Ovidio Roca
Espanta a cualquiera, escuchar la extraña manera como nuestros líderes populistas
interpretan los asuntos de la economía y de la vida ciudadana:
Por ejemplo, la coca nuestra da cada día, no es considerada como un
arbusto cuyas hojas contienen alcaloides estimulantes; ahora se constituye en
el puntal de nuestra identidad cultural y social y su cultivo no es considerado
como lo que es, un excelente negocio con un buen mercado y excelente precio por
el subproducto nefasto que contiene, la cocaína; sino que demagógicamente se lo
considera como la reivindicación de nuestra identidad, de nuestra historia, de
nuestra cultura, de nuestra independencia política.
La vestimenta que nos resguarda del clima y que históricamente fue adquiriendo
un carácter estético, sujeto a los cánones de la moda y del devenir artístico
de cada civilización; en nuestro país y para una gran parte de nuestra población
se convierte en algo sagrado, base de nuestra identidad, de nuestra historia.
Muchas militantes plurinacionales consideran que su identidad está definida por
un sombrero Stetson, o Borsalino, o una Pollera española del Siglo XIX y no en
valores éticos, culturales y sociales.
En el ámbito político, la humanidad en su proceso histórico y civilizatorio
supero los esquemas tribales y dio paso al ciudadano como miembro activo de un
Estado, titular de derechos civiles y políticos y sometidos a sus leyes;
por lo contrario en nuestro país, los populistas cocaleros en su discurso
ideológico usan criterios tribales, vinculados con lo racial y
comunitario, vale decir privilegian lo biológico sobre lo cultural.
Muchos temas administrativos como los de seguridad y control, se los
maneja inventando realidades alternas. El caso de los ocho héroes epónimos secuestrados
por los chilenos, es uno de ellos. Sabemos o nos lo cuentan cómo funciona el
negocio fronterizo en ese árido y vasto altiplano, donde cotidianamente se
generan eventos vinculados con el contrabando, narcotráfico, transporte de
vehículos robados. Los actores son chilenos y bolivianos: militares, policías, aduaneros,
chuteros, comunidades campesinas, contrabandistas, traficantes, etc. que hacen
lo habitual: contrabando, volteo, narcotráfico. Lo que cambió en este caso
de los héroes, fue que se entrometieron los políticos de ambos países, quienes
usando encendidos discursos patrióticos y de soberanía, complicaron la figura
buscando enardecer a sus respectivos votantes y distraer la opinión publica de
los problemas económicos y de credibilidad que ambos gobiernos enfrentan.
La historia nos enseña que no hay movimientos revolucionarios sin mitos
aceptados por las masas, pues el dramatismo del mito lleva al compromiso
emocional y da significado a la acción política de los dirigentes: Fascismo,
Nacionalsocialismo, Comunismo, Populismo se basan en esto.
Lo preocupante es, que en este tipo de escenario los líderes políticos y
sociales poco se ocupan de las personas comunes y corrientes, del vivir bien,
de trabajar mejor, de cuidar nuestro entorno, de comunicarnos entre nosotros,
de construir un mejor futuro para todos pero sí, de enfrentarnos y avasallar al
resto, usando para ello la fuerza y mal usando las instituciones públicas.
Desde hace más de un millón de años, tiempos en que la horda
humana temerosa de los monstruos de la noche se reunía alrededor de una fogata,
nuestra vida ha sido regida por infinidad de cuentos y mitos. De entonces hasta
ahora poco ha cambiado, antes los brujos, ahora los cuentistas de los regímenes
totalitarios comunistas, fascistas y populistas, inventan historias, fabulas y
mitos para tranquilizarnos, controlarnos y manipular la mente de las masas.
ovidioroca.wordpress.com
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