Ovidio Roca
Bolivia no ha logrado conformarse como Estado Nacional, es
un Estado ausente, un Estado Inconcluso, que ni siquiera ha logrado tener
presencia en todo el territorio que pretende administrar, y en tal razón no
puede cumplir con su principal función: la provisión de seguridad y justicia.
En la década de los 80 se inició un aprendizaje de democracia y participación y
sin haber aprendido aún la lección el 2006 retornamos a un esquema totalitario
con disfraz democrático.
Su ubicación lejos de las costas y sin vías de comunicación no
permitió que Bolivia se inserte al proceso de desarrollo, cual lo hicieron
otros países de íbero América aprovechando su situación costera; menos recibió
los beneficios de la migración con tecnología y vocación industrial. Su inserción
en la economía mundial, la logro exclusivamente como proveedor de minerales y
en la región de los llanos, puntualmente y por escasos años, con la goma.
Un país extenso, poco poblado, sin integración física y con una
deficiente y débil estructura institucional. Un Estado centralizado de ficción,
que perdió en guerras y litigios más de la mitad de su territorio. Un
país pobre y con una gran diversidad geográfica, ecológica, étnica, social,
cultural e histórica, totalmente desaprovechada.
El Estado boliviano a lo largo de su historia estuvo circunscrito
exclusivamente al área minera, único objeto de interés del grupo gobernante; el
resto era monte y culebras.
Un Estado exclusivamente andino que no logro dar seguridad
territorial, protección y seguridad a los habitantes, menos un marco de
políticas estables que garanticen bienestar, educación, acceso al trabajo, a la
propiedad, a servicios públicos esenciales y a la participación ordenada en la
vida pública, como corresponde a una sociedad libre y democrática.
Un país donde el setenta por ciento de la actividad económica es
informal y donde el empleo es mayoritariamente o ilícito o informal. Un país
donde en los últimos años, el narcotráfico campea cada día más libremente.
Un Estado con carencia de gestión y de resultados, que
imposibilita que el pueblo lo reconozca como tal y guarde lealdad a los
gobernantes.
Una sociedad de raíz indígena, que recién a mediados del siglo
pasado intenta integrarse social y territorialmente y construir la mestiza,
Nación Boliviana.
El resultado es que no se ha construido un verdadero sentimiento
de pertenencia y orgullo nacional, no existe una historia nacional compartida,
salvo ese relato patriotero de presidentes que suben y son defenestrados
rápidamente; de batallas y de mar perdido, que se enseña en las escuelas
buscando unificar al país.
Una historia pensada y construida desde la égida de una sola
región y del grupo gobernante del Estado centralista.
La verdadera historia, la de las diversas regiones y pueblos en su
lucha por su autonomía y por la construcción de un Estado Nacional con visión
de futuro, de prosperidad, de progreso y que nos incluya a todos, aún no ha
sido escrita.
La gente por sobre todo busca sobrevivir y encuentra alternativas
en la medida que el Estado no se las da, en consecuencia crean sus propias
leyes y evitan la mínima interferencia externa hacia la actividad “legal o
ilegal” que han aprendido y adoptan para progresar. Son pueblos diversos y
dispersos, con intereses y costumbres diferentes, que tiene poco interés en
fortalecer ese Estado Nacional centralista, del que no tienen buenos recuerdos
y menos interés en acatar sus leyes y sus controles.
Como una forma de autodefensa y supervivencia, estos grupos
sociales, se han unido en corporaciones, gremios, logias, sindicatos,
movimientos sociales estructurados a modo de grupo de presión y autodefensa.
Practican el corporativismo sobre la base del área funcional, de la solidaridad
social y los roles entre individuos.
Pese a su vivencia corporativa y practica mercantilista, fruto de
la predica trotskista en las zonas mineras, gran parte de los activistas
sindicales tienen con una fuerte orientación al socialismo, como solución desde
arriba a todos los problemas, aún los personales.
Dada la escasa industrialización y falta de oportunidades de
trabajo en el área urbana, la máxima aspiración de una parte de la población es
la “peguita” que les soluciona el hambre y desde la seguridad de ésta, buscar
sus propios negocios. Así vemos cada año colas interminables para ingresar a
las Normales (escuelas de formación de maestros), a los Institutos Policiales y
al Ejército. Muchos se hacen engañar con el cuento de que ingresaran allí sin
trámites y algunos lo logran, pues coimearon al que era. Especialmente en el
área urbana, los partidos políticos, los sindicatos y logias son la vía para
acceder al peguismo estatal y al de las instituciones de amplia y dispersa base
social, como las cooperativas.
