Ovidio Roca
Trumpazo al Acuerdo de París
Como habitantes de un solo y único planeta, todos debiéramos
haber aprendido aunque sea a golpes, que para vivir mejor debemos convivir en
paz y trabajar juntos en todos los ámbitos y especialmente el ecológico, que es
el cuidado de nuestra casa común.
El problema es que no actuamos en consecuencia. Ciento setenta y seis naciones coincidieron y firmaron el “Acuerdo de Paris”
reconociendo la gravedad del cambio climático y acordaron programas para
detener sus desastrosos efectos sobre el ecosistema y la supervivencia de
la especie humana. Y luego aparece Trump, el presidente del país más
poderoso del planeta y el segundo más contaminador y con un “trumpazo” lo desconoce y decide
que lo importante son los negocios de sus amigos, aun a costo de destruir el
hábitat de absolutamente todo el resto.
Pensando en billetes, si Trump quiere retirar a
Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático, el resto del
mundo debería imponer un alto impuesto de ajuste por carbono, a todas las
exportaciones estadounidenses que no cumplan con los estándares mundiales y lo
mismo para todas aquellas exportaciones de los países que no respeten el
control de emisiones.
Este es un impuesto que pretende encarecer los
productos finales de los países contaminadores y promover el consumo de los
productos de los países respetuosos del medio ambiente y que generen menos
emisiones de dióxido de carbono.
Los recursos obtenidos por este impuesto deberían ser aplicados
a la investigación en tecnologías y energías limpias y para financiar los
programas de conservación de bosques nativos de propiedad privada, en los
Territorios Indígenas y también en programas especiales para los Parques y
Reservas Forestales, Nacionales, Departamentales y Municipales.
Para lograr la protección de los bosques nativos y los
ecosistemas naturales, la economía
ambiental señala que dada la naturaleza humana el único modo de lograrlo es haciendo
que las prácticas de conservación compitan económicamente con las actividades
que la destruyen; es decir, que el propietario del bosque obtenga conservándolo
iguales ganancias que tumbándolo, vendiendo la madera o haciendo agricultura.
Con este concepto practico y de negocios, se procura que la gente se decida
a cuidar los bosques nativos de su propiedad.
La economía ambiental también nos propone algunos
mecanismos y sistemas de pagos por conservación de un ecosistema al que se le
ha asignado un precio.
Uno de estos es el Mecanismo REDD+, un mecanismo de
compensación financiera (ambiental y sostenible) de los esfuerzos de
conservación forestal establecido por las Naciones Unidas como parte de las
soluciones al cambio climático. Las siglas quieren decir Reducción de Emisiones
por Deforestación y Degradación. El “+” se refiere a que a más de evitar la
deforestación, hay compromisos de conservación, manejo sostenible de los
bosques y aumento de las reservas de carbono, por ejemplo mediante la reforestación.
Siguiendo esta
filosofía, en Colombia tienen el programa Socio Bosque. Las comunidades y
personas que decidan convertirse en “socios” reciben una compensación económica
y deben firmar un contrato por al menos veinte años en el que se comprometen a
preservar el ecosistema intacto. Las comunidades pueden extraer productos para
su propio sustento pero no para vender, y en ningún caso pueden desmontar alguna
parte de bosque para la agricultura o ganadería. Los socios también deben impedir
que terceros, por ejemplo, madereros y cazadores ilegales, ingresen en la zona
y degraden el ecosistema, convirtiéndose en la práctica, en guardabosques.
Sabemos de las causas del cambio climático, pero por unos
dólares más estamos dispuestos a destruir el ecosistema y como “así nomás había sido” la solución es hacer
de la conservación de la naturaleza sea un buen negocio, pues como dice el
dicho “el órgano más sensible del hombre y la mujer, es el bolsillo”.
ovidioroca.wordpress.com
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