SHOW
TIME
Ovidio Roca
Democracia quiere decir, literalmente, “poder del pueblo”, es
decir la soberanía y mando del demos. Mando que implica la responsabilidad de
saber lo que se quiere y la capacidad de seleccionar y elegir aquellos
ciudadanos con mas idoneidad para construir el bien común.
Giovanni Sartori señala en su libro Homo Videns la Sociedad Teledirigida (1997) que hemos pasado del “homo sapiens”, producto de la cultura escrita, al “homo videns”, producto de la imagen; cultura esta última, donde no cuenta el conocimiento, la propuesta, la reflexión sino el impacto emocional y visual.
En consecuencia, en este nuevo escenario de lo visual, el que
puede controlar la difusión de la imagen puede controlar al ciudadano.
La información emitida por la televisión privilegia todo aquello que tiene
impacto visual y emocional. Los problemas intrínsecos de la sociedad no son “visibles”
y para comunicarlos se requiere de análisis y explicación, por ello éstos no
son destacados en la televisión y se prioriza y se muestra lo que tiene impacto
visual y mueve los sentimientos y las emociones: proclamaciones, manifestaciones,
bloqueos, asesinatos, violencia, protestas, lamentos, terremotos, incendios, inundaciones.
Y en general, también vemos en las pantallas sólo al que agita, a quien agrede
y menos a las victimas; de tal modo que la protesta se convierte en un
protagonista desproporcionado. Esto lo hemos vivido con el movimiento cocalero
quien, con apoyo de los medios, catapulto al Presidente de su Federación Sindical
a la primera magistratura del país.
Formados en esta nueva cultura, de apreciación sensorial directa, la gente razona
y analiza poco y cree solo en lo que ve y lo que esa imagen trasmite y representa
para cada uno.
Siguiendo esta línea, los movimientos totalitarios del Socialismo
Chavista promueven la exaltación cotidiana del líder. En esta lógica el
gobierno del MAS, usando los bienes del Estado mantiene una permanente
presencia física en toda el área rural y presencia mediática en la televisión.
Gracias al control del presupuesto fiscal, aviones, helicópteros, radios,
televisoras, permiten el diario bombardeo de imágenes al pueblo, que las
absorbe directamente sin ninguna necesidad de raciocinio.
Un evento que se repite diariamente en las zonas rurales nos
grafica el poder del impacto escénico y mediático.
Show
Time!!: Gente reunida esperando al líder mira nerviosamente al cielo; a
los lados de la pista de aterrizaje dos espectaculares helicópteros bimotores moviendo
sus enormes aspas, preceden y anuncian la llegada de una moderna y brillante aeronave,
la del Presidente de las Federaciones de cocaleros. La nave aterriza espectacularmente
y el líder desciende y saluda a la masa, para inmediatamente abordar el
helicóptero que lo conducirá unos mil metros más adelante, a la cancha de fútbol donde se llevara a cabo el evento. El helicóptero vuela rasante
mientras la gente corre tras el aparato, a pesar del tremendo ruido y el viento
que levanta toldos y polleras. Desciende en la cancha y asoma inmediatamente el
líder: faz cobriza y atuendo huachafo. El otro helicóptero hace vuelos de exhibición
y luego se aleja. La turba exaltada brama emocionada, ahíta de placer y de
poder; Evo es como yo, piensa cada uno.
Empieza el discurso, mas bien una conversación, lenguaje
coloquial balbuceante, con remembranzas de bloqueos y acciones realizadas en
común; tiempos de adrenalina, borracheras y cholitas despatarradas en las
sendas y los maizales. El discurso discurre con mensajes ambiguos, salpicados
de imprecaciones contra el enemigo permanente, el Imperio y al designado para
la ocasión. No importa el discurso, la imagen del poder es mucho más impactante
e importante que las palabras.
Lamentablemente los nuestros ya no son tiempos de propuestas de país, ni de programas partidarios; ahora es la imagen en la pantalla mostrando al líder carismático y mediático, que más que trasmitir un mensaje, “es el mensaje mismo”. Y un discurso telegráfico con lenguaje ambiguo y confuso, que permiten a cada cual buscar en el mismo lo que quiere encontrar, lo que añora y le gusta.
El populismo cunde, se debilita la democracia representativa y se tiende hacia una democracia directa, no solo vía referéndum, sino de hecho con presión desde la calle, desde el sindicato, desde el ayllu, desde la aldea.
El Parlamento es convertido en un anfiteatro de representantes locales y gremiales cobijados por el líder partidario, pero no totalmente sumisos y cuyo mandato y objetivo personal y gremial es llevar el botín a casa.
La política se torna local y cuanto más local y gremial, más desaparece la visión y la búsqueda del interés general, del bien de la comunidad nacional, del País en su conjunto. No se trata de la formula: Piensa globalmente, actúa localmente; sino como traemos el botín a lo local, al campanario.
Han desaparecido los partidos ideológicos y programáticos hoy, reiteramos, la política esta a cargo de líderes mediáticos y no se promueve la reflexión y el conocimiento como nos enseñaba la vieja formula “primero conocer y después decidir”.
Y aquí esta el desafío de la razón y de las clases
ilustradas; de los escritores y comunicadores que procuran ver y mostrar mas allá
del horizonte e inculcar un espíritu analítico y critico. Pero fundamentalmente
es el desafío para la familia y la escuela, como formadores de valores éticos y
hábitos de convivencia ciudadana, condición indispensable para la formación de
una recta opinión pública.
Receta: leer al menos 12 libros al año.
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