Ovidio Roca
Los ideólogos masistas aprendieron de sus mentores, que
cuando un pueblo pierde su memoria histórica pierde su identidad, pierde su
alma, es por ello su afán el cambiar y tergiversar la historia y empiezan
haciendo desaparecer la República
de Bolivia, los símbolos regionales e instauran el Estado Plurinacional, un Estado de múltiples y
diversas naciones bajo un solo mando.
En la Constitución
masista se indica que en Bolivia existen 36 lenguas indígenas y por tanto al
menos esa misma cantidad de naciones, las que eventualmente se rigen por sus propias
tradiciones, usos y costumbres.
Una Nación se define
como un conjunto de personas de un mismo origen étnico, las que comparten
vínculos históricos, culturales, religiosos; individuos que tienen conciencia
de pertenecer a un mismo pueblo, tribu o comunidad, hablan el mismo idioma y
comparten un territorio.
En consecuencia un
Estado Plurinacional es aquel conformado por múltiples naciones y tribus. En la
práctica cocalera, se trata de un activo grupo político populista que maneja la
etnia aimara, parte de la quechua y al resto de la población, unas michi tribus,
más los mestizos que llaman interculturales.
A su vez, el Estado es la organización política y administrativa que integra a la
población en un territorio y bajo una autoridad. En los Estados
democráticos se tiene como primera prioridad
proteger la vida, la libertad, la seguridad, la propiedad privada y el orden
público, el no garantizarlo repercute no sólo en la calidad de vida de los
ciudadanos, sino también en la firmeza de la democracia.
Como producto de este nuevo Estado plurinacional, que domina
a Bolivia desde hace quince años, surgen los ideólogos que le dan sustento y lo
hacen sintiendo como el Evo y calculando como el Qhananchiri. Así conocen que toda
población tiene esencialmente un pensamiento emocional y utilitario y acorde a
esto construyeron el discurso del Estado Plurinacional, para oponerlo al de la República
de Bolivia. El discurso masista es un discurso motivacional bifronte, que apela
tanto a la emoción como al interés pecuniario, por lo que utilizan hábilmente y
con éxito el racismo y el negocio de la coca.
Este discurso llega a
la población boliviana, la que fruto del populismo tiene graves problemas de
anomia y de carencia de institucionalidad confiable. De esta manera, para gran
parte de la población es más fácil y más cómodo: pedir que producir; seguir las
instrucciones del jefe, que asumir con responsabilidad su futuro; cultivar coca
y procesarla, que sembrar maíz y criar pollos; bloquear y exigir lo que te
conviene, que cumplir todos por igual con la leyes justas; exigir pegas por
razón de etnia o género y no de méritos, idoneidad y conocimiento.
Como producto de esta cultura populista y amparados en ella, algunos movimientos
sociales, que buscan dinero facil para satisfacer sus ambiciones y carencias, aprovechando
que en el país se ha internalizado la consigna cocalera de que “el bloqueo es un derecho humano”,
toman terrenos municipales en los
límites de los botaderos y los bloquean de tiempo en tiempo, llenado de basura
y contaminando a las ciudades. Las autoridades pusilánimes y temerosas acatan
la consigna cocalera de ejercer este su derecho humano y pagan el rescate de la
ciudad.
En los países desarrollados, países Republicanos y Democráticos,
se maneja el concepto de ciudadanía. La
ciudadanía es la condición que se otorga a las personas, vale decir
el ciudadano, por ser miembro de una comunidad. Los ciudadanos son de
distintas razas, religiones, costumbres y todos sometidos a las mismas leyes; donde
la Comunidad organizada establece un conjunto de normas, derechos y
deberes que todo ciudadano debe cumplir. Este sistema democrático
contempla la primacía de la ley, la igualdad ante la ley y la periodicidad en
los cargos.
Los ciudadanos de una República Democrática tienen la
soberanía y la facultad para el ejercicio del poder; un poder que luego es
delegado por el pueblo soberano a los servidores públicos, los que son elegidos
periódicamente y por periodos definidos.
Se afirma que una República está fundada en el “imperio
de la ley” y no en el “imperio de los hombres” por lo que para que las normas y reglas funcionen, se
necesitan de Instituciones eficaces, creíbles y servidores públicos honestos e
idóneos. Si estos no hacen bien su trabajo hay que exigirles rendición de
cuentas, luego despedirlos y contratar otros más idóneos.
ovidioroca.wordpress.com