CULTURA: RELIGION Y CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
Ovidio Roca
Las fuerzas impulsoras de la
civilización humana han sido tanto la curiosidad y el pensamiento científico, como
el modelo de economía capitalista en manos de empresarios que buscando hacer
negocios expandieron las fronteras del mundo.
La religión y la acción política han
sido a su vez, los mecanismos de control y dominación sobre las personas y
pueblos. Ambas instituciones tienen gran similitud pues se basan en verdades
reveladas: la Biblia, el Corán y el Capital (Das Kapital).
La cultura religiosa y política parten
de una revelación que enseña al creyente todo lo que hay que saber y este
conocimiento es inmutable, por lo que irónicamente al recibir la verdad divina,
el creyente se mantiene en la ignorancia.
Por su parte el pensamiento científico
admite la ignorancia colectiva y en lugar de basarse en antiguas tradiciones y
revelaciones divinas, realiza nuevas observaciones, experimentos y
comprobaciones. Se basa en la duda metódica, pues lo que hoy sabemos puede ser
rebatido mañana por una mayor comprensión del fenómeno observado; vale decir
que toda teoría es válida hasta que aparezcan nuevas pruebas que la refuten y
ahí por delante.
La historia nos muestra que por los años
1.500, Europa y especialmente España, Gran Bretaña, Francia, Italia, Rusia y
los Países bajos; gracias al espíritu
científico y la mentalidad capitalista, exploraron y conquistaron y ampliaron el
mundo. Los guiaba un nuevo espíritu; el de la curiosidad, el descubrimiento y la
economía, y esto hace que los europeos hayan
desarrollado una inigualada ambición de explorar, descubrir, investigar y conquistar.
Esta mentalidad científica de preferir las observaciones actuales a las
tradiciones del pasado, hicieron que tanto el explorador, como el científico,
admitiendo su ignorancia se digan: no sé qué hay allí pero vamos a descubrirlo.
A su vez, los grandes Imperios de China,
India y el mundo Musulmán, aunque contaban con mayor población, territorio,
riqueza y conocimiento individual, carecían del espíritu y la organización
social orientada a la exploración, la investigación y el afán industrialista;
por lo que se estancaron.
En
los Estados laicos, la ciencia y la tecnología producen en forma eficiente
armas, bombas, misiles y satélites espías, para que los políticos y empresarios
de cada Estado puedan en su afán de control político y acceso a recursos; destruir
selectivamente a sus presuntos enemigos. Estados estos que son dirigidos por
las grandes Corporaciones que tiene mucho que ganar con estos asesinatos
impersonales y tecnológicos; son genocidios en busca de poder y riqueza y “en
esta vida”.
En
los Estados mayormente religiosos, la religiosidad produce un pueblo dócil y
también fanáticos suicidas dispuesto a matar indiscriminadamente a los
infieles, con armas o chaleco bomba para así ascender al paraíso de leche y
miel y setenta y dos huríes dispuestas para su deleite y de paso salvar a sus
familias. Son personas fanatizadas y
suicidas que no tienen nada que perder y se inmolan en su propósito de castigar
y asesinar a los infieles y así ganar el paraíso prometido, “en la otra vida”.
En este nuestro planeta finito enfrentamos
actualmente el grave problema de sobrepoblación, situación que ya supera en
exceso los límites y su capacidad de soporte y sin expectativas de su reducción.
Con esto se incrementa diariamente la destrucción del ecosistema y esta
situación de desequilibrio y cambio climático, nos conduce al enfrentamiento
por espacios y recursos; tanto entre los miembros de nuestra misma especie,
como con los del resto del ecosistema.
La ciencia y la tecnología han dado paso
a la cuarta revolución industrial, la de la Inteligencia Artificial, con nuevas
tecnologías para reducir los costos de la energía y con nuevas fuentes, autos
eléctricos autónomos, educación a distancia, impresión 3D, agricultura eficiente,
nuevas técnicas para resguardar la salud y todo esto con un marcado efecto sobre las
exigencias para los nuevos puestos de trabajo y por ende de una nueva educación.
El asunto es que, aunque tanto la ciencia
como la tecnología pueden dar saltos; la cultura humana, religiosa y política no
lo hace, pues necesita de bastante tiempo. Por tanto continuaremos en nuestra
permanente lucha por el poder y control y así las guerras seguirán, utilizando
nuevas tecnologías y mayor fanatismo, con lo que la destrucción y las muertes serán
cada vez más aterradoras.
Debemos reconocer que la cultura no es
solo un elemento más del desarrollo, sino que es aquel que vertebra y da unidad
y dinamismo al resto del sistema; esto significa que no puede existir un
desarrollo que satisfaga las necesidades cada vez más crecientes de los
miembros de la comunidad, si no utilizamos a la cultura como base para la
consolidación de los modos de vida y los derechos fundamentales del ecosistema
y del ser humano, así como promover los sistemas de valores, tradiciones y
creencias que nos permitan vivir armónicamente en este planeta. Por tanto
nuestro desafío está en cambiar radicalmente de actitud y utilizar con mayor
sabiduría la cultura y la ciencia y si al moderno conocimiento, le adicionamos
cultura de preservación ecológica y respeto por el prójimo, puede que hallemos
una buena solución.
ovidioroca.wordpress.com
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