Ovidio Roca
El derecho
humano es un derecho fundamental con el cual todos nacemos, independientemente
de que la Constitución o la Ley del Estado los reconozca y como todo derecho implica
una obligación y una responsabilidad personal. Los derechos ciudadanos están
recogidos en las Leyes de los Estados y su ejercicio nos permite vivir
armónicamente y en convivencia democrática.
En
democracia se trata de vivir todos en armonía con el que piensa distinto, tiene distinto
idioma, cultura, raza, religión y sin que los derechos de uno se sobrepongan a
los derechos de los demás.
Actualmente
se invoca los Derechos Humanos como una moda y se lo exige para cualquier
actividad; por ejemplo, los Q’ara Ll’unkus del masismo dicen: “El derecho humano del Evo es ser
Presidente Vitalicio”.
En una
sociedad civilizada, nos dice el historiador
británico Edward Hallett Carr: “Cualquier declaración de derechos que no
comporta igualmente una declaración de las obligaciones correspondientes, no
puede tener un significado real”.
El jurista belga J. Hasaert
profundiza más: “Los juristas saben bien que las leyes son impotentes sin las costumbres
[…]. En resumen, lo esencial no es la ley sino el comportamiento común, del que
aquélla no es más que el adminículo […]. El buscar fórmulas en lugar de educar
a las personas no es más que prepararse para nuevas decepciones: el espíritu de
buena vecindad sustituiría mucho mejor a las más elocuentes declaraciones del
mundo, y propagarlo es más asunto del educador que del hombre de leyes ».
El fracaso
económico y social en los países populistas y dictatoriales que desconocen todo
tipo de derecho, excepto su “derecho humano” de gobernar indefinidamente, está
generando el éxodo de sus ciudadanos que miserables y desesperados migran hacia
países democráticos más prósperos y seguros, los que por supuesto no son Cuba o
Nicaragua.
Este
proceso migratorio que ha tomado un matiz mediático, está promoviendo la
discusión sobre los derechos de los migrantes y algunos argumentan que migrar
es un derecho humano. Entiendo que los
migrantes como toda persona tienen derechos humanos, pero migrar no es un
derecho humano. Creo sin embargo que en estos casos de éxodo y migración forzosa
debe primar la responsabilidad y la solidaridad con nuestro prójimo y en esta
situación de crisis social y política, el papel efectivo y practico de los
países democráticos, de las instituciones internacionales y los lideres, es atacar
los orígenes del problema que son la inviabilidad económica y social de los
gobiernos populistas que solo funcionan bajo dictaduras y no los efectos de
este modelo castrochavista: el hambre, la inseguridad y la migración ilegal y
forzada de millones de personas hacia el paraíso capitalista. Por tanto es
preciso colaborar con estos ciudadanos para expulsar a sus dictaduras
gobernantes e inmediatamente establecer programas de apoyo para reconstruir
esos países, con planes de asistencia técnica y financiera, de organización,
educación, tecnología, producción alimentaria, salud, etc.
En este mundo de la
irresponsabilidad maravillosa, algunos gobiernos populistas reclaman como
derecho humano el gobernar por siempre pues se creen los únicos capaces y
destinados para hacerlo. El Presidente del Estado Plurinacional cocalero
cuestionado por su pueblo, además de su derecho humano de gobernar indefinidamente
señaló que el pedir su inhabilitación de las próximas elecciones para un cuarto
mandato es como pedir que se excluya al mejor jugador de un equipo de fútbol: “Es como que Argentina pida que hay que sacar
a Messi, o Portugal pida que hay que sacar a Cristiano Ronaldo”. Ego sum
qui sum
ovidioroca.wordpress.com
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