Por falta de cultura y control institucional y ciudadano, las
organizaciones se constituyen en feudos de grupos que las usan para su
beneficio personal. El concepto de servidor público es generalmente ignorado,
ellos son propietarios de la institución y buscan según su nivel de decisión,
sacarle el mayor provecho: desde información privilegiada sobre la localización
futura de obras públicas que engordan tierras, comisiones por adjudicación de
obras, aquellas para acelerar los servicios, para obviar multas, para otorgar
licencias. Mientras más corrupta es la cabeza de la institución más corrupta es
la estructura.
Lejos de los centros urbanos y del aparato gubernamental, se
desarrollan esquemas diferenciados de organización que permiten a sus miembros
la satisfacción de sus intereses y aspiraciones:
Los sindicatos cocaleros, sustento del actual régimen y que están
bajo el liderazgo del Presidente del Estado Plurinacional, reivindica
territorios libres para el cultivo de la coca y su procesamiento y exigen la
expulsión de cualquier control internacional sobre el narcotráfico.
En la región altiplánica, los ayllus definen de facto territorios
libres para el contrabando y una pista expedita para mover mercancías de todo
tipo, desde éste centro del continente hacia los países vecinos.
Millones de informales pululan por las ciudades vendiendo toda
clase de mercancías del más diverso origen.
Miles de “cooperativistas mineros” explotan en forma precaria, con
gran sacrificio y ninguna previsión ambiental y de contaminación, minas
abandonadas y restos de anteriores explotaciones.
El dinero del narcotráfico aceita esta enorme economía informal.
Todos quieren el libre albedrío en su feudo, en su área de
actividad y no aceptan un Estado y leyes que afecten sus intereses y su
libertad de hacer sus negocios, que intente controlarlos y cobrar impuestos. Solo
aceptan una ficción de Estado para la imagen internacional.
En la región del oriente, con una cultura más liberal y abierta al
mundo y la innovación, al lograr finalmente integrarse vialmente a los mercados
internos y externos, los grupos locales y emprendedores migrantes de origen
nacional y extranjero, ampliaron rápidamente la estructura productiva
agroindustrial y al momento es la región que garantiza gran parte de la canasta
alimenticia del pueblo boliviano.
Una visión provinciana y falta de cultura política evitaron que la
región oriental juegue un rol importante en la política nacional. El
desconocimiento de ese mundo minero e indígena boliviano, abonaron este
desinterés por la política nacional, en la que incursionan solo de manera
sectorial para defender intereses coyunturales. Por otra parte una estructura
corporativa-logiera destruyo toda posibilidad de surgimiento de una
intelectualidad con pensamiento libre y moderno.
Por lo general no se percibe en el país la existencia de una
visión nacional y de estadista y en los grupos y en los políticos, prevalece la
visión gremial, sectorial y local.
La población boliviana ingresa al Siglo XXI angustiada por los
bloqueos y huelgas lideradas por los cocaleros en busca de tener un territorio
libre para su producción y por diversos movimientos sociales buscando sus
reivindicaciones. Gente de clase media desesperada pensaba que con el
bloqueador en el gobierno vendría la tranquilidad, esto abono el ascenso del
MAS y su triunfo electoral abrumador el año 2005.
El MAS es fruto de una exitosa ingeniería de las ONGs que
aprovecha el desbande de los partidos políticos y el caos en que vive el país.
Es así que usando un discurso populista, de reivindicación étnica y de
nacionalización de hidrocarburos, logran el apoyo de diversos grupos de interés
corporativo, indígena e ideológico. Importantes sectores urbanos atemorizados
por el desorden cotidiano y buscando una salida al caos, apoyan también al
líder indígena, quien logra mayoría electoral y asume el control del aparato
del Estado.
El MAS con un pensamiento totalitario, toma control del país: del
poder coercitivo (ejército y policía), del poder judicial (fiscales y jueces),
medios de comunicación estatal, tesoro nacional, prebendas y pegas
gubernamentales y promueven una ficción de Estado democrático para lograr el
reconocimiento internacional
El grupo estalinista-jacobino, con voluntad de poder y proyecto
ideológico, se apodera rápidamente del proceso de cambio de raíz indígena y
cocalera, utiliza la figura del indio y se alía a la estrategia de poder
político continental del Socialismo del Siglo XXI. Estos ideólogos y operadores
tiene una extraordinaria capacidad de manipulación y un cinismo absoluto, ellos
siguiendo una concepción comunista (con el aditamento del discurso indigenista)
quieren ejercer el poder total y manejar el Estado para perpetuarse y sobre
todo, hacer sentir su poder.
