DEL
CATO AL PALACIO
(Reflexiones
sobre el papel de las clases medias)
Ovidio
Roca
El
Siglo XX se inaugura bajo el signo de la muchedumbre; miles y miles de personas
irrumpen en las ciudades, vienen de las provincias y los campos para buscar
fortuna, la que generalmente no consiguen. Llenos de ilusiones desafían al
destino para caer pronto en la masa anónima de los desarraigados. Luego consideran
una bendición poder sobrevivir, pobres, sin alegría ni consuelo en cualquier
rincón de la ciudad; pero en la ciudad. Muchos están condenados a vegetar sin abrigo
ni pan en los rincones y bajo los puentes, una existencia de miseria y
desesperación.
En
esta masa recientemente urbanizada es donde el marxismo encuentra la
herramienta para su acción política. Es con la rebelión de las masas, que conducidas
por los socialistas en sus variantes comunista, nazi y fascista, se cambia el
sentido parlamentarista de la política tradicional y se lleva la contienda política
a las calles. Pues en esta etapa histórica, quien conquista la calle conquista
las masas y el que conquista las masas conquista el Estado. Es en las calles donde
se define el poder.
En
Bolivia, con la
Revolución Nacional del 52 miles de campesinos empiezan a llegar
a las ciudades y aunque no logran trabajo estable sobreviven con pequeñas
changas y otras que les ofrecen los comerciantes y artesanos que pululan en las
ciudades.
Son
estas masas urbanas-campesinas, las que luego serán las más receptivas al
mensaje masista y acudirán masivamente cuando las convoquen, marchando, tomando
las calles y bloqueando el tráfico. Algunos pagados y otros para conseguir
alguna prebenda o una concesión discrecional.
Finalizando
el Siglo XX, surge impetuoso el
movimiento cocalero, para defender la ampliación de cultivos de coca en el
Chapare (ilícitos según la Ley
1008 contra el narcotráfico) zona productora de coca, la que no es demandada
para el acullico sino para su industrialización.
Son
Seis Federaciones de Cocaleros, las que peleando por sus demandas de ampliación
de áreas de siembra y exclusión de los controles antinarcóticos, toman las
carreteras y las bloquean por semanas, buscando quebrar el gobierno.
Dirigentes
sindicales, marxistas e indigenistas, ven en este movimiento un frente más
combativo y con mayores perspectivas de movilización que el tradicional sindicalismo
obrero. Se acercan al líder cocalero y lo impulsan para ampliar este su
movimiento gremial y regional, hacia uno de ámbito político nacional. Para este
cometido adquieren una sigla política vigente legalmente pero sin militancia,
la del MAS, que les permite ingresar en la pugna electoral y lo hacen exitosamente
llevando su discurso indigenista y populista.
En
su primera etapa de construcción, el MAS tuvo
el concurso de connotados dirigentes
sindicales e indígenas, solo para citar tres: Filipo, Román y el Mallku.
Luego, una vez encumbrados, gozando del fervor de la masa y a punto de tomar el
poder, un nuevo grupo ideológico de origen mestizo y habilidoso políticamente, toma
el control del líder cocalero (ya convertido en símbolo) y por tanto del MAS y
desplaza a los viejos luchadores.
Una
vez en el poder, la nueva dirigencia mestiza del MAS elimina todo tipo de
oposición interna y externa: Los movimientos indígenas y los partidos
políticos son fácilmente desacreditados
y sus dirigentes, corridos, enjuiciados y encarcelados.
Iniciando
su gestión de gobierno, el MAS recibe de regalo la bonanza de los precios
internacionales de las materias primas y los dólares del narcotráfico. Con
estos recursos se generan todo tipo de negocios ilícitos y algunos lícitos, en
los que participan buena parte de los empresarios tradicionales. Como
corolarios, se ve por todos lados gente satisfecha por la abundancia de dólares
y los buenos negocios, aunque temerosa por el sesgo indigenista del gobierno, los
ataques a la propiedad privada y la violencia generada por el narcotráfico.
En
casi todo el mundo, como producto de la democracia y la economía de mercado, surgieron
las clases medias. Son ciudadanos más educados, más tecnificados, que se
desarrollan en el ámbito de la libertad de mercado, del Estado de derecho y el
respeto a los contratos y la propiedad. Ambiente donde los integrantes de esta
clase pueden crecer y progresar, y por tanto tienen el mayor interés en defender.
Por ello se afirma que la clase media es el sostén de la democracia.
Estas
clases medias son generalmente conservadoras,
no tienen las actitudes y el arrojo de las masas quienes no tienen nada que
perder. Tienen inhibiciones para salir a la calle a manifestarse, pues su
educación y formación no les permite exponerse como lo hacen las masas de
desocupados, gremialistas e informales. La clase media puede votar por un
partido y hasta ir a una concentración cívica pero no tiene una acción continua
y militante en las calles y son fácilmente desplazadas por las masas, cuando
estas irrumpen violentamente conducidas por proyectos totalitarios, como por
ejemplo en Venezuela y Bolivia.
Cuando
en Bolivia se han realizado movilizaciones de clases medias, la falta de
conducción y disciplina ha permitido que provocadores e infiltrados realicen actos delincuenciales y rápidamente
contra estos actos apunta el aparato propagandístico y la prensa del gobierno
para desacreditarlos y luego llegan los fiscales y la policía. Los hechos violentos,
hieren la sensibilidad de la clase media y por ello se abstienen de participar
en nuevas movilizaciones.
El MAS viene
gestionando un Gobierno anarco corporativista cocalero, que usa las leyes para centralizar
el poder y castigar a todo quien se oponga a su poder. Modelo que nos esta conduciendo
hacia un Estado totalitario, financiado por la coca y el narcotráfico.
