Ovidio Roca
Los políticos y especialmente los populistas, trabajan
apelando a la emoción y no a la razón, por esto suelen minimizar los problemas
económicos y técnicos de la sociedad y creen que con promesas y discursos
voluntaristas van a resolver los asuntos que requieren de trabajo, conocimiento
y ciencia. Esta estrategia de los políticos se aprovecha de la conocida propensión
de las personas por guiarse por las ilusiones y las esperanzas, pues si no fuera
así no tendríamos políticos demagogos y tampoco licenciados maniobreros, saca
suertes, yatiris y curanderos.
Olvidamos que el objetivo personal es el de una
vida creativa, plena y grata en sociedad, para lo que necesitamos una formación integral basada en principios y valores éticos, que
propicien la educación de los ciudadanos y también con aquellos que impulsan el
conocimiento técnico y científico, la innovación y la competitividad para que
las personas puedan desarrollar todo su potencial.
En nuestras
escuelas, seguimos impartiendo una educación formalista y memorista, cuando
necesitamos formar a los jóvenes para afrontar el futuro en un mundo cambiante, cada vez más interrelacionado
y que avanza a grandes saltos impulsado por la ciencia y la tecnología.
Como
información, el nuevo Índice Mundial de Innovación, publicado por el INSEAD y la
Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, sitúa Bolivia a la cola, en
el puesto 117 de un total de 126 países a nivel mundial y como el menos
innovador de Sudamérica con excepción de Venezuela.
Como ejemplos del estilo de la propaganda gubernamental,
distorsionadora y envolvente, están las informaciones sobre el control
presupuestario en las que solo se refieren a la cantidad de la inversión
pública y no a los resultados, ni a la calidad y oportunidad de la misma; se
preocupan por medir la ejecución, el gasto, pues el que gasta todo y se endeuda
en esta lógica plurinacional es el capo; pues no interesa el producto como realmente
lo valora una buena ama de casa que compra lo necesario, al menor costo y de la
mejor calidad.
También hablan del PIB, aunque el pueblo no
conoce este índice, o no le cree o poco le interesa, pues lo que ellos ven y
sienten es el cómo
la economía afecta sus tripas y su
calidad de vida.
En ese juego de indicadores y estadísticas, nos
dice un Ministro que estamos felices con el bajo índice de desempleo: 3.3%,
aunque sabemos que en los países con un gran mercado laboral informal (el
nuestro bordea el setenta por ciento) una baja tasa de desempleo solo señala
que “la gente se las busca” en mercados de trabajo precarios e informales y
hasta delincuenciales. Tampoco se habla ni se toma en cuenta la calidad, la
estabilidad y los beneficios sociales de la fuente de empleo.
Pero
lo que es incomprensible es que luego de conocida la hilacha de los gobernantes
populistas y de haber sufrido por el fracaso de su mala gestión, la gente se
empecine en seguir apoyando algo que sabe o debería saber que no funciona para
bien. La conclusión es que en una población
enferma de populismo, mientras la economía y la crisis no toque fondo, no
aceptara cambiar de modelo lo que confirma el dicho: “Todo pueblo tiene el
Gobierno que se merece”.
El reto es que luego del triunfo del: ¡Bolivia dijo No!,
pasemos a: Construyamos una nueva Bolivia democrática, próspera y sostenible para
todos.
ovidiorocawordpress.com
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