SOLTANDO LOS DEMONIOS DEL FANATISMO
Ovidio Roca
“Cuando los
hombres creen no temer más que a su dios, no se detienen en general ante nada”.
Barón Holbach en el siglo XVIII.
El medio oriente ha sido a lo largo de su historia
pasto de intervenciones imperialistas, lo que evito que su desarrollo socioeconómico
y político se produzca de forma natural. Procesos de desarrollo que no son
pacíficos en ninguna parte pues se dan en medio de pugnas y violencias, hasta
que se llega a un pacto social y se inicia el proceso de institucionalización y
conformación de una burocracia eficaz, propia del país.
Cuando las potencias externas intervinieron, por
intereses de recursos naturales o geoestratégicos y decidieron el régimen
económico, la organización política, la cultura
religiosa y hasta los límites de las regiones, alteraron y desarticularon el proceso
de formación social. No se preocuparon de la necesidad y el derecho que tiene cada
pueblo para desarrollar su propia modalidad de desarrollo social y político y en
función de sus especificidades.
El equivocado y peligroso efecto de las intervenciones externas en
los procesos políticos de los países, nos lo enseña la
intervención de Irak realizada por los Estados Unidos y nos muestra que la
dificultad no está en barrer con las milicias, el ejército y el gobierno del país
intervenido, sino en los efectos posteriores. Recordemos que Irak era un régimen laico y
plurirreligioso, que pese a todos sus abusos y arbitrariedades controlaba y garantizaba
la estabilidad en esa región explosiva, inestable y de un profundo sectarismo
religioso. Ellos manejaban su proceso de ajuste paulatinamente y sin afectar
mayormente a sus vecinos.
Para atacar a Irak, Bush miente sobre la existencia
de armas de destrucción masiva y luego comete el gran error (que no cometió antes
su padre que también invadió Iraq) de destituir el Gobierno legal de Saddam
Hussein y de su muerte. Bush luego continúa alimentando el desastre, al tratar
de imponer un modelo político exógeno que no condice con la cultura de ese
pueblo de un gran fanatismo religioso. Con esto desato los demonios que el
tirano tenia controlados y ahora no hay quien los contenga.
El verdadero problema de las intervenciones violentas
en la vida de los países empieza después de estas: ¿Quién se queda sobre el
terreno? ¿Qué se coloca en el lugar del poder derribado? ¿Quién protege a la
población? ¿Quién vigila para que entre los vencidos no surja una resistencia
violenta? Esto no puede hacerlo una potencia extranjera sin crear nuevos
problemas; sin mencionar los problemas que esta intervención crea en la opinión
pública internacional.
De ahí para adelante los grupos Yihadistas se
apoderan del escenario del medio oriente, primero al Qaeda (AQI), luego el
Estado Islámico de Irak (ISI), a continuación el Estado Islámico de Irak y el
Levante (ISIS) y actualmente el Estado Islámico (EI), todos grupos
yihadistas fanáticos, cultores de la guerra santa.
Estos grupos islamitas y extremistas, fundamentan
sus comportamientos bélicos en dogmas religiosos y la religión funciona usando
las creencias, las emociones, para potenciar su frustración y sus odios. Son
personas que odian su vida, y la promesa que reciben que con su muerte en la
guerra santa recibirán como premio un paraíso sensual, un oasis con arroyos de
vino, de leche y miel y setenta y dos huríes para su deleite es de por si irresistible,
aun sin considerar que adicionalmente sus familiares recibirán el mismo
beneficio. Este fanatismo se ha contagiado a seguidores en Europa y otros
países donde actúan aprovechando de las libertades de la democracia. Así vemos
en Londres la pancarta de un estudiante musulmán: “Usaremos vuestra democracia
para destruir vuestra democracia”.
Al respecto, un gran avance de occidente fue separar
la religión del manejo del Estado y constituir un Estado laico; convirtiendo a
la religión en un asunto privado, de personas y familia, lo que permite separar
la emoción y la fe del manejo administrativo y político de la cosa pública.
Vivimos una situación de gran violencia, los
derechos humanos son violentados y esto se contagia al resto del mundo, por lo
que correspondería que la comunidad internacional no intervenga directamente
sino que apoye decididamente a los actores locales, en su propia busca de
gobernabilidad y gestión estatal. De la misma manera como se procede en cualquier
infección grave, es necesario establecer una cuarentena, aislar la enfermedad, atacar
la infección, evitar que se expanda y sobre todo fortalecer las defensas del
propio organismo y luego ayudar y asistir a los enfermos en su recuperación. Es
decir dar un apoyo decidido para que la propia gente del país encuentre su camino
y a sus verdaderos líderes.
ovidioroca.wordpress.com
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