Ovidio Roca
Permanentemente, tanto en
la radio como en los diversos medios de comunicación podemos ver y escuchar cómo
se explayan los intelectuales masitas, los pajpakus, mostrando su habilidad en
el discurso, la arenga, como mecanismo de persuasión y en la falacia como
método; son los Licenciados de la Escuela sofista que gradúa maestros en esa fórmula
de “las medias verdades y las mentiras enteras”, típicas del populismo.
Ellos son los alumnos
de una exitosa escuela populista, que sigue el método de los sofistas griegos
quienes utilizaban magistralmente la dialéctica; un método que consistía en
largos discursos, encaminados no a buscar la verdad sino a mostrar las
incoherencias del adversario.
La escuela sofista
postulaba que: “en principio nada es verdad ni es mentira, depende de la
habilidad que se tenga en convertir el argumento más débil en el más fuerte y el
aparentemente más fuerte, en el más débil”.
Escuchar una discusión
entre masistas y opositores, es oír el relato de situaciones que aparentemente ocurren
en realidades distintas, en otros mundos, en distintos universos y ahí los
sofistas brillan por su mañuderia pues: “el
maestro sofista es capaz de convencer de una cosa y a renglón seguido de todo lo contrario”.
Georgias que era un sofista
griego, reconocía que el arte de la persuasión no está al servicio de la verdad
sino de los intereses del que habla; llamaban a ese arte “conducción de almas”,
Platón dirá más tarde que era “captura” (manipulación) de almas.
El Licenciado epónimo, sofista
del Collasuyo y maestro de la falacia, abusa de ella y lo hace de tal
forma, que es imposible saber qué es lo que realmente quiere decir cuando dice
algo y aun peor, cuando aplicando sus famosas estrategias envolventes,
hace que la gente no logre saber si todo lo que dice es mentira, o es
parte de alguna "maniobra envolvente” maquinada para utilizarlos y para engañarlos.
Los sofistas, creían
saber más de lo que en realidad sabían y por eso no se esforzaban por penetrar
el sentido de las cosas, al contrario del
pensamiento Socrático que se sustentaba en el famoso
dicho: “sólo sé que no se nada”. Sócrates,
creía que la única manera de acceder a la sabiduría y a la verdad era empezar
por confesarse ignorante: “el que sabe
que no sabe, el que se da cuenta de que nada sabe, está en óptimas
disposiciones para comenzar a buscar la verdad”.
Por eso es importante
guiarse por la realidad, por los resultados, como nos enseña Mateo en su
Evangelio: “Por sus frutos
los conoceréis” y por supuesto Don Quijote de la Mancha: “Dad crédito a las obras, no a las palabras”.
El pueblo guiado por el sentido común sabe de esto,
pero siempre está tentado e ilusionado por las promesas de los demagogos y esta
ilusión le dura hasta que el bolsillo, las tripas, el temor por su vida y
seguridad los hace aterrizar, pero entonces ya es tarde.
Todos y desde nuestra infancia, empezamos a construir
una "mitología" usando los “valores” que percibimos en nuestro
entorno, pero no los valores “escritos” o “públicos”, sino lo que vemos cada
día como importantes en las actitudes, mentalidad y el comportamiento de los
que nos rodean y especialmente en los ejemplos de aquellas personas valiosas
para nosotros: la familia, los maestros, los amigos, los personajes notables,
las autoridades.
De aquí la importancia para
la sociedad de contar con familias estables, educadores, intelectuales y
autoridades con valores éticos y morales, que sirven de ejemplo e iniciar la
educación como un ejercicio práctico de vida, empezando en la casa, en la
escuela, con el diario aprendizaje de los principios y valores ciudadanos, aquellos
que nos permiten eludir la demagogia y convivir en armonía, con seguridad y del
trabajo creativo.
ovidioroca.wordpress.com
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