la suya que es buena) fuente de todos los males, aplicando avasallamientos
a las propiedades de los otros, prohibiciones a las exportaciones (menos a la
cocaína), controles de precios, veto a los transgénicos, terrorismo
tributario, manejo de las normas laborales y un sin fin de trámites largos y
onerosos que solo pueden ser facilitados previa propina que depende de la cara
del pavo y por si acaso cualquier otra traba que perjudique las inversiones de
los cochinos capitalistas. Como son gobierno, de yapa y para causar terror,
acosan y amedrentan a los opositores y sus familias.
Detrás de todo este cuento, lo que finalmente buscan
es dinero y poder. Poder sobre todo y sobre todos y esto lo hacen arrasando con
todo lo que encuentran a su paso: bosques, aguas, tierras, minas, pueblo, indígenas,
opositores y guiados por su afán de poder y dinero que es su única ideología.
Cada cuentista tiene su cato de coca o de poder; los
del Chapare piensan en un estado cocalero autónomo, con aeropuerto
internacional línea blanca, industria gasífera y de precursores, carreteras
atravesando el TIPNIS hacia San Ignacio de Mojos y La Paz. También extender su
territorio avasallando los Parques y
Reserva Naturales del Isiboro Sécure, Carrasco, Amboró, Chore y esto para
ampliar los cultivos de coca y las fábricas de línea blanca. Para financiar
estos negocios, usan la plata de los otros, bajo el mecanismo del
"le meto nomas" y palo al que joda.
Los otros plurinacionales, usando su cato de poder, incursionan
en el cobro de comisiones por adjudicación de obras públicas, negocios
inmobiliarios, contrabando masivo, transporte, pegas públicas y depositan su platita
en los seguros bancos internacionales capitalistas. No por nada los Gobiernos
de los países signatarios del Socialismo Siglo XXI han sido reconocidos como
los campeones mundiales de la corrupción.
Mientras tanto, la economía nacional es cada es cada
vez más extractivista, menos diversificada y de bajo nivel de desarrollo
industrial y empresarial. A su vez la población, que aunque se caracteriza por
ser emprendedora, en su gran mayoría
está poco capacitada y motivada para trabajar en una economía moderna y de
producción competitiva, la que exige preparación tecnológica para poder progresar
y por tanto tienen temor a un régimen y una economía que exija formalidades y
destrezas.
En este ambiente la población halla su solución
para sobrevivir, en la informalidad; de aquí que gran parte de la gente tiene temor
del cambio hacia una economía formal y un Estado democrático, que exija un
orden jurídico y el cumplimiento de las leyes y peor aún, temen que cualquier
gobierno que suba por elecciones no pueda soportar las presiones de los grupos
de activistas y movimientos sociales, sindicatos, narcotraficantes, grupos armados
y bloqueadores del régimen cocalero y que el nuevo Gobierno se desestabilice y
caiga llevándonos al caos.
Como nada dura, ellos también se irán dejando tras si una herencia maldita; fundamentos institucionales podridos de populismo, un Estado dividido étnicamente y desvinculado socialmente, ciudadanos que carecen de una cultura común compartida. El problema es que esto no se arregla retocando el tipo de cambio, las tarifas de los combustibles y servicios públicos o haciendo algunas correcciones en el sistema legal, sino que demandan un cambio sustancial de actitud y voluntad de construir un nuevo Estado, con democracia, educación, orden, responsabilidad social y ambiental.
Como nada dura, ellos también se irán dejando tras si una herencia maldita; fundamentos institucionales podridos de populismo, un Estado dividido étnicamente y desvinculado socialmente, ciudadanos que carecen de una cultura común compartida. El problema es que esto no se arregla retocando el tipo de cambio, las tarifas de los combustibles y servicios públicos o haciendo algunas correcciones en el sistema legal, sino que demandan un cambio sustancial de actitud y voluntad de construir un nuevo Estado, con democracia, educación, orden, responsabilidad social y ambiental.
Dejándonos de cuentos, en todas partes vemos que las
sociedades solo progresan en un ambiente de estabilidad y seguridad jurídica,
lo que permite invertir, innovar y diversificar la producción. En esta
perspectiva los nuevos trabajos se orientan hacia la investigación y el
desarrollo tecnológico, biotecnología, agroindustria, granjeros, manufacturas,
artesanías, cadenas productivas, turismo, salud, cuidados de la tercera edad, medio
ambiente, etc.
Todo nos señala que el futuro de los pueblos está en
la economía del conocimiento y que los empleos requieren de cada vez mayor formación
tecnológica, mientras que los trabajos rutinarios tienden a ser realizados por
máquinas y computadoras; por lo que necesitamos educarnos y capacitarnos en
ciencia, tecnología e innovación para encontrar trabajo y progresar y todo esto
necesariamente en un ambiente de libertad y democracia, con alternancia de poderes
y libres de repostulación y corrupción.
ovidioroca.wordpress.com
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