Ovidio Roca
Se dice que
si preparamos un guiso siguiendo una receta, por ejemplo de “patasca”, tendremos
casi siempre este puchero criollo y aunque la mano del cocinero hace las diferencias,
siempre será una patasca.
Vale decir
que cuando cocinamos como lo hacen en Cuba, Venezuela, Nicaragua, aplicando la
receta populista de estatismo, despilfarro, peguismo estatal y nos llenamos de
subsidios que funcionan de épocas de bonanza de las materias primas, estaremos
bien por un tiempo; pero cuando se acaba la plata y llega la época de las vacas
flacas, que es cuando a los populistas los sacan del poder, hace falta que alguien
trabaje y tome medidas duras e impopulares para arreglar el desastre que produjeron
los populistas con su receta.
Como esta
tarea de componer, de arreglar, es complicada, cuesta y afecta a todos, empieza
el problema, porque los adictos al régimen no quieren perder sus pegas y
ventajas y piden que vuelvan los demagogos.
Podemos ver
en Argentina lo que se nos viene, pero no será antes de sufrir las dramáticas
fases venezolana y nicaragüense; de miseria y matanzas que ya se avizora.
Esto de la receta y la
patasca es cierto, aunque con variantes que tienen que ver con las
características de cada economía nacional, su entorno geográfico y
particularmente con los hábitos y características de su población. Una nota
especial de la economía boliviana la dan los miles y miles de obsesivos,
habilidosos y sacrificados campesinos, micro empresarios y contrabandistas, que
se financian con los recursos del circuito de la coca cocaína y que abastecen
de alimentos y bienes de uso diario a toda la población.
La economía boliviana es en un setenta por ciento
informal y los miles de cuentapropistas se ganan la vida haciendo todo tipo de
trabajos: servicios variados, pequeña agricultura, artesanías, comercio, contrabando,
producción cocalera; esto más el aporte del narcotráfico, hacen que no se
sienta en el corto plazo los efectos de la crisis populista de la misma manera
que se lo sufre en Cuba, Venezuela y Nicaragua, que no tienen disponible una
fuente alternativa de dólares a la oficial como en la Bolivia cocalera.
Una gran parte de la
población quisiera trabajar formalmente pero no puede hacerlo por las miles de
regulaciones e impuestos del Estado, imposibles de cumplir, por lo que el
pueblo para subsistir se refugia en la informalidad que es una economía
de subsistencia, una economía popular
que aunque no aporta al Estado tampoco recibe nada de él y solo le pide que se
aleje y les permita subsistir, pues lo único que ven de parte de la burocracia estatal
son los cientos de trámites para multiplicar los pesos que éstos se meten al bolsillo.
En todo caso es
importante diferenciar este tipo de economía informal, de la economía ilegal y
delincuencial que afecta la vida, la salud y la propiedad de los demás y que de
alguna manera es socia favorecida por los
regímenes populistas.
Como una exigencia
para enfrentar la debacle y el proceso destructivo que se produce en los
regímenes populistas y castrochavista y que continuara con nosotros; es asumir la
tarea de diseñar la forma en que haremos la transición del populismo hacia una
economía moderna, formal y productiva. Esto tiene que hacerse teniendo en
cuenta las particulares características del país y de su población; se requieren
de soluciones propias y creativas, pero siempre usando y canalizando esa
fortaleza de la economía popular y trabajando en la capacitación de la
población a los desafíos tecnológicos y climáticos que se avecinan.
El cambio de modelo económico, el que
necesariamente debe ser de shock, tendrá que darse después de que sobrevenga el
desastre, como el que vivimos durante la época de la UDP con esa inflación que
llego al veinte mil por ciento anual y que tenía desesperada a la población.
Por suerte en esa época el Dr. Siles actuó sensatamente y sabiendo que él no
podía manejar el desastre, renuncio y dio paso para que se elija a un Estadista,
el Dr. Paz que tomo medidas drásticas y de shock: cambio real y flexible de la
moneda, liberalización del mercado, libertad de precios
y un arancel único de importaciones; modificación del régimen impositivo que
de más de trecientos impuestos se redujeron a siete y se dio un fuerte fomento
a las exportaciones; con todo esto se dio seguridad jurídica lo que permitió
que la economía y la producción se estabilice. Fue duro y doloroso como una
operación quirúrgica, pero funciono.
Actualmente y a nivel mundial estamos
ingresando a un cambio de paradigma, por una parte el cambio climático de lluvias,
sequias y temperaturas extremas y cambiantes que modificara nuestra forma de
vivir y de convivir armónicamente con el ecosistema y que nos obliga a aprender
nuevas maneras de producir en la agricultura y también: qué, cuando, como y donde
producir y con semillas adaptadas al nuevo régimen
climático.
Asimismo con las nuevas
tecnologías se están diseñando en el mundo formas novedosas de producir bienes
y servicios, por lo que debemos dar énfasis a la educación innovadora tecnológica
y dentro de esta a la biotecnología, la electrónica y también asignar un nuevo
rol al Estado, cual es garantizar la convivencia pacífica y próspera de todos los
ciudadanos y no el de exaccionar a la población como lo hace ahora con la
elaboración y uso abusivo de leyes e impuestos para consolidar su poder y
atacar a sus oponentes.
Para esto hace falta una gran campaña
de educación y concientización sobre lo que es una sociedad viable y esto es
trabajo especialmente de aquellos que
tienen un futuro por delante; los jóvenes, los colectivos y plataformas ciudadanas,
activistas sociales y los grupos de opinión que necesitan ponerse de acuerdo
sobre un Frente Democrático de Unidad Nacional y un grupo de Gerentes capaces
de administrar de forma eficiente el aparato del Estado.
Así nomás había sido y será, si es
que queremos ingresar al mundo de la
modernidad y el desarrollo sostenible; entre tanto estamos mal pero nos
dicen que vamos bien.
ovidioroca.wordpress.com
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