CONVERSA FIADA, CULTURA CULATERAL.
La forma de ver el mundo está influenciada definitivamente
por una pugna constante entre las hormonas y por las neuronas. Con el paso del
tiempo, la testosterona se aquieta y quedan aún algunas neuronas resistiendo el
asedio del alemán, lo que permite apreciar
y desarrollar otros temas, en un ambiente playero, además del hilo dental.
Estaba frente al mar, tumbado en una silla playera,
mientras a mi frente pasaban cientos de garotas bamboleantes, piernas como
columnas griegas y magnificad nalgas respingonas y apuntado al cielo, nada que
ver con las planicies de las colas blancas.
Este espectáculo y la caída de las hormonas, me trajo
al recuerdo un ayudante de la cátedra de antropología en el Museo de La Plata, quien
ampliaba nuestros conocimientos sobre las nalgas de los primeros humanos en África,
quienes vivían en un ambiente de prolongados periodos de escases de alimentos.
Explicaba, que aquellos mamíferos que tenían receptáculos para llevar reservas
de grasa fueron quienes mejor sobrevivieron. Vemos por ahí los camellos y su
joroba, los cebuinos y su giba y la esteatopigia de las hembras humanas. Unas tremendas
nalgas donde llevan y guardan la grasa para épocas difíciles de su vida como cazadores
y recolectores.
Ante la exuberante abundancia que seguía caminando
por nuestro frente, comente con mi mujer sobre una película de los setenta, Soylent
Green, que muestra la crisis de una sociedad superpoblada donde escasea el agua
y los alimentos y para paliar esta necesidad, el gobierno de tiempo en tiempo
reparte unas galletas verdes, que les provee la empresa Soylent.
Asimismo y para controlar la superpoblación, a
cierta edad, se somete a las personas a un examen de viabilidad y los que no aprueban
son enviados a locales donde se procede, de forma profesional, a la eutanasia.
Uno de los personajes, se introduce al local de la empresa Soylent y allí ve
como centenares de personas disfrutan sus últimos momentos mirando escenas de
películas donde se muestran, bosques, lagos, aves, comidas exquisitas; todo ya
extinto o inexistente. Luego los cuerpos son introducidos a una maquina
procesadora y la masa orgánica mesclada con algas y plancton da lugar a las apetecidas
galletas verdes.
El punto es, les comento a mi mujer y otros amigos
allí presentes, que el mundo va hacia esto, y viendo este desfile de abundantes
carnes y grasa, creo que es un desperdicio que, en su momento, no sea aprovechada para hacer galletas,
velas y combustibles. Durante varios días ninguno me hablo, ni comió carne,
quizá alguna para bajar de peso.
Volviendo hacia el tema de la imaginación, en la famosa
novela “La Isla de los Pingüinos” de Anatole France, se cuenta que para
terminar aburridas discusiones teológicas en el cielo, con relación a los
pingüinos que habían sido bautizados por error por un fraile casi ciego, Jesús
decidió convertir a los pingüinos en humanos.
Los nuevos humanos continuaron viviendo en las
playas divirtiéndose y pescando, todos desnudos pues no existían las ropas y el
clima era agradable. En algún momento un pingüino tomaba una hembra la cubría y
luego seguía en sus juegos y la pesca. Era todo tan aburrido que Satanás decide
ayudar a una pingüina bastante poco agraciada y que no recibía ninguna
atención. La cubrió con un lienzo y le apretó
la cintura; invento los tacos altos y se los puso, para que se levante
la rabadilla e impulse los pechos. Así cubierta y con el trasero erguido la
hizo caminar por la playa, y tras de ella venia un rimero de pingüinos todos queriendo
cubrirla. Aquí el diablo había añadido un nuevo y peligroso ingrediente, la
imaginación. Como la pingüina estaba velada, la imaginación exaltaba los deseos
de los machos, quienes veían lo que más deseaban.
En los años cincuenta el cine italiano y
norteamericano impusieron las tetas, mientras más grandes mejor. En este siglo
XXI se posiciono el trasero como expresión máxima del erotismo y la belleza
femenina y al icono de las caderas y las nalgas, JLo.
Lamentablemente, para algunas, la búsqueda del éxito
se está orientando hacia el desarrollo del trasero y no al de las neuronas. Recuerdo
con nostalgia tiempos antiguos, cuando las niñas veían la cámara fotográfica y ponían
una carita feliz esbozando una bella sonrisa. Ahora inmediatamente, casi todas,
giran la cadera, muestran el trasero y pelan los dientes con la mueca Glori Limp.
Para mi amigo Floreal, que me manda unos PPS, que no
veo pues mi mujer los borra inmediatamente.
Aunque como decía el camba, “tarde piancho”.
ovidioroca.wordpress.com
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