AMBIENTE DE TINKU Y ANARQUIA PLURINACIONAL
Ovidio Roca
Las comunidades humanas históricamente se fueron conformando
condicionadas tanto por su entorno físico como por la manera como enfrentaban su
supervivencia. En este transcurso fueron estableciéndose las técnicas, culturas,
mitos. Un aspecto relevante, es que desde sus inicios tribales, las sociedades mostraron
una fuerte vinculación entre la fuerza y el derecho; vale decir que quien tiene
el poder, tiene la fuerza y el grupo dominante usándolo determina e impone su
ley, por lo que siempre este camino deviene en tiranía.
Afortunada y acertadamente durante este proceso
histórico, algunas sociedades apuntaron hacia una mejor forma de relacionamiento
y convivencia y se encaminaron hacia sociedades democráticas, en las cuales se
establece que las personas deben ser consideradas y respetadas como ciudadanos y
en el marco de los derechos y obligaciones que establecen las leyes y de
ninguna manera por su fuerza, riqueza, raza, sexo o religión. La regla de oro,
“no quieras para los otros lo que no quieras para ti”, es lo que tiende a
prevalecer.
Esta cultura democrática
no es algo que surge o se impone mecánicamente, es producto de un largo proceso
de aprendizaje donde el ciudadano asume personal y socialmente la convicción de
que es más conveniente y útil para él y la sociedad respetar y acatar las reglas y respetar las
instituciones en lugar de vivir en un permanente conflicto y enfrentamiento. Con
el tiempo aprende y aspira a vivir en una sociedad y un país donde tiene
seguridad para sí, para su familia, sus bienes y el fruto de su trabajo; un
país donde tiene libertad y respeto a sus derechos como ser humano, lo que le
permite progresar a costa de su esfuerzo, su creatividad y su trabajo.
Cuando estas condiciones no las consiguen en su patria
y tiene posibilidades, se va a los países donde sí pueden encontrarlas. Como
alguna vez comente; en los años setenta
nuestros izquierdistas y guevaristas cuando huían de las dictaduras militares, no
se fueron a Cuba o Rusia, sino a Europa. La gente no es tonta y cuando puede huye
de los paraísos revolucionarios y socialistas y hace lo posible por emigrar
hacia las democracias liberales y capitalistas; los Estados Unidos, Europa y nunca
al revés.
En Bolivia actualmente transitamos por etapas de
declinación democrática, donde las personas definitivamente no creen en las
leyes y menos en las instituciones y los funcionarios encargados de aplicarlas.
Esto es producto de su práctica cotidiana que les ha enseñado que las leyes se
hacen a sabor del grupo dominante y que las instituciones y los funcionarios aplican
las leyes a su sabor y conveniencia. Ellos día a día ven como los políticos y funcionarios
usan las instituciones para chantajear y esquilmar al ciudadano, y ahí vemos
jueces, policías, aduaneros, funcionarios con algún poder de regulación, que
usan su cargo para lucrar. Ante esta situación la gente busca apartarse y desconoce
al Estado y para defender sus intereses sectoriales y gremiales se organizan en
tribus, sindicatos y asociaciones.
Este comportamiento social recuerda más a Bakunin que
a Marx. Bakunin padre del anarquismo colectivista postulaba una organización
social de tipo horizontal, sin jerarquías de ninguna índole que pudieran
corromper la libertad de los más desfavorecidos. Su principal objetivo fue
suprimir la existencia de los Estados Nacionales y crear federaciones,
constituidas por libres asociaciones agrícolas e industriales.
En las dos
últimas décadas como producto del proceso de cambio y empoderamiento indígena y
ante la constatación de que los líderes indígenas resultaron peores gobernantes
que los anteriores; más corruptos y más ineficientes en el manejo del Estado y
la economía; se retorna al estado tribal y se agudiza la práctica de solucionar
las discrepancias mediante la cultura del “tinku” (en aymara ataque físico) vale
decir mediante el enfrentamiento, y no mediante la cultura del acatamiento a la
ley. Esto reitero porque no se cree en la ley y menos en quienes tienen la
autoridad para aplicarla. Así vemos marchas bloqueos, huelgas “hasta las
últimas consecuencias”, donde con razón o sin ella los grupos corporativos procuran
defender e imponer sus intereses, sin preocuparles en lo más mínimo que están afectando
los intereses de los demás, de la ciudadanía.
Esta actitud y comportamiento configura en la sociedad
boliviana un clima permanente de inseguridad física y jurídica, típica de un
Estado fallido, lo que determina que cualquier trabajador o empresario nacional
o extranjero evite invertir y aun transitar por Bolivia.
En procura de avanzar hacia una sociedad viable, de
confianza y seguridad, necesitamos urgentemente cambiar de rumbo y de modelo
económico y seguir el camino que adoptaron los países prósperos; con ciudadanía
jurídica y no ciudadanía étnica, con Gobiernos de leyes no de personas. Por
ende la tarea fundamental es el rescate de la República y pasar de un gobierno
populista plurinacional a un gobierno democrático republicano con un ambiente
de confianza para la inversión y el trabajo de los ciudadanos, amparados en
instituciones fortalecidas, seguridad jurídica y servidores públicos probos e idóneos.
ovidioroca.wordpress.com
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