Su
proyecto de Gobierno es destruir el Estado que llaman colonial y construir un Estado
Plurinacional. Un Estado que es como la wiphala, tiene retazos de múltiples
colores, de variados intereses, de visiones étnicas, corporativas,
centralistas, estatistas y totalitarias, los que generan comportamientos
anárquicos. Los dirigentes
de formación marxista saben el peligro de esto y de la necesidad de centralizar
el poder, buscan por tanto manejar totalmente
la economía y el aparato coercitivo y para ello se proponen estatizar las
empresas y con ello controlar a los trabajadores, que pasan a ser dependientes
del poder central.
Estos ideólogos
ven con preocupación los grupos anárquicos de campesinos, indígenas y gremiales
y principalmente los más influyentes: cocaleros, contrabandistas y cooperativas
mineras. Pero como al momento son las fuerzas más poderosas, conviven con ellos hasta tener el
control absoluto del Estado y la economía y luego podrán eliminarlos, como hizo
el maestro Stalin con 40 millones de campesinos, de kulaks, de pueblos étnicos en
los programas de limpieza y cientos de miles de opositores, fusilados o encarcelados
hasta morir.
En su
avance impetuoso, el masismo ha barrido a los partidos tradicionales, tiene
acorralada a la clase media y controlados a los empresarios, aunque muchos de
los mismos buscan afanosamente acomodarse a las nuevas condiciones de poder.
Los
pocos que se resisten a la avanzada plurinacional, son algunos movimientos
cívicos; los intelectuales que se atreven a ver las consecuencias de las
erradas políticas y acciones del gobierno para el futuro de la economía, la
libertad y la moral ciudadana, todos ellos pertenecientes a las clases medias
que no forman parte del festín indigenista. Posteriormente se han incorporado a
la resistencia los pueblos originarios de la llanura y algunos grupos indígenas
andinos que se sienten traicionados por el gobierno.
Como
siempre, el reto es pasar del diagnostico a la propuesta. Imaginar que podemos
hacer los ciudadanos que no aceptamos este destino y por el contrario anhelamos un país democrático y de leyes;
un país donde existen justicia y jueces probos, donde la autoridad se respeta y
la gente y las empresas tienen seguridad de sus bienes y de su persona. Un
Estado que garantice una vida digna para todos, un país donde las leyes no
sean un mecanismo punitivo para quienes discrepan con el gobierno. Un país
donde podamos optar por un trabajo honesto y donde podamos transitar segura y libremente.
Lograr
esto es un cometido de salvación nacional, donde hay tareas para todos, cada
uno en su área, en lo que mejor sabe hacer, pero coordinados y siguiendo una
estrategia común y permanentemente ajustada.
Existen
experiencias cercanas que sirven de ejemplo; la de los demócratas venezolanos que
luchando contra el miedo, la dadiva, el manejo ilimitado de la riqueza
petrolera, los medios oficiales de comunicación, el servil organismo electoral,
el control discrecional de las maquinas electrónicas de votación, logran el
apoyo de un 45% del electorado.
Y
en nuestro país la reciente experiencia unitaria de los Jefes políticos de la
oposición, que se ponen de acuerdo para enfrentar al masismo en el Beni.
De
aquí en adelante corresponde avanzar hacia un frente de concertación
democrática. Un frente amplio de clases medias, trabajadores, pueblos
indígenas, emprendedores y empresarios; en fin de demócratas respetuosos de los
derechos de los demás y cuya tarea es elaborar una propuesta consensuada, una propuesta de país posible para ser puesta
a consideración de la ciudadanía y con el compromiso de cumplirla una vez en el
gobierno.
Como
hay mucha gente que cree que la actual bonanza económica es permanente y fruto
del gobierno, se hace necesario identificar y mostrar a la ciudadanía como les afectara
este proceso de cambio insostenible, sino a ellos, a sus hijos y nietos. Mostrar
a que nos enfrentamos y hacia donde nos conduce este llamado “proceso de
cambio” y sobre todo hacerles comprender que si este proceso destructivo
continúa, la economía formal se hundirá y la violencia del narcotráfico y la
informalidad acabara con todos.
Sabemos
que todo gobierno, aun las dictaduras totalitarias, dependen de la población,
de su aceptación, de su sumisión y del apoyo de las instituciones de la
sociedad. Como en política “la percepción es la realidad”, cada persona debe
ser un centro, un mecanismo de permanente información, denuncia y movilización,
para cambiar la actual percepción de la gente sobre la fortaleza e
invencibilidad del gobierno. En esto las clases medias y profesionales tienen
un papel importante. Son expertos en diversas ramas de la información, de las comunicaciones, habitúes
de las redes sociales, del email, el facebook, el Twister, You Tube, los blogs;
mecanismos que nos permiten informar, comunicar, denunciar y organizar la
resistencia democrática.
Usando
las redes sociales es posible buscar la colaboración y coordinación
internacional contra los gobiernos totalitarios y vinculados al narcotráfico,
que pronto se convierten en una fuente de violencia y drogadicción para la
sociedad mundial.
Reconocidos
y establecidos los liderazgos, la gente
necesita ser convocada para competir en las urnas, salir a la calle y encontrarse
con sus pares, con sus aliados, con los que están sufriendo las mismas
carencias y aliarse para mostrar fortaleza contra el régimen totalitario, que
pierde fuerza a medida que el pueblo les pierde el temor. Así los demócratas
bolivianos unidos pueden construir su futuro y ser los garantes de que Bolivia
no esté destinada a la disgregación sino a la unidad y la libertad.
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