viernes, 7 de diciembre de 2012

LA OBSESIVA PERSISTENCIA DEL POPULISMO




LA OBSESIVA PERSISTENCIA DEL POPULISMO

Ovidio Roca

Vivimos en un régimen de cuño totalitario, donde el aparato del Estado se agranda día a día, se hincha de forma desordenada, caótica e ineficiente, donde se expropia al sector productivo y se combate la empresa privada formal. Un Gobierno sustentado en un líder providencial, un indígena cocalero que concentra todo el poder simbólico, y cuya corte mestiza define en forma atrabiliaria sobre la vida, hacienda y libertad de sus habitantes.

Un estatismo que fomenta e impulsa la irresponsabilidad ciudadana al desviar las competencias que le corresponden como individuos, hacia la utilización de las influencias del poder político.

Y aunque la economía es mayoritariamente informal y rayana en lo delincuencial. El gobierno por su orientación ideológica izquierdista y su voluntad de dominio busca a rajatabla estatizar la mayor parte de las empresas y controlar así la economía.
Son gobernantes que no creen que la institucionalidad, el respeto a normas, leyes y reglas sanas y permanentes, sean lo que construye y hace grande un país. Sustentan la creencia, y el pueblo lamentablemente así lo entiende,  que todos los problemas pueden y deben ser solucionados por el Estado y que nuestro futuro depende del gobierno y de los políticos que lo controlan.

Los gobernantes son buenos para balbucear innumerables discursos, pero carecen de idoneidad y capacidad de gestión; por ejemplo, se compran e instalan innumerables empresas en base a una simple idea o capricho, sin preocuparse de los aspectos básicos de la gestión de proyectos, como mercado, tecnología, localización, acceso a insumos, etc. y por supuesto fracasan y las perdidas y deudas se acumulan.  Por la afición futbolera del presidente, se construyen campos deportivos con capacidad de albergar varias veces la población de la localidad agraciada con su regio regalo. En los municipios se construye a precios millonarios infraestructura innecesaria,  para favorecer empresas constructoras y cosechar comisiones; todo esto en un entorno que impide conocer los costes reales que genera cada acción estatal.

Se fabrican infinidad de leyes, que comedidamente aprueba el parlamento, pero no en beneficio del bien común y para reglar las relaciones entre las personas y de estas con el Estado, sino para atacar y castigar al que piensa distinto, para quitar el patrimonio del oponente, para acabar con los grupos de ideología diferente, para amedrentar y  atemorizar a los opositores y sobre todo para hacer impunes y ricos a los miembros del gobierno. Por principio, por “mala leche”, en todas las normas y leyes se introduce con mala intención, mecanismos para hacer daño al prójimo.

La experiencia cotidiana ha enseñado a los ciudadanos que la actual justicia sirve exclusivamente a precautelar los intereses de poder y dominio del gobierno; que si se es opositor o critico no se tiene ningún derecho, que los jueces y fiscales hacen lo que el gobierno manda o lo que la plata puede comprar.
Estos últimos siete años, gracias a los precios excepcionales de los minerales, del gas y la cocaína, los ingresos nacionales se han multiplicado y existe una sensación de bonanza ilimitada; muchos empresarios ven crecer sus fortunas y gracias a la fiesta consumista, los negocios se multiplican, la plata circula a raudales: drogas, contrabando, “coimisiones”, negociados, producen millones de dólares que se blanquean en el sector construcción, en el de transportes, en negocios de tierras y otros.

En Santa Cruz y otras ciudades, crece la demanda de lotes y viviendas, terrenos que costaban dos mil y tres mil dólares la hectárea, son urbanizados y ahora se venden en las zonas de mayor expansión a 190 y 300 dólares el metro cuadrado. Las autoridades ediles y sus amigos compran terrenos o se los apropian y luego con recursos municipales les construyen infraestructura y multiplican su valor consiguiendo enormes ganancias personales. El precio de venta de la construcción inmobiliaria que rondaba los trescientos dólares, por metro cuadrado ahora llega a los 1900 y más. Los precios de los apartamentos son mas altos que en Buenos Aires o Miami.

Por su pensamiento cortoplacista y mientras hacen plata, algunos grupos económicos apoyan a quien sea, gobiernos dictatoriales y populistas, sin importarles que a la larga se terminara destruyendo el andamiaje institucional y productivo del país. Y no se hacen la pregunta de ¿Cuánto vale una empresa cuyo patrimonio depende de los caprichos del líder?
Y el problema mas grave es que con todo esto estamos agravando el costo social, económico y ambiental que deberá pagar la próxima generación, para reconstruir y levantar al país de la anomia, la desinstitucionalización,  la anarquía, la corrupción rampante, la violencia del narcotráfico, la destrucción de las empresas y la practica económica depredadora y expoliativa, que dejara este gobierno.

Los dirigentes sindicales e indígenas (muchos hoy traicionados por su socio), fueron inicialmente ilusionados por el indigenismo y la revancha contra la opresión k’ara y luego como cualquier k’ara neoliberal, comprados con privilegios y prebendas. Muchas ONGs, periodistas e intelectuales progre, que viven del favor del gobierno se muestran contemplativos con un sistema que claramente conspira contra los derechos de las personas. Últimamente algunos gritan porque ven que también van tras sus pasos.

Cuando estalle la burbuja de corrupción, de ineficiencia, de narcotráfico, de turbios negocios inmobiliarios y de contrabando, cuando se acabe la fiesta de la plata fácil, vendrá el derrumbe del Estado Plurinacional y estallaran los problemas, producto de su inviable receta socialista, de la ineficiencia y la corrupción, y el país se verá envuelto en la anarquía y el desgobierno; entonces seguramente surgirán pequeñas Republiquetas y bandas armadas de autodefensa, en busca de mantener su economía ilegal, ya sea en el Chapare, en el altiplano, en las fronteras del contrabando. 
 
Algunos grupos, lamentablemente pequeños, preocupados por el futuro de sus hijos y nietos, se resisten al avasallamiento gubernamental y su principal problema es que no terminan de elaborar una propuesta ideológica alternativa y solida para enfrentar al masismo. 

Nadie se atreve a decir a la población que para progresar hay que trabajar y ser responsables. No nos atrevemos a optar de frente por el liberalismo, la economía de mercado, por la libertad económica y la responsabilidad personal.

Es que todos estamos contaminados de populismo y el  régimen del MAS, encarnan muchos de los sueños, quimeras, fantasías, ideales y propósitos con los que nos han venido ilusionando los progre europeos y la izquierda latinoamericana. Posturas que todos los partidos políticos bolivianos y latinoamericanos han asumido desde siempre, en relación a la política, la economía y que son los mismos planteamientos del MAS y que los políticos, temerosos de perder votos, no se animan a cambiar.  

¿Y ahora quien podrá defendernos?. Solo nosotros mismos!!
 
 

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