Ovidio Roca
“La forma de
mejorar los ingresos de la población no es con bonos, es con nuevos puestos de
trabajo que surgen de inversiones en una economía sostenible. Es decir, más
inversiones implican más demanda laboral y mayores salarios a pagar, en la
medida que va creciendo la productividad de la economía”. Pukymon.
Los seres humanos no somos ajenos ni diferentes al resto de los seres orgánicos,
animales y vegetales, que forman parte del ecosistema y cuando superemos los
límites de sostenibilidad del mismo todos estaremos muertos. Se afirma que los
chulupis, que son más inteligentes sobrevivirán, por tanto si queremos
sobrevivir necesitamos buscar una relación armoniosa con el ecosistema. Un
ecosistema que es nuestra casa que debemos cuidar. (*).
Cada día que pasa, como especie humana y como sociedad
nos enfrentamos con mayores problemas climáticos los que tienen un origen común,
el vivir por encima de nuestras posibilidades y practicando una economía que no
asume los costos ambientales en que incurre, por los que el mundo y la sociedad
vienen acumulando enormes deudas ecológicas con nuestro ecosistema, con la biosfera, cuyos espacios naturales
y capacidad para asimilar desechos son limitados y cada día vemos que los
efectos son más catastróficos.
Los efectos del Cambio climático generado por nuestro comportamiento muestran
la inviabilidad del modelo de desarrollo ilimitado, extractivista, consumista y
depredador, que se practica actualmente por lo que viene planteándose como
alternativa, una economía ecológica para salvaguardar nuestro ecosistema y
nuestra vida.
La economía ecológica es una rama de la economía, conocida como “Economía del bienestar natural”,
que contempla una relación consustancial entre la salud de los ecosistemas y la
de los seres humanos.
La Economía del Bienestar se basa en la idea
de que la Economía debe estar al servicio de las personas y las
comunidades, fomentando una actividad económica respetando los límites del
planeta, que maximice los impactos positivos y minimice los negativos.
La economía ecológica no cuestiona el
capitalismo, sino solo en aquello que tiene que ver con su tendencia al
crecimiento ilimitado, a la mala utilización de recursos no renovables y especialmente
cuando no se asume el costo de las externalidades negativas, producto de los desechos
y contaminación que producimos en nuestro accionar sobre el medio ambiente y que
luego los traspasamos a nuestros vecinos y a la sociedad en general.
El Estado para hacer frente a estas externalidades negativas debe poner límites
cuantitativos para restringirlas y aplicar sanciones y altos impuestos sobre
las actividades que afectan negativamente al ecosistema y la sociedad.
Un buen ejemplo de lo que significa asumir
el Desarrollo Sostenible es el de Suecia, un Estado Federal con un enfoque económico
orientado a ampliar y mejora la calidad de vida de sus ciudadanos. La
experiencia de Suecia es ilustrativa, fue el campeón del Estado de bienestar en
los años 70, con las consabidas promesas de seguridad frente a situaciones de
carencia o indefensión, las que luego no pudieron cumplirse y justamente cuando
más se necesitaban. La seguridad prometida se esfumó cuando por el crecimiento
desmedido del Estado y el exceso de gasto público, se dio origen a un
insostenible déficit fiscal que llegó a superar el 10% del PIB y conduciendo a
la caída estrepitosa del tan afamado “Modelo sueco”. Es el que ahora se llama
populista y se aplica en Bolivia.
Una sociedad inteligente aprende de sus
errores y no vuelve a repetirlos, y lo relevante es
que a partir de esta desastrosa experiencia, los suecos cambiaron el enfoque y se dio un notable
proceso de reducción del tamaño del Estado, desregulación de la economía,
cooperación público-privada y privatización y esto ha transformado a Suecia en
la economía de la Unión Europea que mejor ha enfrentado los problemas actuales.
Así el país que con la
estatización de la economía encabezó la marcha hacia la debacle del Estado de
bienestar, encabeza hoy el camino hacia su modernización, disminuyendo su
tamaño y con ello su vulnerabilidad, rompiendo los monopolios públicos a través
de la libertad de empresa y de elección ciudadana, limitando y condicionando
los subsidios de todo tipo, y tratando de restablecer, mediante rebajas
tributarias, los incentivos al trabajo y al emprendimiento. Esto no lo hace ni le interesa al MAS, la coca
impera.
Los populistas siempre prometen y cuando
fracasan no son capaces de cambiar de políticas, como lo hicieron los suecos.
*Notas: Oikos: casa, hábitat y
Sistema: normas, procedimientos.
ovidioroca.wordpress.com
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