El
ALCAUDILI Y LAS NALGULIS
Grigotania:
cuentos que me contaron
Ovidio Roca
Me vine a vivir al pueblo, me dijo el compadre Casto;
vendimos las guachas y las chivas y nos trasladamos pa’ acá, para vivir con
agua, pavimento y luz, como era nuestra aspiración desde los gloriosos años
cincuenta.
Cuando llegamos con las pilchas a la nueva casa,
vimos que era más chica que la punilla que teníamos en el campo y que además no
había pavimento.
Pronto fui conociendo a los vecinos, la dueña de la
pulpería, el sereno de la casa grande de ahí cerca y el vecino con su gallos de
riña. Mientras hacía cola en la pulpería para comprar cuñapeces y café,
pregunte a los vecinos porqué la calle no tenia pavimento, como me había asegurado
la señora que me la vendió.
Según la Alcaldía, me dice una señora de negro, la calle ya esta pavimentada y que así consta
en los registros y no se la puede pavimentar de nuevo; fuimos a reclamar de
esto un montón de veces y no nos atendieron, llevamos hasta arena de la calle
para decirle que eso es lo que allí había y no pavimento.
Pero en la otra calle, les dije hay unas maquinas
que están preparando el terreno para asfaltar y el fiscal de obra me ha dicho
que la nuestra no esta en el contrato, por lo que pienso que deberíamos ir con
el dirigente vecinal a reclamar este olvido.
No se preocupe me dice otra, que después supe que
era maestra y ahora bonosolista, parece que ya tenemos la solución; como el alcaudili se babea por amasar las nalgulis de las funcionarias del municipio, estamos
queriendo convencer a una pelada, la piña madura, la que vive mas allá del guayabo
en la otra esquina, que vaya con nosotros a visitar al loco. Ella tiene unas
nalgangas como queso de arroba y nada que ver con esas nalgulis de quesillo de
a medio que manosea el alcaudili.
Y si fallan las nalgas?, le pregunte. Las nalgas
nunca fallan!, me responde.
Como ve compadre, parece que en el pueblo todo es
asunto de nalgas.
CALUROSO
El alcaudili iniciaba su quinto mandato y por esos
días mi vecino el Compadre Pacho, recibió una invitación para visitarlo en su
Despacho. Allí estaban otras cuatro personas, todos conocidos y amigos de
muchos años, me contaba. El loco nos recibió con mucho cariño, con abrazos y
besos y nos dijo que estaba feliz de hablar con personas “con piense” y que
podían asesorarlo como enfocar su nueva gestión. Nos comento de lo bello de su
campaña y en ese momento dice: Que calor hace, ¿no quieren bañarse?, mientras
se saca los zapatos y luego la camisa. Sigue el cuento de lo que esta haciendo
y luego dice: esperen un rato que hace mucho calor y luego vuelve secándose con
una toalla medio chirapuda. Estaba en calzoncillos, unos de lienzo a media
pierna (de harina marca gallo?, le pregunte, no!, de azúcar cartavio).
Sigue la charla comentando de lo hermoso que es ser Alcalde y
luego de sus planes para ampliar la infraestructura de la ciudad y nos muestra
un mapa, mientras hace unos cálculos y anota rápidamente unas cifras en la pizarra
electrónica.
En ese momento entra la Secretaria y le informa que
la delegación de la organización mundial, había llegado. Hágalos pasar, total
todos somos amigos, dice. Llegan los burócratas internacionales sudando, pero
con saco y corbata y miran azorados al Alcaudili de lo más fresco en
calzoncillos y descalzo. Les pide que se sienten a la mesa de reuniones y nos
presenta como viejos amigos y comenta que Santa Cruz es una belleza.
Hasta ese momento ninguno de los invitados y
presuntos asesores habíamos dicho una sola palabra, a más de saludar al
burgomaestre, y aprovechando las circunstancias, pelamos lo más rápido posible.
Todo pueblo tiene el gobierno que se merece, dijo
alguien cuando salíamos rajando.
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