Ovidio Roca
Vivimos en la era y bajo la férula
del modelo populista que usa y abusa de absolutamente todos los recursos del
Estado, económicos, coercitivos y especialmente de la publicidad para mantener
controlada a la población y especialmente a los grupos indígenas y sectores sociales menos favorecidos,
ilusionándolos para mantenerlos controlados al mismo tiempo que favorecen al
capitalismo mercantilista y a su propia dirigencia política y sindical que se enriquece
a través de una masiva y estructural corrupción.
En esta democracia tuca, devaluada
por el populismo, se considera que quien consigue más votos está en su derecho
de hacer lo que les viene en gana y sin respetar los límites que debe tener
todo gobierno democrático. Al respecto Cristina Fernández de Kitschner, que
sabe de esto, nos dice: “si no les gusta, armen un partido político y
ganen las elecciones”.
En el modelo populista, no es el individuo sino
la masa el sujeto de derechos políticos del país. No lo es el individuo
consciente, el que interviene en la vida política de su comunidad acatando
las normas y cumpliendo sus deberes y obligaciones; es la turbamulta, esa que
bloquea y presiona y a la cual el Líder carismático promete, según sean la circunstancia, darles gusto en
todo sin exigir responsabilidades sino su apoyo absoluto y lo hace con promesas
de algo que puede no ser necesariamente
factible y que luego queda solo en eso, en promesas.
En estas “democracias” populistas se vive
bajo el dominio de un caudillo, el que es la imagen y palabra del régimen. Este
caudillo ha sido inventado y diseñado por los grupos de poder para una
circunstancia histórica determinada de manera que exprese y refleje los complejos, los odios, las
frustraciones y esperanzas de una parte importante de la población y logre la
adhesión de esta gente a la propuesta de poder encarnada por él. Detrás del
líder y dirigiéndolo está la inteligencia castrochavista y los ideólogos
palaciegos, el verdadero grupo de poder. Así lo hemos visto en Bolivia con el
icono indígena cocalero con el que consiguieron un tremendo éxito electoral.
“Sin
Evo no hay el tejido de lo social; Evo es insustituible. Izquierdas siempre ha
habido, sabemos. En los 80 hemos tenido experiencias de 30 partidos de
izquierda participando en las elecciones. ¿Qué es lo que hace Evo? Teje a
todos. No inventa a la izquierda, le da un nuevo sentido. Hace funcionar la
orquesta. Evo es el caudillo del siglo XXI”. Raúl Linera
“Si vuelve la derecha, Bolivia va a estar
como la Argentina, acabando con los movimientos sociales, quitando (beneficios
sociales), terminando; otra vez
entregándose al Fondo Monetario Internacional (FMI). Si vuelve la derecha
olvídese que va a haber programas sociales; la derecha, el sistema capitalista,
el imperialismo dice: "los pobres sálvense como puedan", y los
hermanos pobres tienen que saber eso”. Evo recitando su parlamento ante la
prensa.
Carlos Marx en su obra Contribución a la crítica de la economía política,
decía: “No es la conciencia del
hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que
determina su conciencia”. Somos producto de nuestras circunstancias,
de la realidad en nuestra vida cotidiana, del deterioro de nuestras fuentes formales
de ingreso debido a la crisis económica por la inviabilidad del modelo
económico populista. Pero cuando estas realidades se vuelven evidentes e incuestionables,
la gente despierta y rompe con la adscripción al Jefe indígena y al modelo
populista. Esta transición por supuesto requiere ser impulsada y dirigida por
sectores esclarecidos, en un Frente unido y con propuesta viable y sostenible
para un mejor futuro de la sociedad.
El modelo castrochavista ha
demostrado su fracaso en todos los países que lo aplicaron y cuando estos
demagogos finalmente son expulsados por la crisis económica y social dejen un
tremendo desastre, por lo que se necesitara trabajar duro para solucionar los
problemas de esa herencia nefasta, caracterizada por la destrucción de la
institucionalidad, de la moral de trabajo, de la estructura productiva y una
extendida cultura económica de la coca, el narcotráfico, el contrabando y la
informalidad.
Salir de este
funesto trance, sanar la economía y la institucionalidad exige trabajo duro y
grandes sacrificios lo cual tiene un inevitable costo político. Son medidas difíciles,
como las que debe asumir un médico ante una herida, un tumor y una grave
infección y eso no lo acepta la gente, pues no quiere perder alguna prebenda y
pide que se le prometan panaceas populistas y de ninguna manera responsabilidad
y trabajo. La crisis tiene ser tan grande como en las épocas de la UDP que pocos recuerdan, para que la gente acepte
la intervención del cirujano para que opere el tumor canceroso.
Así nomás había sido. Decía Cayetano.
ovidioroca.wordpress.com
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