Ovidio Roca
Los cuentos que se cuentan de nuestra América, nos
hablan de una tierra de migrantes; que nunca tuvo población originaria y que
algunos llegaron hace miles de años del Asia y vecindades y otros lo hicieron navegando
hace cientos y de Europa. Bolivia se conformó por tropas
de estos migrantes, inicialmente de aquellos que vinieron hace miles de años por
tierra y desde el Norte y luego por los otros llegados hace cientos a las
costas y en las carabelas. Vinieron buscando las riquezas y se fueron estableciendo
en diversos territorios, conformando poblados y luego por coyunturas históricas
internacionales se constituyeron en Provincias y Estados. Como resultado de
esta movilidad, la población boliviana es de un mestizaje variopinto y
más o menos diverso según su particular mezcla de razas.
Ya en este Siglo XXI de predominio
Populista, el MAS borro la Republica Democrática e inventó e institucionalizó
el concepto de Estado Plurinacional y en su Constitución menciona la presunta existencia
de 36 naciones originarias. De lo que no se preocuparon, fue en consolidar y
afianzar el Estado Democrático y la Nación Boliviana, sino todo lo contrario.
Tenemos mestizos; indígenas y también presuntos
indígenas, pues ahora reditúa el serlo. Estos indígenas, extraña y erróneamente,
afirman su identidad originaria con el uso de antiguos trajes españoles y
sombreros europeos y de otros lares; como los de esa extrovertida masista
mestiza, del sombrero texano. (La Sombrerera, según el cuento de Alicia con su
bonito sombrero texano, que usa sin sacárselo ni para dormir. Un sombrero, que vale
recordar es de excelente manufactura Sucrense).
Eludimos reconocer, que finalmente
todos somos de la misma raza homínida, tataranietos
de Lucy la africana y con variaciones somáticas, producto de la adaptación
milenaria de los distintos grupos migrantes a los diversos y extremos ambientes
ecológicos.
En este Siglo XXI, signado por el
Castrochavismo, nuestro reto como sociedad y para lograr una mejor convivencia, es construir Ciudadanía
y potenciar la Nación Boliviana, que es el conjunto
de los habitantes de este país y todos iguales ante la ley. Ciudadanos que conservan
sus lenguas familiares, usos y costumbres y un idioma común extendido nacional
e internacionalmente, y con una historia y tradiciones compartidas.
Según enseñan las técnicas comunicacionales, una explicación
puede ser realista y una verdad comprobada en los hechos, pero necesita
venderse a un cliente, lo que es muy difícil pues éste según su lente
ideológico e interés de lucro personal, ve lo que quiere ver y escucha lo que
quiere oír.
La izquierda populista muy hábil en estos asuntos, establece
sus propios fundamentos morales e ideológicos y ofrece a la población que los
sigue: enemigos a quien atacar, caudillos a quien seguir, coca para acullicar, dadivas
y prebendas y sin exigir mayor esfuerzo que su acatamiento al Jefazo, con lo
que convence a todos. Siguiendo
este modelo para la toma del poder, los populistas cocaleros y de mala leche, movilizan
a la población exacerbando el odio racial y el anticapitalismo y luego las
apetencias, complejos, odios y frustraciones. Lo que resulta una propuesta
emocional y demagógica, bastante efectiva para sus fines.
El liberalismo democrático plantea a su vez y bajo
principios individuales, un plan estratégico productivo y económico,
manifestando que sin esto y el Estado de derecho que genera confianza no habría
trabajo coordinado entre las personas, producción, comercio, dinero, familias. Este
discurso suena poco atractivo, más bien aburrido, pues además implica compromiso
y acción por lo que no emociona a la gente, que le presta poca atención.
Escuchábamos un relato en tono irónico sobre Venezuela,
el país más rico de Latinoamérica y que luego de dos décadas de populismo,
modelo Socialismo Siglo XXI, ha logrado que el 96 % de los hogares estén en
situación de pobreza y el 79 % en pobreza extrema. Con esto han combatido la
obesidad, tienen una vida austera y miserable y sin servicios burgueses como medicina,
electricidad, agua y transporte y han desechado el uso de combustibles fósiles por
ser dañinos con el medio ambiente. También se ha promovido el turismo, lo que
permite a millones de sus pobladores salir a recorrer otros países y ver desde
nuevos ángulos y rincones, los logros del Chavismo.
Si los venezolanos que
no tienen comida, que no tienen agua, que no tienen gas, al que le falta
gasolina; el desempleado, el que no tiene medicinas, el que está sin transporte,
decidieran liberarse lo harían todos juntos y a una sólo voz, y con sus
dirigentes arrechos ocuparían decididos las calles de todo el país y resolverían
su situación. El problema es que no se
animan a arriesgarse y prefieren morir en la inacción y la miseria, pues no
quieren entender que ninguna persona y ningún país enfrentarán el problema por
ellos y solo lo harían si el régimen de Maduro afectara directamente sus intereses
y la seguridad en su propio país.
Dicen que “nadie aprende de experiencia ajena” y
aunque estamos viendo cada día lo que ocurre en Cuba, Nicaragua y Venezuela, países
que aplican una misma receta Castrochavista que el MAS, no creemos que esto vaya
a ocurrir en Bolivia, aunque se ha venido haciendo exactamente lo mismo.
Estamos a las puertas de una elección crucial, donde se elige entre el retorno
del populismo cocalero castrochavista, o la democracia. Y vemos la actuación de
los opositores al masismo destruyéndose mutuamente y ninguno muestra decisión y
carácter para asumir el reto de unirse, enfrentar y vencer al ecosistema
populista cocalero y narcotraficante que se nos viene y que ahora sin gas y sin
plata, solo será narcotráfico puro y duro. “Alea Jacta est”.
ovidioroca.wordpress.com
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