martes, 16 de agosto de 2016

UN MUNDO FELIZ

UN MUNDO FELIZ
Historias y relatos de la época plurinacional
Ovidio Roca
Los pajpacus y comunicadores masistas, han logrado cocinar y hacer tragar a la sociedad boliviana su discurso indigenista y del vivir bien; el que ha sido bien recibido por el pueblo siempre hambriento de esperanzas e ilusiones. En esta su construcción culinaria y mediática, los promotores masistas han creado el icono Evo, que es en sí mismo el mensaje (Evo soy yo) y aunque todo lo que éste diga, puede ser ambiguo, irrelevante o incomprensible;  lo único que importa es lo que la gente quiere escuchar, lo que quiere creer.
De esta manera el populismo plurinacional conduce al pueblo con ilusiones y promesas; les promete que vivirán del empleo público, de los fondos, de los contratos, de las empresas del Estado y los planes sociales, y sobretodo que no tendrán restricciones para dedicarse a las actividades informales, cocaleras, contrabandistas y tucuimas.
Con este mensaje más el icono, y utilizando masivamente los medios de comunicación, la tele y la radio, han construido una opinión pública; que es una creencia, una mera opinión subjetiva y de ninguna manera conocimiento. Luego amparados en el éxito del discurso mediático, toman sin mayores consideraciones y análisis más allá de su propio interés, las decisiones que más les gusta y fabrican leyes y decretos y los hacen aprobar por aclamación popular. 
La economía populista está en manos de los Yatiris y la burocracia q’ara masista, que define a su arbitrio los precios, la producción, las exportaciones y se tiene una Fe absoluta, que con solo el lanzar un Decreto, un discurso, un sahumerio y un sortilegio; la realidad cambia y se adecua a su gusto. Ese cuento de la economía de libre mercado y competitiva, que asegura que son las cientos y  miles de transacciones diarias, las que determinan los precios y orientan la producción; son charlas de pastillero.
En este mundo feliz, la visión liberal que es aburrida y pragmática, no tiene cabida pues carece del encanto de la demagogia y las ilusiones; por lo que no gusta a la gente. Y el problema se agrava para estos reaccionarios liberales, cuando postulan el principio: que todas las personas tienen que trabajar, que nadie tiene derecho a vivir a costa del trabajo ajeno y que el Estado no tiene que entorpecer a los que trabajan; tremendo absurdo.
Y aunque se puede verificar que las sociedades más exitosas son aquellas libres, abiertas, innovadoras e institucionalizadas, las bases populistas no lo quieren ver así y por tanto no lo creen y si lo creen no les importa. 
Como alguien decía, seguro algún cochino liberal: este es el camino hacia la Ineptocracia, un sistema de gobierno en el que los menos capaces para dirigir, son elegidos por los menos capaces para producir y donde los miembros de la sociedad menos propensos a sostenerse a sí mismos y a tener éxito en la vida, son recompensados con bienes y servicios pagados con los bienes confiscados a un reducido número de productores.
Jallalla.
ovidioroca.wordpress.com



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