El año pasado conocimos el “PLAN DE GOBIERNO MAS-IPSP (2010-2015) Evo-Álvaro” al que habría que añadirle al Menú, el Conejo, la Reina de Corazones y Alicia para estar en el país de las maravillas.
Según el Vicepresidente, “es un programa de Gobierno sólido, consistente, fundamentado”. “Un programa de industrialización acelerada, con tiempos largos, medianos y cortos, de diversificación de la economía y de potenciamiento del Estado”, afirmación dudosa tanto por la receta estatista de su ejecución, como por el débil sustento financiero del programa, basado en recursos que serian generados por la ya fracasada “nacionalización” de los hidrocarburos y en ausencia de inversión extranjera, económica y tecnológica.
Hay que reconocer que hay aspectos destacables; el Plan recoge importantes iniciativas en lo referente a planes de infraestructura y energía y se valora la educación técnica en un país huayraleva. Pero su debilidad y error es su enfoque estatista, se asigna al Estado el rol de empresario y productor, propio del capitalismo de Estado y se desconoce la iniciativa individual y el mecanismo de mercado, que además forma parte de la practica social del boliviano y especialmente del andino. El programa en su ideología identifica como enemigo al capitalismo y la propiedad privada y esto recuerda los famosos programas comunistas: Primer Plan Quinquenal de Stalin: siderurgia, energía, petróleo y electricidad y el Gran Salto Adelante de Mao, con sus comunas; que lograron la hambruna y muerte de millones de personas y el fracaso económico, además de desastrosos daños ambientales.
El éxito de cualquier programa de gobierno esta en el enfoque y el entorno en que se aplica: El programa del MAS, parte de la idea que el actor principal del desarrollo es el Estado y vale la pena aclarar que el Estado en Bolivia es el Poder Ejecutivo a cargo de todos los poderes, la cúpula gobernante y un creciente numero de servidores, elegidos por el solo merito de responder a sus jefes. Son estos funcionarios de baja calificación e ínfimos salarios, quienes manejaran burocráticamente las empresas del gobierno, decidiendo que es lo mejor para el país y para la gente, definiendo o inventando los mecanismos para hacerlo o buscando apoyo de sus amigos ideológicos: cubanos, iraníes, venezolanos; quienes en su país fracasaron en todo, menos en montar excelentes aparatos represivos.
Esto nos lleva a pensar que este será otro Plan más, de los muchos que se han escrito en la historia del país, pues más importante que el programa es el ambiente, el entorno en el que se aplica. Este Plan, que habla de una economía plural, tiene que ejecutarse en un ambiente de inseguridad jurídica y física, que aleja y desalienta a los productores e inversionistas. Un ambiente, con recetas ideológicas que desajustan las fuerzas de la economía, como aquella de prohibir las exportaciones y regular precios, que han logrado disminuir la producción de alimentos. Y al final cuando todo va mal, cuando el desabastecimiento se agudiza, se crean empresas estatales como Emapa, remedio que resulta peor que la enfermedad. Se creo una burocracia que compite en forma desleal, usando recursos públicos y ventajas arancelarias, con el sector comercial nacional, de lejos más eficaz, que la nueva empresa capitalista del estado plurinacional cocalero.
Si algo se pudo aprender y confirmar innumerables veces a lo largo del siglo XX es que el desarrollo, la prosperidad y la armonía social son la consecuencia de la seguridad jurídica, la institucionalidad, las inversiones, el mercado, la educación, la colaboración internacional y la libertad para desplazarse, asociarse, producir y consumir. De contar con un Estado sólido, promotor del desarrollo mediante incentivos en infraestructura y logística y proveedor de un marco de seguridad jurídica y física para que los actores económicos tomen sus decisiones en un marco de regulación, que busca salvaguardar la sociedad y el medio ambiente.
Necesitamos un Plan Nacional de Desarrollo Nacional y Planes Departamentales, que sea una guía para la acción del Estado y una referencia para los actores económicos. Un Plan que responda al actual contexto histórico, político, económico y ambiental de la humanidad y con la urgencia de tomar en consideración el desafío del cambio climático y la bomba poblacional.
Un Estado reducido y sólido en su rol regulador, generador de políticas públicas y garante de una estructura institucional que da sustento y previsibilidad a estas políticas.
Un programa de desarrollo sostenible con enfoques de sustentabilidad y tecnologías adecuadas que aumenten la productividad y la producción, ahorren combustibles, materias primas y reciclen los desechos.
Un programa que confíe en las personas y su capacidad de tomar decisiones y asumir riesgos en un país y una economía libre.
Necesitamos un Plan Nacional de Desarrollo Nacional y Planes Departamentales, que sea una guía para la acción del Estado y una referencia para los actores económicos. Un Plan que responda al actual contexto histórico, político, económico y ambiental de la humanidad y con la urgencia de tomar en consideración el desafío del cambio climático y la bomba poblacional.
Un Estado reducido y sólido en su rol regulador, generador de políticas públicas y garante de una estructura institucional que da sustento y previsibilidad a estas políticas.
Un programa de desarrollo sostenible con enfoques de sustentabilidad y tecnologías adecuadas que aumenten la productividad y la producción, ahorren combustibles, materias primas y reciclen los desechos.
Un programa que confíe en las personas y su capacidad de tomar decisiones y asumir riesgos en un país y una economía libre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario