EN SEPTIEMBRE, ESPEJISMO DE LA PLATA
Ovidio Roca
Somos hijos de Asunción, madre de ciudades, de quien
nos alejamos y luego nos olvidamos, encandilados por el brillo de la plata que
refulge más que la yerba mate.
Desde los inicios de su asentamiento en Mojos, en 1561,
los cruceños nombraron a su Gobernador y lograron de España tantas libertades y
exenciones que prácticamente eran autónomos. Distantes de los centros de poder
y de comercio, los cruceños vivían prácticamente aislados y no sentían la
opresión de la corona española, lo que sí temían es los abusos de los criollos
que eventualmente venían de Buenos Aires y de Charcas y perturbaban la vida y
la paz de los habitantes. Es por esto que ante la disputa de poderes durante la
emancipación americana, ellos preferían
un Rey lejano que no los gobierna, a un criollo autoritario encima de sus
cabezas; bajo esta lógica los cruceños eran realistas prácticos, es decir prácticamente
autónomos.
Bolivia se constituyó, en 1825, en base a una
confederación de provincias autónomas. Las de los llanos, provincias pobres y
aisladas, se ilusionaron con el espejismo de la plata de Potosí y el prestigio
de la Audiencia de Charcas, lo que las llevó a formar parte un estado andino
centralista, el que desde el inicio nos excluyó y ahora nos adversa.
Luego de la fundación de la República la inmensa y despoblada
región de Mojos y Chiquitos siguió con su vida de aislacionismo y lo único que conocía
de la Republica minera era el arribo de los Prefectos enviados desde La Paz y
los opositores exiliados por el régimen de turno.
La actividad económica cruceña era básicamente, caña de azúcar,
ganadería, arroz, maíz y, curtiembres, talabarterías e ingenios rústicos para
la producción de azúcar. Una parte de esta producción era vendida a las zonas
mineras y transportada hasta allí en mulas y con gran costo.
Con la llegada del ferrocarril a Uyuni en 1880, la producción
cruceña fue totalmente desplazada por los productos que llegaban de Chile y
Perú, prácticamente sin costo de transporte. Recordemos que este ferrocarril
fue construido para llevar los minerales a la costa, y de retorno venían los
vagones vacíos; por lo que con flete prácticamente gratuito, permitía traer
productos para el mercado de las minas y centros poblados de occidente.
Santa Cruz en esa época tenía poco menos de diez mil habitantes,
los que quedan sin ingresos para importar algunos productos esenciales y cunde
en ellos la desazón. Afortunadamente llegan noticias de nuevas oportunidades de
trabajo con el descubrimiento de quina y goma elástica en la llamada hylea amazónica
y en consecuencia gran parte de la población cruceña, ilusionada por encontrar
mejores horizontes, se aventura hacia esas ignotas regiones. Familias
enteras avanzaron por los ríos, las pampas y los montes, fundando
y poblando a su paso pueblos y villorrios. Construyeron barracas,
defumaron goma y la llevaron hasta Europa; criaron ganado, hicieron charque,
chive (moincho), empanizado; cultivaron maíz y arroz y lo vendieron a las
barracas.
Durante más de cuatrocientos años, la sociedad cruceña y
oriental fue conformando su particular cultura y psicología, amalgamando la
herencia española y las costumbres de los pueblos indígenas. Durante este largo
periodo se construyó una historia común, una particular habla, valores y
principios de relacionamiento y tradición religiosa. Son parte de esta cultura
e identidad oriental, símbolos, mitos, historias y cuentos, música, fiestas,
comidas, y todo este bagaje cultural constituye la argamasa que permite cimentar
la construcción de un Estado cruceño dentro de una proyectada Confederación de
Estados de Bolivia.
Se afirma que la solidez del Estado se da en sociedades
con principios y valores compartidos; con Gobiernos que procuran el bienestar y
la paz; con ciudadanos responsables, trabajadores, que respetan al otro y
exigen también el respeto de los demás, y con leyes firmes que exigen que
aquellos que se viene a asentar en su territorio deben respetar la cultura
local e integrarse a ella.
En la década de los cincuenta, gracias a una
coyuntura política y económica, “la
marcha hacia el oriente”, no comprendida y más bien combatida por las
elites locales, se dio paso a la integración y el desarrollo de esta gran
región y nación de los llanos.
Pasaron los tiempos, pasaron los líderes y en esta época
de desbarajuste plurinacional, los habitantes de las llanuras de Mojos y
Chiquitos y del Sur, andamos transitando sin rumbo, como producto de nuestra
incapacidad y temor de asumir nuestro destino. Hablamos mucho de autonomía,
pero nos resistimos a enfrentar los desafíos y responsabilidades, retos,
críticas y rechazos que implican su ejercicio. Nos gusta el discurso
autonómico, pero no las cargas, las obligaciones, el duro e incomprendido
trabajo cotidiano que significa construirla. Y estamos permanentemente temerosos
de la reacción de una ciudadanía contagiada de populismo, que espera que todo le venga de arriba, como
un regalo, pues cree que lo único que tiene que hacer es protestar y extender
la mano para que los atiendan. Lamentablemente la democracia ha derivado en una
oclocracia y las autoridades electas, son esclavos y dependientes de los votos
(pues quieren ser reelegidos), por lo que para quedar bien con los electores, no
asumen su trabajo con responsabilidad y eficacia.
A veces nos olvidamos que Santa Cruz recién creció, cuando
en la década del cincuenta a más de protestar y discursear, se decidió
construir, hacer las cosas que hacían falta, y esto lo hicieron líderes y personalidades comprometidas, personas de honor
y convicción, las que recibiendo la confianza y el aporte económico de sus
conciudadanos crearon las instituciones locales, las cooperativas de servicios,
la institución de desarrollo, el COOPP, la moderna agricultura y agroindustria,
e inspiraron a toda una generación de profesionales, los que asumieron el reto
de trabajar con solvencia técnica y responsabilidad por el bien común.
Actualmente, el Estado Plurinacional, con sus equivocas
visiones sobre naciones, razas, culturas, economía, historia, han retaceado el
proyecto de nación boliviana, por lo que hace falta de un nuevo replanteo o más
bien volver a un viejo enfoque, al concepto de Federación de Provincias, de Estados
federados, como lo son los Estados Unidos de América, la República Federal de Alemania.
Somos herederos de una estirpe de exploradores y
fundadores de pueblos, un pueblo pacífico que estando lejos de todas partes, se
empeñó en lograr su progreso a costa del trabajo y superando las distancias. Si
las autonomías no cuajaron, el desafío actual es avanzar hacia la
federalización de los Departamentos y conformar la República Federal de Bolivia
y para esto hace falta mucha responsabilidad, mucho trabajo y muchos hacedores.
En Septiembre, es ocasión para pensar en esto.
ovidioroca.wordpress.com
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