Hasta la fecha han logrado el control de todos los poderes del
Estado y los han centralizado en el Ejecutivo. Tienen control sobre los
fiscales, jueces, policía y ejército y los usan para perseguir y destruir toda
oposición política, perseguir cualquier tipo de actitud y opinión adversa. Han
condenado a la cárcel a toda autoridad contraria al régimen y obligado a
exiliarse al resto.
Con el afán de iniciar una nueva historia a partir de ellos, de
inventar el mundo a partir de ellos, estos sociópatas etno-comunistas tienen
que destruir todo el pasado y se engañan pensando que todo lo que hacen
perdurara. Desconocen y tratan de destruir cualquier avance realizado
anteriormente en la construcción de institucionalidad, en gestión de gobierno,
legislación e integración social. Durante la democracia se logró atraer
inversiones y posicionar a Bolivia como un proveedor potencial de gas a nivel
internacional. El país fue líder entre otros, del Desarrollo Sostenible, Manejo
de Bosques y Gobiernos Locales con la Ley de Participación Popular. Durante una
época el Tribunal Constitucional, la Corte Suprema, la Corte Electoral, las
Superintendencias fueron respetados y reconocidos; todo esto fueron importantes
avances en la construcción del Estado Nacional, que señalan un rumbo cierto
hacia una sociedad democrática.
El proyecto de construir un Estado Nacional desde las regiones y
pueblos, que es una aspiración popular sobre la que se estuvo trabajando, ha
sido dejado de lado y más bien se conspira contra la Nación boliviana con su
fragmentación en treinta y seis nacionalidades, a las que se impulsa volver a
su primitivismo, desconociendo la realidad de un mundo globalizado, de una
cultura universal y de valores y derechos humanos comunes.
Al momento, después de una desastrosa gestión económica y pese a
la coyuntura de altos precios de las materias primas que les permitió ingresos
antes nunca percibidos; el hambre y la inseguridad se hacen patentes, la
inestabilidad social, huelgas y bloqueos se multiplican y los intereses de los
diversos grupos que se juntaron con el MAS para la toma del poder, están
empezando a colisionar. El mayor éxito logrado irónicamente ha sido la
expulsión de toda inversión extranjera en capital y tecnología y rifar la
posibilidad cierta de constituir al país en un proveedor energético, usando el
gas.
El MAS, de inicio unió diversos y dispares grupos que pensaron que
juntos podían lograr sus objetivos, ahora estos han entrado en contradicción.
El modelo estalinista-estatista está chocando con la cultura y práctica
comercial y capitalista de la mayoría de la población boliviana, con su apego a
la propiedad como fruto de su esfuerzo, contra la libertad de buscar libremente
sus mejores opciones.
Se nota una insurgencia de grupos de intelectuales indigenistas
que han decidido expulsar a los comunistas q’ras y aspiran a gobernar ellos
dando un salto al pasado mítico y establecer su preeminencia y su poder sobre
todos los demás. Algunos pretenden aún más, dar vuelta a la historia volver al
ayllu y expulsar a todo descendiente de europeo, difícil cometido en una
sociedad mestiza.
La población urbana, que sufre en su vida diaria, los efectos de
la pésima gestión y el permanente bloqueo y desorden empieza a rechazar el
masismo. La gente con mayor acceso a la información conoce que el camino
comunista y de estatización de las empresas no funciona y que esta aberración
ya la abandonaron todos los que la sufrieron: Rusia, China, Vietnam, Corea del
Sur y ahora Cuba.
A su vez el auge del narcotráfico está generando dinero fácil,
juventud drogada, pérdida de valores, proliferación de mafias vinculadas
internacionalmente y un estado generalizado de violencia, inseguridad e
indefección. Realidad ésta que los ideólogos jacobinos empachados de libros, de
recetas fallidas e impulsados por un afán omnímodo de dominación no terminan de
comprender.
Estamos pues ante un Estado inconcluso, no fallido pues no llego a
nacer y ejercer su dominio sobre la geografía del país. Hoy es la oportunidad
de que nuevas generaciones, intelectuales, trabajadores, comités cívicos y
nuevos o renovados partidos políticos, tomen la posta para construir ese nuevo
Estado que necesitamos los bolivianos, que necesariamente debe basarse en el
trabajo productivo, la cultura y el conocimiento.
Un Proyecto de país que nos una a todos, que mire al futuro, sin
bloqueos mentales ni físicos, que inducen a los países vecinos a realizar la
vinculación interoceánica, evitando pasar por este corazón del continente, que
debería ser el de la vinculación e integración, no el de las huelgas y de la
coca.
Un estado autonómico, democrático, de economía de mercado,
respetuoso del medio ambiente y la diversidad e integrador de esa rica
diversidad cultural y étnica que tiene Bolivia.
ovidioroca.wordpress.com
14-05-2011
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