Ovidio Roca
Bolivia encerrada en el centro del continente
americano y lejos de las costas marítimas, es uno de los países más atrasados y
con una mayoritaria población indígena que las últimas décadas está migrando
del campo a las ciudades, donde logran sobrevivir precariamente dentro de una economía
informal y ganando unos pesos adicionales realizando actividades de bloqueos y movilización
ciudadana en apoyo del gobierno que se declara indígena, y en contra de los
opositores.
Un país de estructura
económica primaria, poco diversificada y de escaso desarrollo tecnológico y que
como solución a la falta de empleo estable, su población eventualmente se
dedica a las actividades vinculadas con el comercio, el contrabando de todo
tipo de mercancías, el cultivo de coca y el tráfico de drogas.
En este escenario y desde
hace poco más de diez años, se ha instalado un proyecto de la vertiente del
Socialismo Siglo XXI, y como en todo proyecto político totalitario,
los ideólogos populistas para afianzar su control y dominación se dedican
a crear mitos que se adapten a la idiosincrasia y los complejos de los
habitantes del país. Basado en estos cuentos elaboran relatos sociales que
utilizan para manipular a la población. En los círculos académicos a estos
cuentos se los llama de “constructos sociales” o “realidades imaginadas”.
En el relato, en la
obra boliviana, Evo el personaje principal fue producido por los ideólogos del
Foro de Sao Paulo y los operadores castristas, quienes inventaron un dirigente
indígena revolucionario y socialista, pretendiendo que la mayoría de la
población de origen indígena del país al identificarse con él los acepte y los
siga. Toda la actividad política, económica y cultural gira alrededor de la
figura mediática inventada por el grupo de poder y es utilizada por ellos para
sus propios fines.
La realidad del individuo,
de la persona concreta; es que ni su nombre Evo, ni su apellido
Morales, son de origen indígena sino bíblico y español. El tampoco habla
la lengua originaria y su pasión lúdica es el futbol de origen inglés.
Al personaje se
le diseño un traje especial con cuello Mao, al que se le añadió
en el pecho franjas horizontales de tejido incaico, agregándole diversidad y
colorido a su vestimenta. Así surge este traje estrambótico que muchos de sus llunkus
copian y que él no se quita sino para jugar futbol.
Los gerentes del “proceso
de cambio" con gran éxito han montado la obra teatral: Populismo indigenista
y cocalero. Para la actuación se diseñaron atuendos y disfraces que los actores
visten orgullosos: trajes y sombreros de todo tipo que son como uniformes que no
se sacan ni para dormir. Asimismo, por todo el país se ha montado una
escenografía teatral para disfrute de los visitantes y los actores: canchas de
futbol con pasto sintético, inmensos coliseos deportivos, palacios y museos
para el actor principal y su elenco, escenografía, aviones y carísimas fábricas
de utilería en lugares claves, como el Chapare.
Todo el tiempo llegan
como invitados con gastos pagados, los
hermanos populistas de la misma troupe, tanto nuestros vecinos albanicos como los
de otras latitudes podemicas y arábicas, a
participar del show.
Diariamente se desarrollan
los eventos teatrales en los cuales los héroes populistas actúan celebrando su
victoria y despotricando contra el imperio al que odian y al que seguramente derrotarán
solo por amor el pueblo y a los indígenas, mientras
de paso y solo de paso, se enriquecen.
Entronizado Evo en el gobierno, quienes realmente manejan y disfrutan del
poder utilizan el discurso demagógico del “vivir
bien”, mezclado con un falso indigenismo y con esto y sin mayor esfuerzo logran
su objetivo de mantener sus privilegios y aumentar su peculio.
Por lo demás el
proyecto populista indigenista que aplican, es el de un mero discurso
socialista demagógico: estatizar la economía y establecer una forma de gobierno
totalitario y de beneficio personal. En resumen una dictadura populista donde
no hay estado de derecho y tampoco ley justa, porque no existe órgano
legislativo independiente, ni división de poderes, ni bien común, ni seguridad
jurídica, ni la llamada pirámide de Kelsen, ni Constitución para todos; pero
eso sí, eficaces mecanismos represivos.
Por lo general en los países
sin institucionalidad ni estado de derecho, el pueblo se identifica con el
caudillo mediático, el líder populista y no gusta ni se siente atraído
por dirigentes y Estadistas que se refieren a los asuntos de gestión
institucional y de responsabilidad ciudadana. Y “así nomás había sido”, finalmente
la gente elige lo que quiere creer y en este caso eligieron la realidad
imaginada del indígena Evo y mientras el líder persista, ella ejercerá una poderosa influencia sobre
la población y mantendrá a los k`aras masistas en el poder for ever.
ovidioroca.wordpress.com
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