Ovidio Roca
Hemos transitado por más de once años por la senda del
indigenismo y populismo cocalero y ahora sus beneficiarios por nada quieren soltar
la mamadera. Si rememoramos la historia, el Foro de Sao Pablo contribuyo a
crear un Icono con la etiqueta
#evo indígena, el que posicionaron con éxito pues lo folclórico tenía
predicamento nacional e internacional. Usando esta marca registrada, el
grupo palaciego detenta actualmente el poder total del país y además tuvieron
la suerte de recibir como herencia de los gobiernos neoliberales: reservas probadas de gas y minerales,
gasoductos hacia los mercados, buenos contratos de exportación y de yapa el mercado internacional les regalo unos
precios antes nunca vistos. Si a eso le añadimos la “coca nostra”, tenemos
un cuadro de altísima bonanza económica que les ha permitido gastar a troche y moche y hacer
que las inversiones en empresas fallidas y los gastos dispendiosos del gobierno
pasen desapercibidos. Pero ahora esto se está acabando y ahora ante el rechazo viene
la segunda fase: carestía para los trabajadores y clase media, expansión del narcotráfico
y represión dura.
Actualmente la gente ve
el futuro, cada vez con mayor incertidumbre, en una sociedad donde el
indigenismo y el racismo enfrentan los pueblos y solo queda el discurso populista que ofrece
falsas esperanzas. La anarquía es total, cada corporación, o grupo de interés
interpela a la autoridad, en la que no cree y por tanto bloquen diariamente
para imponer sus intereses particulares y en este ambiente la ciudadanía carece
de garantías y seguridad para transitar libremente.
Durante este proceso de
cambio, se ha distorsionado la democracia y entre sus instrumentos, el sufragio,
que es una herramienta y no el objeto de la misma; pues de lo que se trata es
de elegir bien y con conciencia y no simplemente votar. A su vez las políticas
estatales aplicadas no fomentan las actividades productivas, ni dan seguridad
al que trabaja y produce bienes y servicios que requieren un tiempo de
maduración. Son inexistentes las políticas que garantizan la propiedad y el
fruto del trabajo; se promueve el estatismo y el mercantilismo. También se mantiene
un tipo de cambio fijo y sobrevaluado respecto al dólar, mientras las monedas del resto de nuestros vecinos se vienen
adecuando al mercado de divisas.
Con el crecimiento
poblacional, en el mundo entero el territorio se ha convertido en un objeto
escaso y por tanto es tomado y avasallado por los grupos más dinámicos para
afianzar su dominio y poder. Los indígenas andinos y los movimientos campesinos
cocaleros han venido tomado posesión del territorio amazónico y chaqueño,
usando el aparato estatal, las leyes y su reconocida capacidad de movilización.
Para esta estrategia de
mitimaes el gobierno usa sus normas y sus funcionarios, como un instrumento de
colonización para tomar las tierras del oriente y sur. Usan como arma la
Función Económica y Social (FES) que debe cumplir toda propiedad privada del
área rural y como la FES es agropecuaria y no contempla criterios ecológicos y
de preservación del medio ambiente, los bosques y las tierras, los propietarios
se ven obligados a desmontar para demostrar el uso agrícola y ganadero.
Con esta su política el gobierno hace que el negocio más interesante
sea contrabandear, importar y se castiga al productor y al exportador. Así se ganan como aliados a aquellos grupos dedicados a
actividades ilegales, coca y contrabando, mientras que no se llevan bien con
aquellos emprendedores de las regiones donde predominan las actividades
legales, agricultura e industria.
Esta toma del control
del país se facilita pues el populismo está en la impronta nacional, los
bolivianos tenemos una cultura socialista y populista muy arraigada y esto lo
notamos cuando leemos o escuchamos las críticas de los opositores. Estos
opositores no defienden el liberalismo democrático, más bien critican a los
masistas, afirmando que no son verdaderos socialistas pues asumen prácticas
neoliberales y les piden mantener la ortodoxia socialista.
Durante estos once
años, siguiendo la receta del castrochavismo los países populistas de
Latinoamérica cada uno de ellos con sus propias especificidades, han venido
practicando un capitalismo de estado y el mercantilismo, asociados con
empresarios serviles a los que favorecen con privilegios y monopolios, siempre
y cuando sean sumisos al poder y paguen las comisiones correspondientes.
Con esto han construido un Estado burocrático y devenido
a empresario; un Estado frondoso e ineficiente, pésimo administrador, que
genera corrupción, burocracia y clientelismo y no cumplen en lo más mínimo las
funciones que le competen, como el orden público y la administración de
justicia, dejándonos expuestos a la inseguridad y a la violencia. Para el control de su población, han
recibido de los cubanos las técnicas del Estado policial: la represión
constante pero selectiva, la compra de conciencias a través de la extorsión y
el soborno, el espionaje y la delación.
Otro aspecto que llama la atención de los populistas bolivianos, es que
tienen una obsesión por elaborar normas, leyes y reglamentos, los que
aprueban a mansalva pero que después ignoran y no cumplen, aplicando el axioma de
un expresidente militar: Para mis amigos todo, para mis enemigos la ley y también
la declaración Evista: le meto nomas y que después arreglen los abogados.
La oposición hasta
ahora no logra organizarse y ponerse de acuerdo y el empresariado nacional y el
cruceño que en un principio pretendió
resistir, se acomodó como pudo, aplicando ese dicho pragmático: “si no puedes vencerlos,
únete a ellos” y ahora son socios exitosos. Al respecto, escuché en una reunión
el sentir de muchos empresarios que en confianza comentaban su convencimiento
de que si Evo y su combo no continua, el país se derrumba pues no hay otro
líder que exprese y pueda manejar el sentimiento indigenista de gran parte de
la población boliviana y consiga controlar la situación de una economía primaria,
extractivista, nada diversificada y poco competitiva y que ellos logran dirigir
aplicando esa su política pluriforme, que concede a cada sector: los
informales, los cocaleros, los mercantilistas, los financista, etc, el modelo acorde
a sus intereses.
A la pregunta ¿Qué hacer?, la respuesta es fácil; todo
lo contrario del actual modelo populista: Necesitamos un Estado reducido y con
servidores públicos seleccionados por mérito, idoneidad y honestidad; libertad plena
y seguridad jurídica para las personas y su propiedad, establecer los límites
al ejercicio del poder político y particular, y esto solo se logra si todos nos
ponemos de acuerdo en un frente único y un proyecto para aplicar la democracia
real y el desarrollo sostenible.
ovidioroca.wordpress.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario