Ovidio Roca
No todos somos iguales, ni pensamos igual y esto lo
conocemos desde antiguo. Y aunque la
diversidad es un valor, una riqueza inmensa que nos permite conocer y elegir
entre distintas visiones y perspectivas, no lo asumimos como
algo bueno y natural, y ante la incertidumbre y la duda volvemos a nuestros
orígenes y adoptamos la mentalidad de rebaño.
El progreso en la vida de las personas y de las
sociedades es el resultado de las diferentes formas de ver las cosas, lo que
permite que surjan distintos puntos de vista, nuevas explicaciones y nuevas
propuestas en la economía, la ciencia y en la política y así la sociedad avanza
hacia días mejores.
En esta perspectiva lo adecuado y sensato
es cambiar de opinión cuando la realidad, la evidencia, la ciencia nos demuestre
que estamos equivocados y ante la duda retomar nuevamente el análisis para
confirmar y ampliar nuestro entendimiento.
Siglos atrás los alquimistas hablaban de la “coincidentia
oppositorum” o conciliación de los opuestos. Luego Hegel explicaba la
Dialéctica: “el proceso de transformación
en el que dos opuestos, tesis y antítesis, se resuelven en una forma superior o
síntesis”.
Cada día cuando entrabamos al Museo de La
Plata para asistir a clases, leíamos en la pared del Salón un frase de Florentino
Ameghino que nos inducia a la investigación: “Cambiaré de opinión tantas veces y tan a menudo como adquiera
conocimientos nuevos, el día que me aperciba que mi cerebro ha dejado de ser
apto para esos cambios, dejaré de trabajar. Compadezco de todo corazón a todos
los que después de haber adquirido y expresado una opinión, no pueden
abandonarla nunca más”.
En contraposición a esta discusión traqueteada de
visiones y propuestas sobre la vida y la sociedad, el populismo
ha logrado implantar el pensamiento único, una filosofía de vida y un modelo de
economía informal que ha conquistado a importantes grupos sociales. Sus licenciados wayra levas, manipulan
la mente de las personas y al igual que con las hojas sagradas: las ensalivan,
le ponen llujta (1) las bolean, le sacan el jugo, la enjundia y las escupen.
Así se acullica y fabrica a un fiel militante cocalero.
Es el negocio de los Licenciados construir
engañosos relatos, historias y creencias, utilizando los traumas, complejos,
ilusiones y vicios de las personas y lo hacen para convencer a los grupos
sociales de las bondades de las propuestas populistas. Todo este esquema de manipulación
es actualmente instrumentado vía las redes sociales y plataformas, utilizando
la “tecnología persuasiva” en función de sus intereses políticos y de negocios.
Una canción de Ricardo
Arjona, retrata esta actitud: “Una mentira que te haga feliz vale más que una verdad que te amargue la
vida”.
Como en toda fabula y cuento, hay un final y este se
produce cuando los jefes populistas que han estado a cargo del Gobierno, terminan
de dilapidar y robar los últimos recursos públicos que heredaron y por tanto no
pueden cumplir con sus promesas de bienestar y del vivir bien. En este momento
es cuando la cara amable del populismo desaparece, aplican la fuerza y le meten
con todo, entonces se ve a la gente desesperada y miserable.
Siguiendo este sendero populista, pronto a los
bolivianos van e empezar a salir corriendo hacia cualquier lado, donde
generalmente no son bien acogidos. Así vemos a los venezolanos frustrados
tratando de volver y acogerse con su familia.
Tenemos que entender
que el pueblo es dueño de su destino, por lo que a los ciudadanos nos
corresponde decidirlo y construirlo, siendo el rol de los gobernantes contribuir con eficiencia en
la gestión de este proyecto de vida en sociedad.
Pero como decía Pukimon: No hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor
ciego que el que no quiere ver, salvo que este coqueado.
(1) lejía de ceniza
ovidioroca.wordpress.com
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