Ovidio Roca
El mundo vive un nuevo ciclo
histórico, de grandes transformaciones y en todos los ámbitos. Un mundo que
tecnológicamente y socialmente se ha modificado radicalmente y ante lo cual la
juventud latinoamericana está reaccionando sin un norte claro. Un mundo
comandado por las redes sociales, noticias falsas y mensajes envenenados con
los que se manipula a las personas y que los populistas latinoamericanos
aprovechan para sembrar el odio y consolidar su dominio. También hay buenas
noticias, pero las malas prevalecen.
Por todas partes vemos estallidos de una
violencia destructiva y salvaje, de quemas y
rapiña que se expande como una peste, la que es impulsada en nuestro país por la
prédica Evista de odio racial y social, a la que se añade a la prédica
castrochavista en la que muchos caen.
Lo que permanentemente se
menciona de esta nueva sociedad, es la desconfianza hacia las instituciones, la
falta de comunicación entre los líderes y la sociedad, el recelo hacia una
democracia que no termina de afirmarse, los desniveles económicos y sobre todo
la reducción o quita de algunos subsidios que gustan tanto a la población.
La comunidad humana en su tránsito
histórico y como uno de sus últimos hitos construyo la democracia, como se dice
el menos malo de todos los sistemas. Uno para el cual la libertad es el valor supremo y que debe manifestarse en
todos los ámbitos: económico, político, social y cultural y con un Estado cuya
función principal es asegurar la libertad, el orden público, el respeto a la
ley, la propiedad privada y la igualdad de oportunidades.
Los bolivianos somos de
un país diverso, geográfica, étnica, histórica y culturalmente. Un
pueblo que como todos, busca consolidarse y fortalecerse bajo principios
comunes; cultura, tradición, familia; valores como respecto a derechos y responsabilidad
frente a las leyes y las libertades, a la seguridad y el bienestar. Una
búsqueda del progreso y la paz que debe estar por encima de las diferencias ideológicas
de etnia, lengua, cultura o religión y bajo el entendido que “los derechos de
unos terminan donde empiezan los derechos de los demás”.
En los últimos años se
implanto demagógica y autoritariamente el Estado
Plurinacional cocalero, ahora en retirada, cuya práctica ha sido la de publicitar
la existencia de varias naciones indígenas, las mismas que fueron subyugadas
bajo un Estado central y hegemónico y al servicio de un Cacique Indígena
altiplánico. Con un gobierno populista cocalero,
que como todos los de su tendencia totalitaria, basan su poder en la
centralización absoluta del Poder y el manejo atrabiliario de las Instituciones
del Estado, de la policía, el ejército y financiados por la coca, el
narcotráfico y el contrabando.
Esto se da en el país de mayor raigambre indígena de América; una sociedad que se
reconocía mestiza y que avanzaba hacia su integración, pero que con el
populismo cocalero y Evo Morales, el racismo se lo radicaliza y se lo usa para
enfrentar a la oposición mestiza, promoviendo y usando la discriminación racial.
Lo irónico es que este gobierno que se dice indígena es manejado por q’aras como el Vice y los Ministros, que son el verdadero poder y donde el Presidente no pasa más allá de ser un bicu bicu con cara de indígena. El problema para los inventores, es que todo símbolo cuando se internaliza se da cuenta de su poder y se torna poderoso e inmanejable; ahí vemos a Evo que hace noticia mundial con su intolerancia y prepotencia sin límites; algo por demás conocido en nuestro país.
Desde hace
rato se viene proponiendo, dada la diversidad del país, la necesidad
implementar una República Democrática Federal para que cada región de acuerdo a
su tradición y cultura, elija y sea responsable de su destino. El federalismo construye
sociedades más democráticas, que respetan las individualidades sociales,
religiosas, étnicas o culturales de las distintas regiones; algo vital en casos
de países multiétnicos o Estados plurinacionales como el nuestro.
El federalismo
contempla un ordenamiento jurídico doble: el propio de cada Departamento y el Federal
de la nación; esto permite que dos Estados del mismo país tengan algunas leyes diferentes
y adecuadas a su idiosincrasia. El sistema Federal parte de la premisa de la
subsidiariedad, lo que implica que todo lo que se puede hacer bien a nivel
local o departamental debe dejárselo a ese nivel. Como se afirma popularmente,
una mejor administración es aquella que se realiza lo más cerca del problema.
Recordemos
además que por etimología Federalismo es la construcción política basada en la
confianza (fides) mediante un pacto entre iguales (foedus).
En este contexto histórico
la mejor opción política y administrativa para Bolivia es el reto de construir
una nueva sociedad, no desde los caudillos sino desde las bases de la sociedad.
Un modelo de subsidiaridad como el Federal es el reto para construir con responsabilidad una mejor sociedad. Líderes jóvenes como los que emergieron en Santa Cruz y Potosí y enfrentaron el populismo cocalero y derrotaron al Evismo, podrían enarbolar la bandera del federalismo y conducir a sus pueblos hacia una nueva sociedad más descentralizada y más responsable.
Vivimos una época
difícil que el pueblo superara y es importante ir pensando en las nuevas
opciones para este nuevo mundo de la tecnología, de las comunicaciones, de la globalización,
de la economía del conocimiento y del cambio climático; siempre aferrados a los
valores permanentes de la democracia y la libertad.
ovidioroca.wordpress.com
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