“Una civilización se destruye sólo cuando se destruyen sus dioses”. Emil Cioran.
Ovidio Roca
Al inicio de la humanidad, los hombres inermes y
temerosos enfrentaban las fuerzas de la naturaleza, los rayos, los terremotos, la
lluvia, los vientos. Por su potencia y poder destructivo los consideran entes
supremos, eran dioses de la naturaleza a los cuales mediante rituales y
ofrendas trataban de calmar.
Luego con el proceso
civilizatorio surgen las deidades morales que juzgan nuestro comportamiento con
las otras personas. El natural temor de ofenderlos habría proporcionado a las sociedades la manera de convivir y prosperar
a pesar de sus particulares tensiones tribales.
La Iglesia ya como Institución, logra el estableciendo una identidad común que ayudó a mantener la cohesión de
estas sociedades multiétnicas y son los líderes religiosos
quienes estandarizan y administran a través de las diversas iglesias las
creencias y prácticas religiosas para llegar a los dioses y conseguir su
atención y bendición.
Existen tantos dioses como personas en el
planeta y cada uno responde a la imagen y necesidad de su creador. Cuando una sociedad
se masifica se vuelve más
vulnerable a tensiones internas ya que tiene que mantener unidos a
múltiples grupos étnicos y como resultado de este proceso de expansión surge la
necesidad de un dios único y una religión moral única a cargo de las Iglesias y
de su esquema administrativo.
“Los hombres creen en dios porque no creen en
sí mismos”. Pukymon.
En la sociedad moderna los ciudadanos de las
sociedades democráticas y cultas aspiran a la libertad y a la responsabilidad,
por lo que indicarles que su destino depende de un dios extranjero, que desde
su nacimiento están marcados por el pecado y que deberán pasar el resto de su
vida pidiendo perdón por sus supuestas faltas. Con esto las personas no podrían
considerase ser los dueños de su destino y por lo tanto se apartan.
En el pueblo llano, que es más práctico, lo que se nota es una continua búsqueda
de alguien divino y humano que le dé alegría y seguridad en su vida y su futuro.
Los diversos pensadores, convienen que el hombre para
lograr su equilibrio y su paz necesita de los dioses. Wittgenstein
explica: “La fe religiosa y la
superstición son muy diferentes; una surge del temor y es una especie de falsa
ciencia, la otra es un confiar”.
Señala Carl Jung: “Los dioses son
un hecho psíquico y no físico, y en consecuencia el hombre crea sus propios dioses y para vincularse
con ellos, construye los iconos”.
Portella: “Los creyentes para creer necesitan atribuir una realidad
física a lo divino”. Vale decir fabricar miles de Iconos, de Santos
y Vírgenes.
Wittgenstein comenta: “Es claro que los
dioses creados, están más allá de la existencia o inexistencia y son eternos;
pero para manifestarse precisan de lo experimentable. De esta manera dios habita plenamente dentro del
lenguaje, el ritual y el espacio religioso”.
“Los hombres
crearon a dios para que sus hijos puedan dormir tranquilos” y “Los dioses son buenos o malos acorde con el espíritu de sus creadores”.
Pukymon.
Namaste. Hakuna matata.
ovidioroca.wordpress.com
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