IZQUIERDA CAVIAR, TEORÍA Y PRÁCTICA
Ovidio Roca
En los últimos veinte años estuvo de moda el turismo
de la “gauche” caviar, los progres europeos, hacia nuestros pueblos
indo-mestizos. Vinieron ONG, sociólogos, antropólogos, abogados y otros;
quienes asociados con sus socios locales, que estaban desempleados, se
dedicaron a experimentar en los nativos sus teorías políticas, económicas,
sociológicas y otras.
En el caso de Bolivia, con apoyo financiero de Venezuela;
de inteligencia y logística represiva
de Cuba y la total cobertura del Foro de San Pablo, Brasil; se movilizo y aprovisiono
a algunos mestizos y dirigentes sindicales e indígenas para que se hagan del
poder. Una coyuntura propicia les dio el éxito y ungieron un presidente indio,
dándose luego a la tarea de fabricar su utopía: le escribieron una nueva
historia; elaboraron una constitución plurinacional y mágica, y para justificar la destrucción de
instituciones penosamente construidas; deciden cambiar el relato tradicional;
se elimina y modifica el nombre de las instituciones, se cambian los héroes y
los hechos, buscando imponer (simbólicamente) a un sector indígena como portador
de todos los derechos.
En el camino, se tuvo el inesperado regalo del auge de los recursos naturales (gas y
minerales), que llevo a este y el resto de los gobiernos latinoamericanos a una
orgia de extractivismo, expoliación de los recursos naturales y destrucción del
medio ambiente.
A estos turistas de la izquierda caviar, no les
llama la atención ni les preocupa, que sus “conejillos de indias” indígenas y
mestizos, ejecutores de los procesos de cambio; centupliquen la corrupción, incentiven
la pugna racial, aumenten la desigualdad, incrementen la inseguridad, dilapiden
las ingentes ganancias obtenidas por la venta de recursos naturales no
renovables y los recursos patrimoniales; además de atentar contra los derechos
humanos, destruir el sistema de separación de poderes y hacer de la justicia un
mecanismo punitivo, contra los opositores.
En el plan, no está la institucionalidad
democrática, ni lograr el avance tecnológico, social e institucional de los
pueblos; tampoco enfrentar y solucionar los problemas de integración social, de
superpoblación, de deterioros ambientales, desarrollar energías limpias y
baratas, y sobre todo de mejorar la educación y la calidad de vida para todos.
Además, por lo que podemos verificar en Bolivia, sus
propuestas de ninguna manera buscaron la integración y la construcción de un
proyecto nacional sino de destruir a un sector de la sociedad para imponer su particular visión. Por
ejemplo, la “Tesis de Sinahota”, una visión racista, dañina y excluyente producto
de estos intelectuales criollos y extranjeros, es la guía para el accionar del
gobierno plurinacional. La tesis postula:
“Quitarle
al k’ara su capital económico, social, cultural y político se convierte en una
estrategia de poder mucho más incisiva y sutil. Empobrecer al k’hara, romper sus
relaciones sociales y mecanismos de ascenso y reproducción social, menospreciar
la formación académica, sus méritos y reconocimientos, así como destruir sus
referentes simbólicos de pertenencia nacionales (himno, bandera, etc.), todo
ello busca quitarle su sentido de vida”.
“En
ese sentido, lo que se busca desde una visión indígena es destruir la
dominación simbólica del mundo k’hara, es decir, la legitimidad de la
representación subjetiva de lo “boliviano” y lo “occidental”.
Sabemos
que es más fácil reivindicar un utópico pasado, que pensar en el futuro; destruir
que construir, por lo que es típico de los progres criollos y europeos
ensalzar, admirar y apoyar revoluciones populistas e indigenistas, y lo más
importante para ellos, es que esto ocurra lejos de la comodidad de su hogar y
de sus clubes, sus coloquios; mirándolo en las noticias mientras toman un buen
trago, y sobre todo bien lejos de la masa, para no sentir el olor a coca, a indio,
a patas, a culos, a miedo, a sangre. Aparentemente solo jugaban a ser
dioses, decidiendo la vida y el destino de unos pueblos indígenas allende el
mar.
Por
su parte nuestros progres criollos, dueños ya del indio y de la “maravillosa
maquinita del poder”, se olvidan de la fementida austeridad y honestidad
revolucionaria; entran de lleno en la sociedad del espectáculo y las finanzas
gruesas; forman parte de la farándula, son actores mediáticos, participan de
todo evento publicitario, reciben doctorados, se casan en show espectaculares y
televisivos. En el camino abandonan a sus viejos compañeros y compañeras y dejando
atrás las penurias y carencias de la vida revolucionaria, disfrutan de las
mieles del poder y del capitalismo bastardo. Esta es
la teoría, ésta la práctica y la superchería de una mentirosa lucha por la liberación
de los indios y de los pueblos.
En la vecindad albanica, en la inmensamente rica
Venezuela, aplican las mismas recetas, con lo que lograron quebrar la economía
y espantar a los productores. En cuanto a los opositores, o están muertos, o presos,
o juzgados, o perseguidos. Entre tanto el pueblo, de la gasolina a un centavo
de dólar por litro, peregrina día a día en busca de harina pan, caraotas, leche
y cualquier otra cosa para echar a la olla.
En esta coyuntura histórica, los profesionales, los trabajadores,
la clase media; los bolivianos cambas, collas y chapacos, que creemos en la
democracia y el
estado de derecho como mayor bien social, algo debemos hacer para
unirnos y derrotar esta superchería, este corporativismo cocalero, llamado socialismo
comunitario, que nos conducirá a todos irremediablemente al fracaso. Y como escribe
Manfredo Kempff: digamos, por lo menos, emulando a Samuel Doria Medina:
“¡Carajo, no nos pueden ganar así!”
ovidioroca.wordpress.com
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