NEGOCIOS AMBIENTALES
Ovidio Roca
Se ha confirmado el fuerte vínculo existente entre
el cambio climático y las lluvias extremas, nos dice el Dr. Seth Westra, autor principal
del estudio “Tendencias mundiales del aumento en la precipitación diaria máxima
anual” publicado en junio último en el Journal of Climate.
Se trata de la primera investigación que utiliza las
observaciones de 8.326 estaciones meteorológicas del mundo para determinar el
grado en que la intensidad de las lluvias y las precipitaciones extremas
aumentan, siguiendo el de las temperaturas. El resultado muestra que las
lluvias torrenciales en las regiones tropicales aumentan un 15% más, por cada
grado que aumenta el calentamiento.
Esto explica lo que ya venimos sufriendo en Santa
Cruz: veranos más calientes e inviernos más fríos; lluvias abundantes y sequias,
y como resultado para nuestra vida y economía; calores sofocantes y sures
helados, inundaciones, destrucción de cultivos, de carreteras, puentes, casas,
canales de drenaje.
Los científicos estiman que de continuar las
actuales emisiones de dióxido de carbono, entre el 2030 y 2040 aumentara la
temperatura media mundial en dos grados. Por tanto tenemos por delante mucho
trabajo para frenar el calentamiento, entre estos disminuir las emisiones de
carbono y eso tiene que ver con reducir la quema de combustibles fósiles y evitar
la destrucción de los bosques.
Los efectos del cambio climático afectaran
drásticamente a la vida humana y por
tanto debemos enfrentarlos como una acción de supervivencia a la que todos
debemos contribuir, cada quien en su propio medio y sus posibilidades.
En nuestro caso, tenemos acceso a soluciones más baratas
y ecológicas para frenar el aumento de las emisiones de carbono y controlar las
inundaciones y la desertificación, y consiste en aliarnos y contribuir con el trabajo
de la naturaleza. Ser socios de Gaia, de la madre tierra.
Es conocido que los bosques y humedales son
ecosistemas reguladores, producen y también absorben el exceso del agua de las
lluvias y reducen el impacto de estas en las zonas más bajas. Los bosques y
pantanales son un almacén y reserva de agua, la que guardan en la época de
lluvias para frenar las inundaciones y soltarla luego durante el estiaje. Además
de ser el espacio de conservación de la biodiversidad y la reducción de las
emisiones de gases de efecto invernadero.
La tarea es por tanto contribuir activamente a la
consolidación de una infraestructura ecológica, una infraestructura verde, que
es más barata y efectiva que solo construir defensivos, canales y terrazas de cemento
y concreto.
Mantener los árboles, el bosque y los pastizales; los
curichis y bajíos en las llanuras, todos como parte del paisaje natural, permite
absorber y retener el agua, así como para reducir la sedimentación que obstruye
los ríos y empeora las inundaciones, además de constituir un sumidero de
carbono.
Como los beneficios del control de medio ambiente y
de las inundaciones, son una externalidad positiva que favorece a la sociedad
como un todo, los recursos para su cuidado tienen que venir de la sociedad
mediante el Estado y de programas internacionales que apoyan el control
climático.
Controlar los efectos del cambio climático es una
tarea permanente y de largo plazo, y para lograr que las acciones en favor del
mantenimiento de los bosques y el medio ambiente sea constante, se necesitan
incentivos que hagan más atractivo el mantenerlos y protegerlos en su esto natural, en lugar de
chaquearlos y desboscar. Nos referimos especialmente a incentivos monetarios,
que es lo que mayormente motiva y mueve a la gente.
Estas acciones deberían estar enmarcadas en un
conjunto de políticas y programas: municipales, nacionales e internacionales y contar
con recursos permanentes para los incentivos. Esto significa ingresos monetarios,
además de los impositivos, que necesitan ser captados de aquellos sectores que
afectan al medio ambiente. Son estas, medidas de política económica que
incentivan la responsabilidad empresarial y ciudadana y castigan el impacto negativo
que generan sobre el medio ambiente algunos de sectores de la industria, minería,
agricultura, energía, petróleo, transporte, etc.
Los cambios ambientales que nos afectan son de una
dimensión global, mientras los problemas socio-ambientales tienen una
especificidad regional y local, ecológica y cultural, económica y política. En
consecuencia es necesario actuar en lo local, buscando la necesaria
coordinación y apoyo internacional.
Para avanzar en estos aspectos vitales y que afectan
definitivamente a la vida humana, necesitamos en Santa Cruz y en el país, un organismo ejecutor dedicado a la promoción
y financiamiento de negocios ambientales.
Necesitamos una Corporación de Negocios Ambientales,
una entidad operativa, orientada al logro. Una entidad mixta, público -
privada, con Directorio de entidades privadas y empresariales, nacionales e
internacionales. Una entidad que se conecte con negocios ambientales mundiales
y programas de incentivos verdes y ecológicos pero con una visión práctica y de
negocios.
Esta entidad necesita captar y manejar diversos
fondos: de inversión en negocios ambientales, para certificación y pago de
servicios ambientales, manejo de bosques, acceso a mercados de carbono, asistencia
técnica, educación, etc.
En Santa Cruz tenemos un gran espacio para trabajar
en proyectos y negocios de servicios ambientales. Tenemos como marco el Plan de
Uso del Suelo, PLUS y Planes Municipales que nos señalan como usar
adecuadamente los suelos y que áreas proteger.
Existen Reservas forestales, Concesiones Forestales, Parques Nacionales
y Departamentales, reservas en todas las riberas de los ríos y bañados, Sitios
Ramsar, reservas privadas, las que deben ser valorizadas y recompensadas
monetariamente por su impacto ambiental positivo sobre el clima y las lluvias,
y como efectivos sumideros de carbono y áreas de conservación de la biodiversidad.
El desafío es serio e inmediato, y si no actuamos sentiremos
muy pronto en Santa Cruz, los efectos climáticos resultantes de la destrucción
de la Reserva Forestal Chore y el Parque Nacional Amboró, invadidos por
cocaleros y piratas madereros, quienes están destruyendo los dos ecosistemas
boscosos que regulan el microclima del norte integrado y la ciudad de Santa
Cruz, vale decir el régimen de las lluvias, la humedad y los vientos y que por
ahora nos generan un ambiente más o menos aceptable y dos cultivos anuales.
Con esta destrucción acelerada y los efectos del cambio
climático, seguramente el norte se convertirá un desierto y en esta perspectiva
habría que pensar traer camellos de Irán, para transitar por las dunas de, Turobito
en Warnes, La Jupia en Montero, El Torrente en Portachuelo.
ovidioroca.wordpress.com
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