UN PAIS DOS
SISTEMAS
Ovidio Roca
El Proyecto de Nación Boliviana, pactado en 1825
entre las Provincias Autónomas del Alto Perú, se cae a pedazos. Fue destruido
con complicidad y desidia nuestra, el apoyo militante de sindicatos cocaleros y
perpetrada su devastación final por unos chapuceros aprendices de brujo, que ofrecieron construir el
Socialismo Andino del “vivir bien” y buscando dólares y apoyo político, se
enredaron con el Chavista Socialismo del Siglo XXI y luego con cada sátrapa
totalitario que les ofrece sustento. Una mala lectura de veinte mil libros y de
las arrugas de sin cuenta de venerables ancianos.
Henchidos de
soberbia, con peinado oficial de raya al medio
o con jopo al viento, los nuevos líderes proclamaron demagógicamente la
supremacía indígena y el vivir bien, pero a costa de la hoja sagrada. Un chenko
con el que han logrado exitosamente, incentivar la economía informal,
extractivista y mercantilista; extender la siembra ilegal de coca y destruir la
economía productiva y la empresa privada nacional. Quebrantaron igualmente, los
cimientos mestizos de la abigarrada sociedad boliviana. Son desastres que se
generan por ese afán desmedido de poder y gloria de algunos extraños
personajes.
“Metiéndole
nomás”, y a golpe de cercos, bloqueos y mañosas leyes, liquidaron la institucionalidad
dificultosamente lograda y los lazos de solidaridad entre los miembros de una
frágil nación boliviana, logrando aterrizar exitosamente en la anomia total.
A contrapelo
del esquema centralista y totalitario diseñado por nuestros aprendices de
brujo, la realidad social parió un
engendro “anarco corporativista” de grupos dispersos de sindicatos, gremios,
colectividades, etnias (en lenguaje vernáculo: cocaleros, chuteros,
contrabandistas, jacus, narcotraficantes, seudo-cooperativistas mineros, ayllus,
comunarios, movimientos sociales, etc.) , que buscan sobrevivir y enriquecerse
a cualquier costa y cuya única ley es la defensa de sus propios intereses de
grupo; los que se imponen al Gobierno y la ciudadania, a fuerza de marchas,
bloqueo, dinamita, palo, piedra; sin la mínima proyección de Estado Nacional, y
que el Gobierno ni con su policía, su ejército, sus jueces y fiscales, puede ya
controlar.
El régimen ha
tenido éxito hasta ahora, porque cogió la ola de altos precios de materias
primas y mientras estos se mantengan podrá navegar más o menos tranquilo y
seguir con el presterío y la farra populista, aderezada con dólares del
narcotráfico.
Pero si
queremos perdurar y avanzar como sociedad y no debatirnos en la crisis
económica, violencia y anarquía que
caracteriza a los Estado fallidos, nuestro desafío es reconstruir el país, un
mejor Estado nacional que comparta los principios de legalidad y democracia y
merezca respeto propio e internacional. Un país para todos los bolivianos, que
sea más prospero, más incluyente, más solidario y responda adecuadamente a la
pluralidad de intereses de sus habitantes.
Dada la
disparidad de criterios y visiones, fruto del desbarajuste masista, tendríamos
que transitar por los diversos caminos que nos señalan las esperanzas y
expectativas prevalecientes en el país. Para unos: Departamentos constituidos
en Estados Federales que apuestan a la cultura democrática y economía de
mercado y para otros; Departamentos con régimen corporativista y comunitario.
En fin, un país Federal con sistemas estaduales diversos.
Asistidos por Jano, dios romano de
las puertas, de los comienzos y los finales, algún ciudadano de ese Imperio
(derrotado por los indígenas americanos según nos enseña Evo) podía ver al
mismo tiempo el pasado y el porvenir. Ahora con Google (otros con la coca),
vemos on line el pasado y el presente; y razonando que al usar la misma receta,
se cocina similar locro, un “nupcial” ají
de fídeos o un potente y mas apropiado ají de papalisa, fácilmente
podemos atisbar el porvenir.
Por tanto nos
es fácil verificar el sabor y las
consecuencias de la receta comunista. Solo
se requiere estudiar y visitar los
países donde se la cocino. Y para evitar el sesgo cultural, es mejor ver
el resultado de su aplicación en un mismo país, una misma cultura, historia y
geografía.
Podremos
comprobar entonces, que la
Alemania Federal democrática y de libre mercado es exitosa,
mientras que la Alemania
comunista se convirtió en un estado totalitario; su población se empobreció
aceleradamente y que además, su modelo de gestión destruyo totalmente su medio
ambiente, para finalmente colapsar.
Lo podemos ver
también actualmente en las Coreas; la comunista medioeval, pobre y esclavizada
y la Corea del
Sur un ejemplo de sociedad libre, desarrollada económica, tecnológica y
culturalmente.
También en
Cuba, que en los años 50 del Siglo anterior era uno de los países mas
desarrollados de América latina y ahora se debate en la pobreza y la opresión
totalitaria.
Pocas personas y pueblos aprenden de la
experiencia ajena, pues por alguna extraña razón, la ilusión es más fuerte que la realidad y siempre surge la esperanza
de que algún caudillo, un iluminado (pronto convertido en déspota), solucionara
todos los problemas, aun los personales.
“Caminante
no hay camino, se hace camino al andar”, escribe el poeta español Antonio
Machado.
Empecemos a caminar: aquellas personas y
comunidades que siguen la tradición del comunitarismo y del ayllu, pueden en un
Estado federal legislar y desarrollar libremente su visión de sociedad y
avanzar aprendiendo de sus errores y aciertos.
Y lo mismo, para aquellos que prefieran la
democracia y la libre empresa, ciudadanos que no quieren vivir bajo el
totalitarismo, la violencia de grupos informales, de guerras de
narcotraficantes. Pero como nada es gratis, hay que trabajar y se tiene la
tarea, desde el hogar y desde las instituciones locales de armar un nuevo
Estado Federal acorde a sus visiones e intereses comunes. “Caminante, son tus huellas el
camino y nada más”.
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