Ovidio Roca
Los masistas hablan del proceso de cambio; pero retroceder en la
historia y aplicar viejos clichés fracasados cientos de veces, no es cambiar;
es repetir los mismos errores de siempre. Para cambiar hacia una mayor calidad de
vida se necesitan valores éticos y de
convivencia ciudadana, una cultura de innovación y el uso de las nuevas tecnologías
del conocimiento y la información para así lograr el bienestar de la población.
La forma de trabajar, de producir, de pensar y de vivir, cambia todos
los días; en nuestra historia homínida transitamos desde el descubrimiento del
fuego hacia la revolución agraria, a las ciudades y la vida urbana; hacia las manufacturas,
el carbón, el motor a vapor y los ferrocarriles. El petróleo, los automóviles y
la electricidad; la revolución de la salud, la sanidad, los antibióticos y
continuamos hacia la revolución de las comunicaciones y la globalización.
Ahora se habla de que estamos ingresando a la cuarta revolución industrial
y a la economía del conocimiento. Revolución que se caracteriza por la fusión
de tecnologías, que van borrando las líneas entre las esferas físicas,
digitales y biológicas; alguien dijo que somos un algoritmo; espero que no.
Mientras gran parte del mundo está ingresando a esta cuarta revolución
industrial, nosotros que no pudimos subirnos sino precariamente a las
anteriores tendremos graves problemas para lograrlo, pero no nos queda otra
opción, salvo aislarnos, lo que ahora es imposible por la globalización y el
internet.
El proceso histórico del
desarrollo boliviano, se dio en un ambiente de aislamiento físico y cultural,
distante geográfica y culturalmente de las corrientes mundiales del desarrollo,
lo que nos marcó y genero visiones y tiempos históricos diferentes al de los
otros países.
Es un país con una gran parte de la población con bajo nivel económico y
educacional, la misma que para ganarse el sustento se mueve ágilmente, aunque con
medios precarios, por todo el país y sus áreas transfronterizas dedicándose al
comercio informal y contrabando masivo, colonizando territorios y asentándose
donde les es más conveniente para dedicarse a sus negocios y la toma de tierras.
Un país poco integrado entre sí y con el resto del mundo y que carece de elites
económicas, culturales y empresas competitivas, sólidas y formales.
Un Estado regulador, dirigista, lleno de normas,
procedimientos y tasas de regulación; además de acucioso cobrador de impuestos a
los pocos emprendimientos formales que existen en el país y que se utilizan
para engordar la creciente burocracia estatal, cuyo objetivo es enriquecerse y recaudar
su cuota para pagar a su mandante; por lo que se dedican a extorsionar a los
contribuyentes con una abstrusa tramitología, la que para agilizase exige
coimas que alimentan a la insaciable burocracia.
Una población muy trabajadora y sacrificada que a pesar de sus
limitaciones de educación y económicas, lucha para ganarse la vida con lo que
pueden y en esa informalidad que les permite escapar y alejarse del Estado
burocrático, reglamentarita y expoliador. Cuando halla la oportunidad se acerca
a los políticos y al Estado, para conseguir algunas prebendas a cambio de un
circunstancial apoyo; pero por principio ellos desconocen y adversan a las instituciones
estatales, especialmente las de justicia, policías, sistemas impositivos;
instituciones éstas que tienen un alto grado de corrupción y prácticas abusivas
con la población.
La
población conoce las ventajas de la libertad y
el libre comercio y se aleja de los controles del Estado; buscando sobrevivir instala
en cualquier sitio su pequeño comercio, producción y negocio y algunos lo amplían;
así hemos visto surgir esa nueva burguesía informal, orgullosa de sus cholets,
que alegran el árido altiplano.
El Estado procura no afectar a los emprendedores informales de origen
indígena y para lograr su apoyo y evitar el desempleo, les da amplia libertad
para ejercer sus actividades y sin pagar impuestos. Un dirigente cocalero
explicaba el resultado de sus negociaciones con su jefe en el Gobierno: “Shempre
hemos de seguir sin pagar impuestos”.
La acción punitiva y extorsionadora del gobierno se orienta por tanto, hacia
las empresas formales y la clase media a los que considera sus opositores y el
coto de caza para su enriquecimiento.
Con el actual ambiente político, cultural y económico se hace inviable la
industria moderna, la institucionalidad democrática y el Estado de derecho, por
lo que necesitamos replantear el actual modelo político, institucional,
económico y de consumo.
Tenemos un solo país y debemos buscar la forma de que nuestra población mejore
su calidad de vida, por lo que se necesita un cambio hacia un futuro mejor y compartido
y no el retorno al pasado, como es la visión masista.
Se lo ha repetido cientos de veces, aunque no lo asimilamos, que nuestro
objetivo debería ser avanzar hacia un desarrollo sostenible, una sociedad
global con calidad de vida, población, en equilibrio con el ecosistema, evitando
el consumismo y la contaminación. Reducir el tamaño del Estado, lograr su
gestión eficiente y eficaz, con transparencia y disminución de las regulaciones
y la burocracia; dotar de seguridad
jurídica, atraer inversiones y tecnologías
limpias, generar oportunidad de empleo formal, desarrollar el mercado
interno y procurar nuestra seguridad y soberanía alimentaria.
ovidioroca.wordpress.com
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