Ovidio Roca
La prueba del pudín está en comerlo, decía Federico
Engels y tuvo la buena suerte de morirse antes para no llegar a comer el
comunismo soviético.
El populismo está de moda; en distintas partes del
mundo aparecen líderes con discursos demagógicos radicalizados quienes se
asumen como representantes del pueblo y proclaman combatir a
elites contrarias a los intereses nacionales. Más que una ideología el
populismo es un discurso y una pose, una modalidad de ejercer el poder
engatusando al pueblo y ahora lo hacen, no con revoluciones, sino utilizando
una modalidad electoral apañada.
El populismo como todo discurso demagógico incluye
contenidos incluso antagónicos, como las ideas de izquierda o de derecha, pero
manteniendo su verdadera esencia, la demagogia. En la política latinoamericana podemos
ver con toda claridad estos patrones del populismo: sistemas autoritarios, personajes
carismáticos, caudillismo, clientelismo, valores anticapitalistas, símbolos
nacionalistas, el anti imperialismo como el necesario enemigo externo y
permanentes campañas políticas que
exaltan a las masas, al pueblo, usando demagógicamente a los pobres y los indígenas.
En Bolivia gobiernan los cocaleros castrochavistas, que aplican la receta del populismo cuyos
ingredientes son los de siempre, y como producto del mismo ha producido
instituciones frágiles, inseguridad jurídica y una masiva burocracia
gubernamental ineficiente y corrupta; un fuerte estatismo reflejado en empresas
gubernamentales ineficientes y deficitarias y un agresivo sistema
corporativista que maneja la economía informal, basado en la coca, el
narcotráfico, el contrabando y el cuentapropismo de baja calificación técnica.
En estos trece años los masistas con el gas que
recibieron de regalo y los buenos precios del mercado internacional, tuvieron
los ingresos suficientes para transformar nuestra economía de país exportador
de materias primas a un país de agricultura moderna e industria y servicios competitivos,
pero eso es pedir peras al olmo o responsabilidad al populista.
Generalmente se caracteriza al populismo como una
manera de ver y de hacer política, que describe a la sociedad como una entidad
dividida en dos grupos: el pueblo, cuya voluntad debe ser (para el discurso)
respetada y una elite que ignora esa voluntad popular y oprime a la gente, por
lo que hay que destruirlos.
Este modelo entrará en aguda crisis en Bolivia, cuando
los países vecinos decidan verdaderamente frenar el circuito de la cocaína. Y
algo aún más preocupante; varios analistas señalan que la caída del régimen
venezolano impulsara a los carteles y grupos del narcotráfico y
narcoguerrilleros de las FARC y ELN que pululan en ese país a migrar hacia
nuevos espacios de trabajo y uno de estos es nuestro país.
Una receta para sobrevivir en los países del Socialismo
Siglo XXI es: en Cuba, Fe (familiares en el exterior), en Bolivia (patente cocalera)
y Venezuela, ni con dólares. Pero nadie escarmienta con experiencia ajena, dice
el Refrán, por eso acabamos
cometiendo los mismos errores y tropezando con la misma piedra, los
mismos políticos, los mismos demagogos, aunque sería mejor si nos libráramos
de ellos a tiempo, antes que hagan más desastres que luego con mucho sacrificio
habrá que arreglar.
ovidioroca.wordpress.com
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